On ets, Espanya? — No et veig enlloc.
No sents la meva veu atronadora?
No entens aquesta llengua — que et parla entre perills?
Has desaprès d’entendre an els teus fills?
Adéu, Espanya!
Joan Maragall, Oda a Espanya.
En su famoso poema Oda a España (1898), Joan Maragall, el poeta más reconocido del modernismo catalán, expresaba el deseo de las élites catalanas de regenerar la España del siglo 19. El poeta le preguntaba a una España que acababa de sufrir la pérdida de sus colonias: ¿qué eres España y a dónde quieres ir? Históricamente, durante los siglos 19 y 20 el catalanismo político ha estado en búsqueda de una fórmula de encaje dentro del marco estatal español a la misma vez que pugnaba por modernizar y europeanizar España. Desde Francesc Pi i Margall y Valentí Almirall hasta Enric Prat de la Riba y Antoni Rovira i Virgili, el catalanismo político del final del siglo 19 y el siglo 20 se ha dedicado a proponer fórmulas de pluralismo territorial del estado (autonómicas o federales) que garantizaran el acomodo de Cataluña con su singularidad dentro de un estado pluralista. De hecho, no es hasta el 1989 que por primera vez en la historia de ese país aparece en el Parlamento catalán un partido claramente independentista, con la transformación de ERC ese mismo año.
Esta trayectoria histórica ha cambiado significativamente en la última década. Desde el 2005 hasta el presente la fórmula autonomista ha perdido su resplandor y los proponentes del federalismo pluralista no han podido realizar su proyecto constitucional debido al balance de fuerzas políticas existentes y a la falta de compromiso con su propio programa político. Por el contrario, el independentismo ha crecido vertiginosamente, y en las elecciones legislativas autonómicas del pasado domingo 27 de septiembre ganó con mayoría absoluta una coalición de partidos que son claramente partidarios de la independencia, por primera vez en la historia de esa nación.
Aunque las raíces de la crisis constitucional que se avecina son profundas y multifactoriales, podemos esbozar una explicación de cómo y por qué ha evolucionado la orientación política del movimiento nacional catalán. El Título VIII de la Constitución de 1978 estableció el Estado de las Autonomías (EdA) como un modelo constitucional que pretendía gestionar la gran diversidad territorial de España. Viniendo de una tradición centralista y unitaria, el EdA era un paso hacía una descentralización administrativa, con algunos elementos federales.
Crece el interés por la independencia
Durante los años 2006-2010, se escenificó en España un drama político y constitucional que puso a prueba los límites de la estrategia de acomodo territorial dentro del marco de la Constitución española del 1978 (“CE”). Debemos recordar que desde el verano del 2006, la comunidad autónoma de Cataluña había puesto en vigor su nuevo Estatuto de Autonomía (“EAC”), que fue aprobado en el Parlamento catalán en el 2005 y luego por la Cortes españolas (tras recortarlo significativamente) y refrendado por los ciudadanos en Cataluña.
El EAC subsiguientemente fue recurrido ante el Tribunal Constitucional español (“TC”) por el Partido Popular, alegando la inconstitucionalidad de muchos de sus preceptos. Durante varios años hubo una gran expectativa en España ante el inminente fallo del TC sobre el EAC. Finalmente, el TC hizo pública su sentencia el 9 de julio del 2010. La sentencia anuló sólo 14 artículos y reinterpretó otros 27 de los más de 200 que tiene el EAC, pero entre los anulados estában los preceptos más centrales. La sentencia impidió declarar “preferente” la lengua catalana, tener un Poder Judicial autónomo, y ampliar las competencias fiscales de Cataluña, etc. Mantenía que el término nación en el EAC no tenía ninguna validez jurídica y enfatizaba reiterativamente la “indisoluble unidad de la nación española, consagrada en la Constitución”.
La sentencia del TC del 2010 fue un momento constitucional que actuó como catalista político y tuvo un impacto enorme sobre el balance de fuerzas políticas en Cataluña. Veamos dos índices de comportamiento político que avalan este análisis, usando datos del Centre d’Estudis d’Opinió. Cuando se le pregunta a la ciudadanía cuál es su preferencia constitucional sobre la relación entre Cataluña y España, en el 2006, el 8.1% decía región, el 38.2% decía comunidad autónoma, el 33.4% decía una unidad de un estado federal, y sólo 13.9% decía un estado independiente. En el 2013, sólo 20.7% optaba por comunidad autónoma, mientras que 22.4% decía una unidad dentro de un estado federal y ya el soberanismo estaba en ascenso, con un 46.4% optando por un estado independiente.
