
No sabía quiénes se sobrecogían más, si los que estaban engabanados en misión para velar por los derechos civiles o los que con cada palabra que decían revivían sus enfrentamientos con la Policía. Algo sí era claro… no fue fácil para nadie.
“Por favor… no nos victimicen”, dijo el periodista de Radio Huelga y estudiante de Derecho Ricardo Olivero, ante la mirada fija de la delegación de la American Civil Liberties Union (ACLU) sentada al frente suyo en el anfiteatro de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, que tomaba nota sin cesar del testimonio de uno de los fundadores del medio alternativo estudiantil y de al menos 20 personas que, en poco más de dos horas y media, relataron sus desagradables experiencias con miembros de la Policía de Puerto Rico, durante la huelga estudiantil que sacudió el Recinto de Río Piedras por los pasados 13 meses.
“Sé que nos dijiste que no los victimicemos”, le comentó directamente a Olivero la actriz Rosie Pérez, parte de la delegación de la ACLU que durante esta semana estuvo en Puerto Rico investigando los reclamos de violaciones de derechos civiles contra los universitarios. “Pero aquí no hay duda de que ustedes fueron victimizados por su propio Gobierno. Para mí es un honor estar aquí. Los aplaudo y los felicito”, puntualizó Pérez, quien trabajó junto a Woody Harrelson en ‘White Men Can’t Jump’, y se destaca por ser una de las actrices niuyorricans más prominentes de los últimos tiempos, y cuyo trabajo por la comunidad puertorriqueña siempre ha ido a la par con su éxito cinematográfico y teatral.
En YouTube sobran los vídeos de los encontronazos entre policías y estudiantes, pero escuchar los testimonios de los afectados por la violencia llevan a revivir de nuevo aquellos traumas. Si alguien exprimiese aquel micrófono, una vez finalizadas todas las deposiciones: gotearían golpizas, perdigonazos, insultos, insinuaciones sexuales, lágrimas, intimidación y otros profundos daños físicos y sicológicos.
Allí estaba Gabriela Camacho, alumna de Derecho y militante estudiantil quien fue arrastrada y atacada por la Policía frente al Capitolio en el gráfico motín del 30 de junio de 2010. Allí, otro estudiante de leyes, Gamelyn Oduardo, contó la angustia que vivió cuando fue arrestado durante un enfrentamiento en el que los policías, armados con todo su equipo antimotines, empujaron a los estudiantes desde la Avenida Gándara hasta acorralarlos en Plaza Universitaria, donde según los testimonios y la interminable cantidad de vídeos en la red, se sirvieron con el cucharón enorme y repartieron golpizas.
La audiencia presente, los que no hablaron, se estremecían. Carlos Delgado, el jonronero boricua más prolífero en las historia de las Grandes Ligas y ahora activista de la ACLU, tomaba nota mientras alzaba las cejas por el desconcierto que le causaban los testimonios que escuchaba.
“Uno ha visto los vídeos, lo ha visto por televisión, pero ver a estos muchachos narrando los sucesos es otra cosa”, dijo luego el recién retirado toletero y fuerte futuro candidato al Salón de la Fama, quien antes de concluir la vista de la ACLU agradeció a los estudiantes “por no dejar meterse los mochos. Muchas gracias por compartir su testimonio, eso enseña su valentía y coraje”.
Valentía y coraje allí sobró, especialmente cuando hablaban personas que han vivido un patrón de persecución política extenso, como el estudiante José E. García, de la Organización Socialista Internacional, quien indicó que recibe tratamiento luego de sufrir daños sicológicos tras ser agredido por la Policía durante la huelga de los maestros de 2008, y ser acosado durante su participación en la huelga estudiantil, y que, además, estuvo hospitalizado por condiciones siquiátricas a raíz del maltrato psicológico recibido.
Por su parte, la abogada Linda Backiel, representó a la estudiante Michelle Padró, en su comparecencia. Padró fue la estudiante agredida con un cartucho de gas lacrimógeno durante los incidentes de la madrugada del 21 de agosto de 2009, cuando un grupo numeroso de policías que incluyó a la Fuerza de Choque irrumpió a macanazo limpio en la Avenida Universidad.
“Me dicen [ los agentes policiacos] que todo lo que sucedió está en los informes y luego me dicen que esos informes son confidenciales”, denunció Backiel.
