(UPR Arecibo, finales de la década de los 80) Tras la hora del punto de rocío se despliegan los pasos. Desde la pineda hasta quién sabe dónde, con el respiro propio del trote, van. Como a diario van los de aquí y los de allá abriéndose camino entre veredas de incertezas, pedregadas de preocupaciones y malestares compartidos. Estas sendas, arecibeñas, tal vez carcomidas por el tiempo, han grabado, más que las huellas, las alegrías y agonías de quienes pisan. Y tras muchos soles y aguaceros, el camino, aunque más angosto, en lugar de cercenarse se siente más largo. Y ahora queda abrir nuevos surcos, avanzar. (Ricardo Alcaraz/Diálogo)