Vestida con una camisa color crema, mahón claro y botas de hule rojas nos esperaba frente a su casa en Trujillo Alto la joven universitaria Alexandra Guadalupe, una apasionada de la apicultura.
Desde sus 14 años practica la crianza de abejas. Junto a su padre Alexander Guadalupe, recolecta la miel que generan estos valiosos insectos. También aprendió a elaborar distintos productos derivados de esta versátil sustancia.
Todo comenzó con un curso de bonsái donde conocieron a un profesor que trabajaba con las abejas y la apicultura. Fue así como su padre se interesó por esta práctica y sin perder el tiempo hizo de esto su negocio.
Desde ese momento, empezó la aventura que hoy día tiene apasionada y enamorada a Guadalupe, quien cursa su cuarto año en la Facultad de Estudios Generales en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras con miras a estudiar medicina.
“Como a los 14 años mi papá me dijo ‘vente vamos a bregar con las colmenas’ y lo acompañé, pero no me bajé de la guagua. Estaba un poco nerviosa, pues porque siempre tenía la mentalidad que eso me podía picar, que hacía daño y dolía”, nos contó.
Al principio ella utilizaba todo el equipo: el overol, el velo, los guantes, las botas y todo lo necesario, pero el miedo fue desapareciendo. Este equipo da protección al apicultor ya que las abejas africanizadas son agresivas. También mencionó que es importante no tener ningún tipo de perfume que las pueda atraer porque de lo contrario, te picarán.
“Yo empecé en lo más suavecito. Lo que hacía era que cuando él sacaba las colmenas del panel [de cera, donde crían las abejas] pues las traíamos, las empezábamos a vaciar aquí con una máquina para sacar la miel y las embazábamos, hasta que me picó la curiosidad”, relató.
La joven contó que la gente se impresiona cuando les dice que se gana la vida trabajando con miel. Según ella las personas se sorprenden, pues no es un trabajo común, especialmente entre las personas de su edad.
El director de la Escuela de Apicultura de Puerto Rico, Modesto Matías, informó que menos de un 10% de sus estudiantes son de 18 a 25 años. Para Matías ese porcentaje tan bajo se debe a que las abejas africanizadas son agresivas; además los jóvenes no perciben esta actividad como una de la que puedan sostenerse económicamente.
El negocio familiar
En cambio, la experiencia de Guadalupe y su padre ha sido diferente. Tienen un negocio en la Plaza del Mercado en Trujillo Alto hace un año, donde venden productos con miel y los demás componentes de la colmena.
La familia Guadalupe produce miel de flores tropicales, y esta es natural. Pero además, Alexandra se encarga de hacer productos artesanales como jabones, cremas y shampoo, entre otros.
Los componentes de las colmenas, como el polen, el propilo, la cera y la jalea real, funcionan para dar más proteína al cuerpo, y contienen colágeno para la piel y vitaminas. “Ellas son de gran ayuda para lo que es la medicina natural”, comentó Alexandra. De esos componentes están hechos sus productos que llevan vendiendo desde el inicio.
“Para nosotros es importante que las colmenas estén limpias. Cada 13 a 15 días se abren las colmenas para ver si están trabajando, que no hayan plagas y que la reina este poniendo huevos, que son alrededor de 2,000 diarios”, dijo la universitaria.
Al momento de la entrevista con Diálogo se encontraba el apicultor Raymond Rodríguez quien les ayuda arreglando algunas de las cajas donde crían las abejas, pues según nos contó la universitaria, las lluvias en navidades provocaron la pérdida de la mitad de sus colmenas.
El deseo de una apicultora
“Yo creo y estoy convencida totalmente que la apicultura tiene que ser parte de nosotros”, aseguró Alexandra.
Para esta jerezana esto debe ser como comer, ya que sin comida no podemos estar y sin las abejas tampoco. Esto la hizo recordar a Bee Movie, una película animada del 2007 que plasma las consecuencias de una naturaleza sin abejas.
Y es que las abejas tienen una función muy importante, pues son parte sustancial del proceso de polinización de las flores que permite a las plantas poder fabricar sus propias semillas, dar frutos y reproducirse.
Alexandra desea que las personas tomen conciencia y comiencen a educar a los niños desde pequeños de la importancia de estos laboriosos insectos y de sus beneficios para nosotros y la naturaleza.