¿Recuerda haber escuchado algunas de las siguientes aseveraciones? “Una acerola tiene toda la vitamina C que el cuerpo necesita”, “Si vas a comer carnes es mejor que sean del ganado del país porque es más saludable y bajo en grasa” y “Las conservas de alimentos enlatadas se originaron en Puerto Rico”. Sepa usted que no son frases hechas sin el respaldo de experimentos ni validaciones, sino que son parte del orgullo y la gesta cultural agrícola y de ganado del País. Estas conclusiones y decenas de otros descubrimientos son producto del trabajo de la Estación Experimental Agrícola de Puerto Rico (EEA), que el próximo mes de agosto celebra un siglo de su creación. Desde entonces es conocida y respetada como el principal organismo gestor del desarrollo agropecuario, bovino, de frutas, hortalizas y diversos componentes que han conformado la alimentación y la práctica alimentaria a nivel nacional. Los múltiples hallazgos y logros han quedado documentados en decenas de publicaciones científicas y académicas que han servido como modelo para industrias locales y de otras naciones, principalmente en Latinoamérica, aunque también en los Estados Unidos, afirmó uno de sus principales investigadores, el profesor emérito de la Universidad de Puerto Rico (UPR) José Arroyo Aguilú. Inicialmente la EEA tuvo como propósito resolver los problemas del cultivo de la caña de azúcar. Pero debido al “alto calibre de sus investigadores y el componente interdisciplinario y multiagencial con el que se ha trabajado a lo largo de este siglo nos posicionamos a la vanguardia en experimentos”, aseguró la economista agrícola Mildred Cortés. Origen e historia En 1910 una entidad privada, conocida como la Asociación de Productores de Azúcar de Puerto Rico, asumió la encomienda de realizar trabajos investigativos con caña de azúcar, que antaño era una industria floreciente. Los aciertos permitieron que cuatro años más tarde se creara en propiedad la Estación Experimental Agrícola, a la que la mayoría de los académicos consideran protagonista y responsable del enriquecimiento de la vida rural puertorriqueña. En 1914 la EEA pasó a manos del Gobierno con la condición de que continuara la investigación sobre la caña de azúcar. Aunque así fue, el programa de investigación se amplió gradualmente e incorporaron los cultivos de tabaco, cítricos, piña, arroz, algodón y otros frutos menores. Luego añadieron otros propósitos, como el estudio de suelos y de las enfermedades de las plantas y la selección de semillas nativas e introducidas. “La encomienda era estudiar los tipos de suelos de las distintas centrales [de azúcar] porque aquí están prácticamente todas las variedades de suelos que los expertos conocen. Puerto Rico es un museo de suelos”, aseguró Arroyo Aguilú. Detallar los logros más significativos de la EEA no es tarea fácil, en principio porque al examinar los estudios más emblemáticos, se descubren otros adelantos y servicios igualmente notorios, como, por ejemplo, el progreso de cultivos de alto rendimiento, la resistencia de determinados frutos a enfermedades, las prácticas agronómicas más apropiadas y costo efectivas para las siembras comerciales y la labor del Laboratorio Central Analítico y de Plaguicidas, que ha ofrecido servicio directo al investigador en el análisis de suelos, agua y tejidos de plantas. A través del programa de fitomejoramiento —cuya labor es conservar la diversidad agrogenética— se crearon patentes para enlatar gandules y para el proceso de pelar cocos. La primera permite recuperar hasta el 58.7 por ciento de los granos y sirve para el enlatado de habichuelas, frijoles y otros granos. La segunda consiste de un proceso para remover la corteza de la carne de coco. Quizás uno de los trabajos más admirables de la EEA, que propició la fama que ostentan los puertorriqueños como expertos en el manejo del ron, surgió en 1946 con la Planta Piloto de Ron. La tecnología para realizar investigaciones sobre fermentación, procesamiento, añejamiento y control de calidad en esta industria le han valido a la Isla el reconocimiento internacional. Las finas y ricas mieles que se utilizaron como materia prima proveyeron, además, una alternativa más económica para la industria de este licor. Y que no se diga que Puerto Rico no ha dado sus pinitos en la producción vinícola. Según el doctor Arroyo Aguilú, en la costa sur se elaboraron vinos y bebidas suaves (schnapps) con sabores de frutas de mangó, piña y parcha. Como es natural en una nación de