Valentía y coraje también se desbordaron ese día en el testimonio de Iván Quintana, padre de una estudiante que relató cómo patrullas de la Policía han perseguido a su hija hasta su propia casa; y en el de la estudiante Mariana López, quien recordó las feas peripecias de los poco preparados oficiales de la Capitol Security de Chicky Starr fueron contratados por Facebook; y en el del estudiante Manuel López, quien relató cuando fue arrestado en la Facultad de Naturales “tan solo por repartir papeles”; y en el testimonio del estudiante Rafael Ojeda, del estudiante Abner Barrientos, quien describió el logo del denominado ‘Grupo de los 100’ que formó el superintendente José Figueroa Sancha para combatir hampones y que estuvo en la ‘Iupi’ enfrentando a los estudiantes, “un parcho con una calavera y dos huesos… incluso había uno de ellos con una swástika tatuada… usaban muchas tácticas de intimidación”; y en el de la empleada no docente Myriam L. Vélez, quien relató el día en que al estudiante José Pérez, conocido como ‘Osito’, fue apabullado en el piso por varios policías estatales, mientras ella les pedía que no le pegaran más.
“Día tras día, mi meta se convertía en salvar vidas”, rememoró Vélez. “Cuando cogen a ‘Osito’, cuando lo acorralan, yo lo único que les decía era que ya estaba bueno, que ya lo tienen, que ya lo tienen. Uno de los policías me dijo: ‘¡¿Qué tú quieres?! ¿¡Qué lo trate como una nena!?’. Fue fuerte, muy fuerte”, relató.
Una que sí vio su vida en peligro fue la estudiante Zulee Aguilar, la joven de casi cinco pies de estatura quien dijo haber sido torturada cuando la arrestaron en el Capitolio tras realizar desobediencia civil. Aguilar, cuyo mejor respaldo es la evidencia audiovisual que recogen los videos que los integrantes de la delegación de la ACLU vieron antes de escuchar su testimonio, recordó cuando perdió el conocimiento al ser objeto de una de las técnicas de rendición que utilizó la Policía para desalentar la desobediencia civil.
Sobre estas técnicas de fuerza letal también dio fe el estudiante Rafa Ojeda, reconocido por ser el que, después de ser maltratado por la Fuerza de Choque, en un vídeo le dice a un policía mientras está esposado: “¡Tú no puedes contigo! ¡Tú serás más grande que yo, pero mi corazón es mil veces más grande que el tuyo!”.
Mientras, su colega estudiante Yaritza Figueroa, de la Escuela de Comunicación Pública, narró el funesto día de la ‘pintata’ frente a la Biblioteca José M. Lázaro, donde a Adriana Mulero, una de las huelguistas más reconocidas, “los policías le gritaban ‘¡Puta!’ y ‘¡Cabrona!’ mientras la esposaban. A mí y a otras muchachas nos tiraban besos cuando les reclamábamos. Y ese día nos tuvieron encerradas 12 horas y ni un solo cargo nos radicaron”.
Se hace difícil describir las caras y las reacciones de los miembros de la delegación de la ACLU con otras palabras que no sean sorpresa o perplejidad. Ah sí, ya aparecieron tres palabras más: molestia, ofensa, indignación.
“Cuando hablamos con el Secretario de Estado, Kenneth McClintock, y con (Marcos) Rodríguez Ema, Secretario de la Gobernación, ellos hablaban como si ustedes fueran los peores, como si los estudiantes fueran los malos. Se sentía el resentimiento. Pero nosotros sabemos que ustedes son el futuro de Puerto Rico”, dijo el presidente de la ACLU a nivel de Estados Unidos, Anthony Romero, de descendencia boricua, mientras Angelo Falcón, presidente y fundador del Instituto Nacional de Políticas Públicas Latinas, y Juan Cartagena, presidente de la organización Latino Justice, asentían. A su lado, el pelotero Delgado, la actriz Pérez, la investigadora Jennifer Turner y el asistente del Fiscal General de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, Tom Pérez también concordaban.
Precisamente, Romero dijo ese día que Pérez presentará un informe ante el Departamento de Justicia sobre lo que aparentan ser múltiples abusos de poder de índole físico, sicológico y sexual. Y entonces, vino la pregunta de parte de Romero. “¿Porqué ustedes creen que la violencia en la UPR escaló de tal manera durante la huelga?”, indagó.
“Con la presencia de la Fuerza de Choque la violencia escaló. Usaban gases lacrimógenos en las cercanías de las tres escuelas superiores, intermedias y elementales que hay alrededor de la UPR. Si a eso se le añade la intransigencia de la administración universitaria para realizar diálogo, la cosa se pone peor”, respondió la profesora María Gisela Rosado Medina, ex presidenta de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) que, según dijo, “siempre estuvo vigilante durante todo este proceso por que la situación era una muy tensa”.