Volver infértiles a las especies de mosquitos que portan enfermedades como el zika, la malaria o el dengue ya es posible. Se hace a través de los impulsores genéticos, una suerte de tijeritas genéticas capaces de modificar la estructura del ADN. Pero hay posibilidades dentro de esta ecuación que no son contempladas e incluso que nadie puede imaginar.
Uno de los daños posibles que puede provocar esta tecnología es la extinción de especies. Por eso, más de 160 organizaciones: ambientalistas, indígenas y científicas buscan impulsar una pausa en el desarrollo y la aplicación de esta tecnología.
El objetivo de las organizaciones es que esta moratoria se aplique en todo el mundo. Además de que el tema sea llevado a las discusiones que tienen los representantes de 196 países que asisten a la 13 Conferencia de Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 13), el máximo órgano de decisión sobre el tema de Naciones Unidas que se realiza en el centro turístico mexicano de Cancún del 2 al 17 de diciembre.
“No existe en este momento ni el conocimiento ni la compresión necesaria para liberar impulsores genéticos en el ambiente. Ni siquiera sabemos qué preguntas se deben hacer”, dice Ricarda Steinbrecher, representante de la Federación de Científicos de Alemania.
El apoyo más grande que tiene esta propuesta viene de África, encabezado por los delegados de Ghana y Mauritania.
Aunque hay otros países africanos que aconsejan precaución, un grupo de científicos de esta región demanda su derecho a investigar; hablan sobre la vida y muerte con malaria, los costos para combatir estas enfermedades y le preguntan a las organizaciones que apoyan la moratoria, “¿cómo pueden quitarnos esta herramienta?”
En África subsahariana se condensaron el 91% de muertes por malaria en todo el mundo. Casi medio millón de muertos por una enfermedad que se transmite por picaduras de mosquito, estos solo en el 2015, según la Organización Mundial de la Salud.
“No pretendemos soltar mosquitos con impulsores genéticos mañana, pero sí queremos construir un camino, para que en un periodo… tal vez de diez años, podamos utilizar esta tecnología junto con las demás soluciones que ya funcionan, para erradicar la malaria”, dice Abdoulaye Diabate de la organización Target Malaria.
Detrás de la organización Target Malaria está el gobierno estadounidense. La Fundación Bill y Melinda Gates ha donado $75 millones en la lucha contra la malaria.
Las propuestas a favor de los impulsores genéticos son refutadas por la directora del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC), Silvia Ribeiro: “lo que se elimina es el mosquito, no las causas ni las condiciones en las que la gente se enferma: pobreza, malas condiciones de salud o ambientales, mala alimentación… uno elimina eso y sólo provoca que se vaya a otro lado”.
La investigadora explica lo que hacen los impulsores genéticos: un laboratorio crea un mosco macho y lo envía a pelear con su especie armado con unas tijeras llamadas CRISPR-Cas9. Estas tijeras recortan una parte del material genético de los moscos, como el cromosoma x, que define el sexo, y van a provocar que toda su descendencia, sus hijos, nietos, bisnietos nazcan varones, lo que significa que eventualmente la especie se extinga.
Otra de las preocupaciones del Grupo ETC, es que la industria bélica tenga acceso a esta tecnología. Un impulsor genético podría ser utilizado para que los mosquitos sean una especie de arma biológica.
En México más de 5 mil personas han sido contagiadas con el zika, un virus transmitido principalmente por mosquitos. Esta enfermedad provoca microencefalia en recién nacidos, ocasionando problemas neuronales.
Las organizaciones de la sociedad civil pelean por la protección de la biodiversidad, por encima del derecho a la investigación, mientras se realizan más estudios para evitar la destrucción de una especie o ecosistema.
En la COP 13 se negocian los acuerdos y compromisos que den impulso a la conservación y uso sustentable de la biodiversidad. A la inauguración asistió el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, en ese marco firmó el decreto de cuatro nuevas áreas protegidas.
Pequeños detalles que cuentan
La COP 13 es la principal cita de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, que engloba otras reuniones vinculadas al tema, con la participación de más de 6,700 delegados de 196 países, tiene algunas particularidades, detalles que cuentan.
En el complejo hotelero donde se lleva a cabo la conferencia sobre diversidad biológica huele a árbol recién cortado. La ambientación se compone de estructuras de madera como las que se utilizan para transportar mercancías, para dar la idea de material reciclado, aunque es evidente que estas fueron hechas expresamente para la COP, igual que las latas de aluminio nuevas de chiles La Costeña, pintadas de diversos colores, con plantas aún puestas en bolsas negras de vivero.
El complejo hotelero propiedad del grupo Palace Resorte se edificó en 2005 sobre una zona protegida de manglares. El consorcio aprovechó el daño que dejó a su paso el huracán Vilma para levantarse sobre los destrozos de la naturaleza y la desmovilización de la sociedad civil.
Durante once años de funcionamiento, en el complejo hotelero se han violado varias normas ambientales, como levantar su barda perimetral sobre las dunas areniscas, utilizar la misma declaración de impacto ambiental para seguir construyendo nuevos edificios y, la más reciente, sumergir bloques de concreto en la playa sobre pastos marinos, a lo largo de un kilómetro.
A pesar de las quejas, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) otorgó al Monn Palace el certificado de calidad ambiental, tres días antes de los trabajos de la COP.
Las organizaciones ambientalistas locales de Cancún cuando se enteraron que en esta ciudad y en este complejo se llevaría a cabo la COP 13 pidieron a la Organización de las Naciones Unidas que retirara la sede, por todas las contradicciones alrededor del lugar de la celebración.