tradición cafetalera las aportaciones de la EEA en torno al café han sido convenientes. Se desarrolló la tecnología para hacer de la caficultura una producción intensa y creciente, con la introducción y la evaluación de variedades nuevas de cafeto, el estudio y desarrollo de sistemas alternos de cosecha con mallas plásticas y la evaluación de sistemas más eficientes para el beneficio del grano. Cortés, que además preside el Comité de los Cien Años de la EEA, señaló que el Laboratorio de Tecnología de Alimentos, creado en 1953, permitió desarrollar métodos adoptados por la industria privada, como Goya y Casera. Uno de sus programas básicos optimizó el uso industrial de las frutas tropicales y de otros productos nativos. En este aspecto, el Laboratorio proveyó ayuda de gran valor a la industria de enlatados de Puerto Rico, ya que ofreció a sus técnicos información científica sobre nuevos productos derivados de nuestras frutas y vegetales y auspició seminarios frecuentes en los que se discutía la adopción de nuevas técnicas industriales. “Para los tiempos del presidente [John F.] Kennedy, cuando estaba el programa Alianza para el Progreso, los técnicos y científicos de varios países se adiestraban en la EEA. Venían desde África y otros países y daba gusto verlos caminar por ahí, con sus túnicas y ropajes típicos, aprendiendo sobre el proceso de elaboración de enlatados”, rememoró Arroyo Aguilú. “¿Podríamos entonces decir que la cultura de alimentos en conservas tuvo su génesis en Puerto Rico?”, preguntó Diálogo al equipo de científicos portavoces durante la entrevista en el edificio original de la EEA, ubicado en los predios del actual Jardín Botánico de Río Piedras. “Ciertamente”, aseveró enfático Jaime Escudero, asociado en investigaciones. Con igual entusiasmo el doctor Arroyo Aguilú precisó que la industria de conservas de cultivos tropicales para Latinoamérica se originó en Puerto Rico durante la década de los años cincuenta. En el Laboratorio de Tecnología de Alimentos igualmente se realizaron importantes estudios sobre el periodo de consumo preferente y comportamiento de los productos elaborados. “El aislamiento e identificación de componentes organoeléctricos [pruebas de sabor] y aromas de frutas tropicales como la yautía, yuca, ñame, plátanos y guineos también contribuyeron a mejorar y sofisticar la dieta del puertorriqueño”, indicó el doctor Escudero. Operaciones para el sustento Antes de que la reducción en el presupuesto y la falta de continuidad de los esfuerzos interagenciales dejaran al Laboratorio inoperante en 2003, se trataron y aceptaron nuevos productos de pollo y se trabajó en la poscosecha de frutas y hortalizas y legumbres. “El laboratorio siempre trabajó a la par con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) en cuanto a calidad de procesamiento e informes educativos”, reveló Cortés. El surgimiento del proceso de congelación permitió la distribución de tostones de plátano verde, la preparación de tajadas y pastas de cidra en almíbar, el empaque de la pulpa de guayaba con la que se elaboran jaleas y pastas de alta calidad y la preparación de platanutres. También confeccionaron jugos y néctares de mangó, guanábana, guayaba y papaya enlatados, y envasaron y enlataron congelados batatas y gandules. Por otro lado, proyectos comparativos realizados con la Escuela de Medicina arrojaron que la concentración de vitamina C en la acerola es 50 veces mayor que en el jugo de china y que es la fuente natural más rica de este indispensable nutriente. A raíz de este descubrimiento, la Estación inició experimentos para desarrollar variedades de gran producción y de tamaño uniforme y para controlar las enfermedades, insectos y parásitos que la atacan. A través de las técnicas de procesamiento comprobaron que una proporción de jugo de acerola a 27 de otro jugo es suficiente para enriquecerlo. Este logro obtuvo el reconocimiento del Consejo de Nutrición de la Asociación Médica Americana que autorizó el enriquecimiento de todos los alimentos con esta vitamina, mediante la adición de jugo de acerola. Ganamos con el ganado De acuerdo con los científicos entrevistados el programa de pastos y ganadería es otro de los proyectos sobresalientes que ha trascendido los límites geográficos y se ha implantado en otras zonas tropicales. Se ha demostrado que a través del uso intensivo y sistemático de pastos de buena calidad el ganadero puede reducir significativamente los costos de producción y conseguir un ganado