En tiempos recientes, se ha venido hablando de una Reforma Educativa para Puerto Rico Sin embargo, al presentar las propuestas, no se toca lo esencial del proceso educativo: lo que ocurre en el salón de clases.
Una verdadera reforma educativa tiene que al menos cumplir tres cosas: convertir el salón de clases en un lugar vivo, donde el estudiante aprenda con sentido, descubra y desarrolle al máximo sus talentos; atender esta diversidad de talentos, ritmos y estilos de aprendizaje de los estudiantes, de forma que todos puedan terminar su cuarto año o su máximo nivel de desarrollo; y enaltecer el lugar del maestro en nuestra sociedad, de forma que las personas con mayor talento y sensibilidad interesen convertirse en maestros.
¿Cómo lograr estas metas? Por ejemplo, para que los estudiantes aprendan con sentido, es preciso atender la diversidad, ya que una misma situación puede tener sentido para unos estudiantes y no para otros. La habilidad de un maestro es también esencial, tanto para darle sentido al aprendizaje como para atender la multiplicidad del estudiantado.
Aunque las tres metas se interrelacionan entre sí, por necesidad, analizaré cada una por separado. En este artículo comenzaré examinando la primera de ellas.
Para que el aprendizaje tenga sentido, es necesario que la enseñanza parta de las concepciones e intereses de los estudiantes. Si no logramos hacer esa conexión, el estudiante podrá repetir la información que le ofrecemos, pero no la integrará a su conocimiento.
En los primeros años escolares, los niños están tratando de entender el mundo, por lo que hacen muchas preguntas: la enseñanza debe trabajar con estas preguntas y no dedicarse a desarrollar las disciplinas académicas. El desarrollo de las disciplinas se debe, pues, integrar a los temas y preguntas que les interesan a los niños; así, en los primeros grados el currículo debe ser integrado.
Supongamos que los estudiantes quieran saber sobre los dinosauros. Partimos de cuentos e información sobre el tema. Aquí integramos el vocabulario, la lectura, el escribir sobre el tema. Integramos conceptos de ciencia; por ejemplo, la interacción entre los seres vivos y su ambiente; de estudios sociales, en qué países se han encontrado los fósiles de los dinosauros; de matemáticas, la recta numérica del tiempo.
En el sistema escolar público de Puerto Rico, existen ejemplos de experiencias de enseñanza integrada como la Escuela Juan Ponce de León (la Nueva Escuela) en Guaynabo; la Escuela Antonio Pedreira en Puerto Nuevo y la Escuela Abraham Lincoln en el Viejo San Juan. Estas escuelas han demostrado que, a través de los intereses de los estudiantes, se puede cubrir el currículo escolar.
Ahora bien, al identificar los temas del currículo que debemos integrar a la enseñanza, nos percatamos que es necesario revisarlos. Por un lado, al tener tan accesible la tecnología que nos permite acceder a tanta información y realizar múltiples procesos y cómputos, debemos revisar los temas a enseñar.
Consideremos un ejemplo en la matemática. Si ya las computadoras realizan los diversos algoritmos, no debemos dedicar tanto tiempo a enseñar esta parte técnica, sino más bien apoyar a que se entiendan con sentido y se puedan estimar los resultados. El tiempo que ganamos al no tener que enseñar los detalles de la mecánica de las operaciones lo podemos dedicar a contenidos que apenas toca el currículo, como la estadística, que es tan importante hoy para entender muchos asuntos que afectan nuestras vidas. En cada materia escolar, debemos hacer un análisis similar de los contenidos que son necesarios instruir.
A la par que con que limitamos o eliminamos ciertos temas del currículo, debemos considerar ampliar o integrar otros que no se cubren, o que están muy limitados, como las artes, o la capacidad y actitud emprendedora. Ampliar el currículo apoya que los estudiantes descubran sus talentos y su vocación. Sobre esto, las experiencias en proyectos con desertores escolares demuestran que una vez el estudiante descubre su talento, y se percata de la necesidad de los estudios para desarrollarlo, se interesa en continuar estudiando y dedica su atención a las clases.
Como vemos, el desarrollar un salón vivo, donde el estudiante aprenda con sentido y descubra y desarrolle al máximo sus talentos, requiere cambios en otras áreas de la experiencia educativa. De hecho, un proyecto de cambio curricular es un proyecto de cambio cultural.
En el próximo artículo, analizaré los cambios que se tienen que dar en la cultura escolar al trabajar con un currículo con sentido, que atienda las capacidades de los estudiantes.
La autora es profesora de matemáticas en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y trabaja proyectos de investigación de desarollo educativo.