“Embuste”, palabra utilizada por el boricua a menudo, mantiene una presencia igual de firme en el vocabulario del cinéfilo empedernido. Aunque el público entienda y acepte el grado de ficción que entrega una película, siempre cuestionarán la veracidad de una cinta cinematográfica ya sea con la explosión de un carro, la personificación de algún animal o los cambios de humores de un personaje.
Mission Impossible, la serie de películas mundialmente taquillera dedicadas a la acción y el espionaje, se localiza en el trono principal de una jerarquía bastante enramada de “embustes” en el cine hollywodense. Rogue Nation, la cuarta secuela de esta saga cinematográfica, se acopla excelentemente a este tipo de cine explosivo, donde predominan la acción y los efectos especiales. Su espectacular apuesta resulta sumamente entretenida, a pesar de carecer de profundidad temática.
Christopher McQuarrie, escritor de Edge of Tomorrow y The Usual Suspects, se apodera de la dirección de este filme veraniego en donde la ficticia Fuerza de Misiones Imposibles (IMF, por sus siglas en inglés) contempla sus últimos días. Luego de los eventos de Ghost Protocol, película anterior, la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) planifica absolver esta arriesgada patrulla liderada por el infame Ethan Hunt.
Sin embargo, Hunt, interpretado una vez más por Tom Cruise, evidencia la existencia de una red internacional de terroristas presumidamente muertos llamada “The Syndicate”, liderado por Solomon Lane (Sean Harris). Con la ayuda de la agente británica Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), Hunt entonces reclutará secretamente a su equipo compuesto por Benji Dunn (Simon Pegg), William Brandt (Jeremy Renner) y Luther Stickell (Ving Rhames) para detener una ola inminente de crímenes inhumanos.
McQuarrie logra la magnífica labor de superar las películas anteriores en la colección, desafío que también derrotaron JJ Abrams y Brad Bird con Mission Impossible III y Ghost Protocol respectivamente. Con excepción de Mission Impossible II, las secuelas de esta serie nos aseguran que superarán las secuencias tan rimbombantes y espectaculares que entregaron sus predecesoras.
Desde su principio hasta el final, Rogue Nation no desacelera su ritmo adentrándose en la norma dentro de películas de esta escala como las persecuciones vehiculares y disparos interminables. No obstante, McQuarrie le da un toque único a varios momentos de su película como adjuntarle una secuencia tensa de un posible asesinato a las composiciones operáticas de Giacomo Puccini.
Una mención especial se le debe otorgar al director por su oda a la gran persecución en motocicletas que fue lo único que brilló en el segundo largometraje de Mission Impossible. Con la inclusión de esta escena McQuarrie le muestra respeto a las ocurrencias de los directores anteriores. Al mismo tiempo, lanza un gran reto a los futuros directores de esta serie de películas, al presentar una producción de una calidad fílmica insuperable.
Asimismo, una película de espías (especialmente Mission Impossible) no tiene efecto sin su entrega de artefactos tecnológicos envidiables. Rogue Nation tampoco decepciona en este departamento con la inclusión de instrumentos musicales que se convierten en rifles de francotiradores. Al igual, incluyen adaptadores que transforman una página de revista en un monitor para computadoras y las ya conocidas máscaras entre otros.
En algún otro caso, la simplicidad temática que ofrecería una película como Rogue Nation pasaría como desagradable y vaga. Lo que salva el filme de McQuarrie se encuentra en la complejidad dentro de esta sencillez dramática. Los engaños y las traiciones de muchos de los personajes principales del filme dificultan una trama totalmente predecible.
Al igual, las corografías de pelea son bastante fuertes como para compararse con las luchas complicadas que se encuentran en filmes como The Bourne Identity. Además de complementarse actoralmente, Cruise y Ferguson comprueban sus habilidades combativas en estos momentos llenos de adrenalina.
Como personaje principal, Cruise no parece envejecer con cada entrega de Mission Impossible. Por otro lado, Ferguson desempeña un papel tenaz que fortalece a la mujer a cambio de tenerla como un interés amoroso.
No obstante, Cruise y Ferguson solo son eslabones en un elenco excelente que incluyen la presencia tecnológica de Rhames como Luther y la comedia inocente de Pegg como Benji. Alec Bladwin también se une al equipo para esta película como Alan Hunley, el ejecutivo de la CIA que busca apoderarse de IMF.
Durante los años, Mission Impossible ha compensado su falta de historias inteligentes con la inversión de dinero en espectáculos grandilocuentes de acción veraniega. El público que conoce lo que presenciará en Rogue Nation no será defraudado. La persona que busque un largometraje que atraiga galardones sí será desilusionado.
Pero, ¿quién en realidad asume esta actitud ante una serie de películas que siempre han honrado lo “imposible” que dicta su título? De esta forma, que sean bienvenidos los “embustes”.