La identidad nacional subjetiva también ha ido evolucionando. En el 1988, por ejemplo, el número de personas que se identificaban “sólo catalán” era 11.1% y “más catalán que español” era 28.2%, e “igual catalán que español” era 40.4%. Las identidades duales predominaban. Ya en el 2013, se notaba una evolución lenta en la dirección de más catalanismo. En el 2013, 29.1% se identificaban “sólo catalán,” 27.9% “más catalán que español” y 35.1% igual catalán que español”.
El artículo 149.32 de la CE otorga la competencia exclusiva al estado central para autorizar la convocatoria de referéndums. Según la jurisprudencia del TC, difícilmente se podría autorizar un referéndum vinculante sobre la independencia de una comunidad autónoma (como lo hubo en Escocia hace un año), pero es posible (según algunos constitucionalistas) autorizar un referéndum consultivo si hubiera la voluntad política en el Congreso de los Diputados de hacerlo. En los últimos años eso no ha sido posible, así que los partidos políticos catalanes decidieron organizar unas elecciones legislativas autonómicas que ellos llamaron “plebiscitarias” el 27 de septiembre.
Sobre el último proceso eleccionario
Precisamente, el pasado domingo 27 de septiembre estuve en Barcelona como observador de este proceso. Ese día, fui a visitar cinco colegios electorales en Sabadell. Un profesor de la UAB, experto en sociología política y medición de la opinión pública, me acompañó en ese tour político. El primero era un colegio en el centro por la Rambla, y principalmente un lugar donde iban personas de clase media para arriba. Este es un colegio donde casi siempre CiU sacaba la gran mayoría de los votos.
En otras palabras, un colegio catalanista de clase burguesa. El segundo era un colegio de clase media y clase baja donde históricamente ERC ha sacado la mayoría de los votos. El tercero era en el barrio de Campoamor en la escuela Ribot i Serra, en un sector con inmigración del resto de España y más bien terreno del PSC. El cuarto era en un sector de inmigración pobre donde PSC predominaba pero que ahora puede ser que hayan votado por Ciudadanos. El quinto era en la zona más periférica, donde todo el mundo hablaba castellano.
Fue una experiencia valiosa pues pude ver la dinámica sociocultural, lingüística, y étnica en esa jornada electoral. La sociología política es muy multidimensional en ese país, ya que hay que tomar en consideración variables tales como la clase social, el origen de la población, la mezcla étnica de cada sector, y el tema lingüístico. En ningún momento vi tensión étnica o cultural ni problema alguno con la votación, a pesar de la trascendencia del momento.
El único problema en la votación ha sido en el voto del exterior. Han habido miles de querellas por la manera que el estado central ha gestionado este asunto. Menos de 20,000 han podido votar de 200,000 catalanes en el exterior.
Unas elecciones autonómicas plebiscitarias son un híbrido político. Antes del 27S, estaba claro que Junts pel Si y las CUP juntos era el bloque del SÍ. El bloque del NO era Ciudadanos, PP, y el PSC de Miquel Iceta. Sin embargo, tanto Unió como Catalunya Si Que Es Pot dijeron inequívocamente que ellos no estaban en este momento ni por el Sí ni por el No. De hecho dentro de ICV (que es parte de CSQEP) siempre ha existido un sector soberanista, lo cual es muy conocido y yo lo pude constatar durante mi propia investigación de campo en Cataluña hace 10 años.
Los partidarios del SÍ ganaron mayoría absoluta en el Parlament con 72 escaños y en votos individuales casi 48%. Entonces, el bloque del NO sacó casi 40% del voto. Pero hay un 11.4% que no se puede contar como NO (que es la lectura equivocada que hacen en Madrid). Además, hay un 0.5% de votos en blanco que cuentan, y miles de otros votos para partidos extraparlamentarios. Por eso es que los del SÍ dicen que sacaron de seguro casi 48% del voto pero nadie puede asegurar que todos los demás votos son del NO. Habría que tener un referéndum consultivo genuino para aclarar este asunto. Además, ya sabemos que sólo un 26% de la sociedad catalana (los votos de Ciudadanos y PP) están satisfechos con el status quo. Todos los demás (incluyendo al PSC) quieren un cambio.
