Una gran multitud de espantos, super héroes, reinas, políticos, Barbies, brujas y demás seres fantásticos, de toda preferencia sexual, moraron por la avenida Ponce de León, a la altura de la parada 18, frente a la famosa discoteca Krash, para participar en la tradicional parada gay que año tras año se ha hecho frente a este local en la noche de Halloween. Aproximadamente a las nueve de la noche comenzaba ya a generarse un revuelo en el área. Tres centuriones romanos, adornados con piedras preciosas sobre sus torsos desnudos, llegaron y se dispusieron a esperar que otros personajes comenzaran a llenar la avenida de color, alegría y si, algo de morbo. Siguió llegando más gente disfrazada. Poco a poco, la Avenida se llenó de una diversidad de imágenes entre las que figuraban clérigos, piratas, reinas, ángeles, diablos, deidades, hadas, payasos, personalidades políticas, animales y personajes del mundo del cine como Charles Chaplin, Edward Scissorhands, Predator, el Joker, la gran variedad de asesinos en serie y fantasmas de las películas del género de horror e incluso disfraces inspirados en películas que aun no son estrenadas, como el del Sombrerero loco, estilo Johnny Depp, que saldrá en la nueva versión de Alicia en el País de las Maravillas por Tim Burton. No faltaron también los disfraces grupales. Además de los tres centuriones había un grupo de seis personas vistiendo como los personajes de la popular serie animada Thundercats. También había cinco que tenían los uniformes de los Power Rangers. Tres llegaron disfrazados como George Bush, Bill y Hillary Clinton. Un gran grupo de unos doce individuos iban ataviados con los atuendos de los superhéroes de comic X Men. Algunos de los temas recurrentes, además de la típica tendencia trans género de los hombres vestidos de mujer (o en algunos casos virtualmente transformados) y viceversa, fueron los disfraces de Michael Jackson en todas las facetas de su historia musical y personal, los atuendos que hacían alusión al “huevazo” del Gobernador Luis Fortuño, las cesantías y la situación política de Puerto Rico, y los que vestían como obreros o incluso como los tanques en llamas de la refinería de petróleo Gulf. A pesar de que existían rumores de posible violencia y tiroteos en la calle y de que se había dicho que no se cerraría la Avenida para la actividad, a las 12 de la medianoche, la policía que cuidaba el área, cerró la vía para que la gran multitud que ya ocupaba más de dos cuadras, pudiera estar reunida festejando. El ambiente era jovial, colorido y de mucho respeto. A pesar de que había alcohol involucrado y que muchos de los disfraces eran bastante reveladores (algunos eran mera ropa íntima proveniente de sex shops), no hubo incidentes violentos ni agresivos ni nadie se sobrepasó de los límites del respeto y el buen gusto, por lo que la actividad se desarrolló en armonía, aun cuando en algunos momentos, el erotismo y el “perreo” levantó las cejas incluso del más liberal.
En un momento de la noche, por el micrófono que animaba la fiesta se preguntó “¿Cuántos heterosexuales hay aquí presentes? Que levanten la mano”, y tras la aparición de un gran número de extremidades alzadas, la voz felicitó a estos participantes por dejar a un lado los prejuicios y las controversias, asistiendo a una celebración para todo el mundo. A las dos de la mañana del domingo, por el micrófono se anunció que había que volver a habilitar la avenida Ponce de León. A regañadientes, los disfrazados se replegaron a las aceras y un desfile de disfraces magníficos seguidos por vehículos de la uniformada, abrió oficialmente la vía. Algunos de los reunidos entraron a las instalaciones de la discoteca, otros decidieron irse a otras zonas del área metro y la lluvia terminó por diluir a aquellos que aun quedaban rezagados en la noche.