bajo en grasa. “La carne fresca producida en la Isla tiene alrededor de un 3 por ciento de grasa y se le conoce como dietética”, expresó Cortés. La raza pura de ganado SENEPOL, original de Santa Cruz e introducida y adaptada al ambiente local, ofreció a los ganaderos una mayor oportunidad de maximizar ganancias. “Después de 26 años de trabajos experimentales con la raza de ganado —evaluando los cruzamientos de esta raza con otras— el Departamento de Industria Pecuaria, del Colegio de Ciencias Agrícolas de la UPR, logró establecer un hato de reconocida calidad genética”, informó Cortés. A finales del año pasado, ganaderos de la raza SENEPOL de islas caribeñas vecinas visitaron el Proyecto de Ganado de Carne en la finca Montaña en Aguadilla. Estaban interesados en ver los resultados del mejoramiento genético y los cruces que se realizan como parte de las investigaciones de la EEA. El encuentro culminó con la compra de 45 animales que se trasladaron a fincas vecinas en la República Dominicana. Al alimentarse sólo de pasto el vacuno tiene más fibras, lo que potencia su formación y su calidad. “Pero para sostener una industria alimentándose únicamente de pasto tienes que trabajar en investigación de pastos de excelente calidad y altos en proteínas y fibras”, afirmó Cortés. Lo mismo es cierto en el caso de la producción lechera. La EEA respalda que la dieta de las vacas boricuas consista exclusivamente de pasto. “Por eso es tan importante la empresa del forraje”, recalcó la economista. Para el botánico del Recinto Universitario de Mayagüez Carlos E. Ortiz existe un logro poco reconocido de la EEA y la UPR. Se trata de la Yerba Estrella, que contribuyó al sostenimiento de la industria lechera y de producción de carne en la Isla y otras áreas tropicales de América y el Pacífico. “El país también se nutrió económicamente de esta industria”, sostuvo. Comprometidos con los suelos En los últimos años se han desarrollado prácticas de control de plagas, para minimizar el uso de plaguicidas y reducir la contaminación de suelos y de aguas. Sólo con hongos y nematodos entomopatogénicos han controlado los insectos que dañan los cultivos, y han utilizado insectos para controlar las plantas acuáticas. Se ha evaluado además el uso de desechos orgánicos (como la gallinaza y cienos sanitarios) como fertilizantes y enmiendas al suelo para resolver los problemas de fertilidad. De otra parte, los estudios de riego por goteo para hortalizas y frutales han sido pieza clave en el desarrollo agrícola de la costa sur. Conscientes de la importancia de conservar los recursos naturales, han trabajado en el desarrollo de prácticas de preservación de suelos para el control de la erosión. “En la zona montañosa se evaluó y obtuvo nuevas variedades de ñame, que al no requerir estacado, reducen notablemente el costo de producción y aumenta la ganancia del agricultor”, expresó Escudero. Los cultivos de yautía realizados por las subestaciones montañosas demostraron que por su alto rendimiento resisten al ‘mal seco’ que presentan las variedades comerciales tradicionales. El desarrollo de la tecnología para el cultivo de plátano y guineo ha contribuido significativamente al rápido crecimiento de esta lucrativa empresa. “Precisamente se creó una veda fitosanitaria para que no entren productos frescos que se trabajan con éxito en el país, a menos que haya una excepción bien grande como puede ser un huracán”, informó Escudero. Las habichuelas nuestras de cada día también llegan a países centroamericanos pues a través del programa de hibridación de la Estación han sido liberadas para uso comercial. “No sólo son buenas productoras, también son resistentes a enfermedades”, enfatizó el investigador Escudero. Orgánicos en Gurabo En la zona húmeda subtropical de la subestación experimental de Gurabo están en proceso de certificar dos cuerdas de terreno para practicar la agricultura orgánica. La creciente demanda de los consumidores mundiales como consecuencia de la preocupación sobre el efecto del manejo inadecuado de insumos agrícolas convencionales en el ambiente y en la salud humana ha favorecido la expansión de los sistemas de producción agropecuaria orgánicos. “Estos sistemas ayudan a mantener y mejorar la salud de los ecosistemas agrícolas y los naturales ya que evitan el uso de fertilizantes sintéticos, plaguicidas y reguladores del crecimiento. Nuestra institución con el apoyo del Recinto y financiamiento externo del Servicio de Conservación de Recursos