Existe ahora en Cataluña el movimiento secesionista más exitoso de cualquier democracia occidental en los últimos 40 años. Más potente que los de Quebec (en 1976-1995) y Escocia (en 2010-2015), tomando en consideración la historia pos-1975 de España. En 2012 los partidos pro-independencia sumaron 624,559 votos (o 21.9%) y 24 diputados. En 2015, sumaron 1,957,348 votos o 48% del total. De hecho, entre el 9N (en 2014) y el 27S el voto independentista creció en más de 100,000 votos.
Ante este reto, España tiene que responder con propuestas constitucionales de acomodo, con un plan de diálogo político, y con un sincero compromiso con el cambio. Si el estado español sigue con su enfoque inmovilista, no dudo que el independentismo vaya a seguir creciendo. Desafortunadamente, no hemos visto un enfoque constitucional constructivo en España desde que el PP está en el poder. Todo lo contrario, su respuesta ha sido tozuda e inmovilista, e insisten en judicializar un asunto que urgentemente requiere una respuesta política y constitucional inteligente. De hecho, la semana pasada imputaron a Ortega, Rigau y Mas por supuestos delitos relacionados al 9N. Este tipo de judicialización sólo va a fortalecer la causa secesionista.
Por primera vez en la historia de ese país va a haber una mayoría netamente independentista en el Parlamento. Recordemos que hace escasamente 10 años el autonomismo era la orientación política dominante, pero toda esa simpatía por el autonomismo ha desaparecido. La otra alternativa es el federalismo plural que proponen Podemos, IU, y PSOE, pero no podemos asegurar que vayan a llegar al poder en las elecciones generales de diciembre.
La participación electoral fue de récord (77%) y había un temor que esto le diera un vuelco a las expectativas creadas por las encuestas, ya que se pensaba que una altísima participación favorecería el NO (debido a que algunos dicen que hay una “mayoría silenciosa”), pero claramente eso no ocurrió.
El futuro de Cataluña
En vista de todo lo anterior, en estos momentos visualizo cuatro posibles escenarios para la relación Cataluña-España. Primero, sobre una posible Declaración Unilateral de Independencia (DUI), la CUP ya declaró el día 28 de septiembre que renunciaban a ese paso por ahora, en vista de que el Sí no superó el 50% de forma clara. La posición de ERC y CDC sobre este asunto no ha sido articulada claramente, pero por ahora nadie ve una DUI en el horizonte. Segundo, como dijo Alex Salmond (antiguo líder del SNP escocés) esta semana, Junts pel Sí tiene un claro mandato democrático para seguir con su hoja de ruta, y para exigir un referéndum vinculante del estado central.
El gobierno catalán puede seguir con la construcción de estructuras de estado. Supongamos que haya un cambio en el gobierno español en diciembre y que sea posible negociar la celebración de un referéndum (consultivo), creo que la mayoría de las fuerzas políticas catalanas aceptarían esta alternativa y veríamos la celebración de un referéndum consultivo definitivo, con una pregunta clara, al estilo escocés. ¿Qué pasaría en ese referéndum? El sí estaría muy cerca del 50% pero no sé si lo superaría. Tercero, supongamos que en diciembre no hay cambio en el gobierno español y continúa el gobierno de Rajoy (o apoyado por Ciudadanos), entonces se abre un escenario de conflicto duradero y posiblemente desestabilizador.
De seguir la misma estrategia inmovilista en Madrid, probablemente el independentismo catalán continuará creciendo. Este es un escenario que llevaría a niveles insospechados de conflicto institucional y previsiblemente a la larga desembocaría en una DUI. Seguramente, el estado central se opondría con todos los medios a su disposición. Aunque aún en ese escenario, hay un espacio para la negociación. Un cuarto escenario, menos probable, es que la CUP y Junts pel Sí no se puedan poner de acuerdo sobre la investidura del Presidente del gobierno catalán y haya que tener elecciones catalanas de nuevo en marzo. En este último escenario, si se combinara con el tercero, en una hipotética nueva elección catalana en marzo veo un gran potencial para el crecimiento del voto pro-independencia.
El autor es catedrático asociado del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Además, publicó el libro “Visions of sovereignty: nationalism and accommodation in multinational democracies” y “Constitutionalism and the politics of accommodation in multinational democracies”.