Naturales Federal ha iniciado trabajos para dar a conocer prácticas orgánicas en manejo de cultivos”, detalló Ortiz. Los proyectos vigentes recurrirán al manejo orgánico de vegetales, raíces y tubérculos. Se contempla ofrecer oportunidades económicas para agricultores bonafide que deseen explorar esta modalidad de producción. “Tendremos una serie de charlas y días de campo. Esta iniciativa es novel y emblemática en la Estación Experimental; esperamos llevarla a cabo satisfactoriamente”, pronosticó Ortiz. La divulgación Como la mayoría de los organismos científicos respetables, la EEA cuenta con publicaciones para dar a conocer los resultados de sus investigaciones. The Journal of Agriculture of the University of Puerto Rico es, según sus gestores, “la única revista de índole científica en Latinoamérica que se ha publicado sin interrupción desde el 1917”. Con una tirada de más de 700 ejemplares cuatro veces al año, la edición bilingüe llega a 66 países. “Es una publicación emblemática en la que muchos científicos reconocidos han publicado”, aseveró Arroyo Aguilú. Al presente la Estación en conjunto con el Departamento de Agricultura es autora de otra publicación influyente: los Conjuntos Tecnológicos, que detallan las prácticas de manejo eficientes de los diferentes cultivos y funcionan como una guía para los agricultores. “Si tú vas a sembrar plátanos puedes leer qué tipos de prácticas económicas puedes hacer. Te recomienda sobre enfermedades, abono, suelos, manejo de semillas y de la cosecha. Una guía para toda la fase de producción del cultivo”, aseveraron Cortés y Escudero. Las subestaciones Por un lado, la Estación Experimental Agrícola (EEA) tiene la responsabilidad de investigar y poner a prueba nuevas técnicas o propuestas agrícolas que beneficien este sector y la economía del País. Por otro, colabora en la propagación y distribución de árboles frutales y ornamentales y otros proyectos a cargo de las subestaciones. Los proyectos de investigación se originan en su mayoría en estas empresas agrícolas y las prioridades se enmarcan en los diversos cultivos “según vayan surgiendo”, coincidieron los entrevistados. “Identificamos una necesidad y hacemos la propuesta para ver si nos aprueban los fondos federales”, señaló Mildred Cortés al tiempo que recordó la primera asignación federal para la EEA de $15 mil. Hoy día a través de proyectos de asignación estatal y federal el presupuesto ronda los $28 millones. ADJUNTAS: Enclavada en la montaña desde su fundación en 1952, posee las condiciones ecológicas adecuadas para el cultivo de café y la investigación con lechuga y frutas exóticas. Produce arbolitos injertados de cítricos y guineos. LAJAS: En la costa suroeste desde 1946, posee un gran potencial para el cultivo de hortalizas y frutas y para la producción de vacuno, cerdos, aves de corral y conejos. Científicos de la subestación trabajan en colaboración con universidades en Estados Unidos en estudios de fitomejoramiento del arroz y la soya. ISABELA: La primera subestación, creada en 1928 en los llanos costeros del noroeste, donde se realizan investigaciones sobre la producción de granos (habichuelas, gandules, soya), farináceos (yautía, ñame, yuca, plátanos), frutales (papaya y cítrico) y manejo de ganado de carne. JUANA DÍAZ: Conocida como Subestación de Fortuna desde su fundación en 1959, en ella se estudian los aspectos hortícolas relacionados con las hortalizas de mayor potencial en la costa sur, incluidos el riego, la fertilización, el control integrado de plagas y los herbicidas. También se desarrollan y evalúan variedades de frutas tropicales como aguacate, mangó, quenepa, níspero, guayaba, guanábana, carambola, acerola y caimito. Cuenta con una de las colecciones de variedades de mangó más grandes del mundo y el único germoplasma en el Caribe. COROZAL: Localizada en la medianía húmeda desde su creación en 1949, se estudian los problemas relacionados con los cultivos de plátanos, guineos y de raíces y tubérculos. También realizan investigaciones sobre forrajes, cítricos y ganadería de carne. GURABO: Este bosque húmedo subtropical fue fundado en 1953 y creado para desarrollar programas de tabaco y cacao. Actualmente se realiza investigación sobre farináceos, gramas, plantas ornamentales y mejoramiento de pastos. Cuenta además con una vaquería experimental y productos de cultivo orgánicos. Este texto fue publicado en la edición de abril-mayo de Diálogo. Para ver la versión en PDF del periódico, pulse aquí .