“Hace cinco años, cuando comenzamos a hablar de incluir cuestiones de género en las negociaciones climáticas, las delegaciones nos preguntaban: ‘¿por qué?’. Ahora preguntan: ‘¿cómo lo incluimos?’ Ese es el avance que hemos visto desde Doha”, resumió Kalyani Raj.
En 2009 se creó el grupo de mujeres y género de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) al que pertenece Raj, y que abarca a 29 organizaciones. Este es central en los debates de la 23 Conferencia de las Partes (COP23), que comenzó el 6 de este mes y terminará este hoy viernes 17.
El martes 14, la CMNUCC aceptó el Plan de Acción de Género (GAP, en inglés), una hoja de ruta para integrar el tema de la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres en todos sus debates y acciones.
“Por primera vez, adoptaremos el Plan de Acción de Género. Es muy bueno, y en un año será cuestión de implementarlo. A este punto llegamos”, destacó Mary Robinson, expresidenta de Irlanda y exenviada especial del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas para cambio climático.
Plan de Acción de Género: principales puntos
La creación del Plan de Acción de Género fue acordado por los países en la COP22, de Marruecos. En todo el mundo, las mujeres afrontan riesgos climáticos y soportan grandes cargas por el recalentamiento global. Y sin embargo, no las tienen en cuentan a la hora de decidir acciones climáticas.
El objetivo del plan es que las mujeres puedan incidir en las decisiones respecto del cambio climático y que estén representadas por igual en todos los aspectos de la CMNUCC para aumentar su efectividad.
El GAP consta de cinco objetivos clave que son fundamentales para mejorar la calidad de vida de las mujeres, así como para garantizar su representación en políticas climáticas.
Los objetivos buscan aumentar el conocimiento y las capacidades de mujeres y hombres para lograr una participación equitativa y significativa de mujeres en las delegaciones nacionales, incluidas las organizaciones de base, los pueblos locales e indígenas y las mujeres de los pequeños estados insulares en desarrollo.
Los objetivos son:
Políticas climáticas que tomen en cuenta el factor género, incluso un presupuesto de género.
Aumentar la disponibilidad de análisis y de datos desagregados por sexo y género en todos los niveles.
Equidad de género en todos los aspectos de las políticas de cambio climático, incluidos en todos los niveles de la CMNUCC.
Fondos para el clima 100% con perspectiva de género
Enfoque de transferencia de tecnología y desarrollo 100% con perspectiva de género
Pero el borrador adoptado es una versión más diluida del GAP enviado por el GEC; omitió varias demandas, en especial en lo que respecta a la inclusión de indígenas y de defensoras de los derechos humanos en el GAP.
“Hubiera esperado un reconocimiento mejor expresado sobre la participación, las voces y el conocimiento de las indígenas y las mujeres. Trabajamos muy duro para incluirlo, pero no está como me hubiera gustado”, confesó Robinson.
Pero la adopción del GAP es “definitivamente un avance”, acotó.
La omisión se traduce en desilusión
Pero no todo el mundo reaccionó tranquilamente a las omisiones en el GAP.
Representantes de varias organizaciones de América Latina, África, Medio Oriente y Asia protestaron en la zona 1 de Bula, donde se realizan las negociaciones.
“Estamos aquí porque queremos decirle a las partes que las defensoras de los derechos de las mujeres son legítimas y ellas son actrices importantes, no solo del ODS 5, sino de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de todas las partes de la Agenda 2030 y del Acuerdo de París”, subrayó una de las manifestantes, mientras otras asentían, pues tenían la boca tapada con cinta de pegar negra.
“La representación de las defensoras del ambiente y el clima es mínima en la COP23, pues la CMNUCC construyó un cortafuegos a su alrededor. Entonces pocas mujeres pueden estar aquí y formar parte de la conferencia”, se quejó Lina Gualinga, de comunidad ecuatoriana de kichwa.
“Mientras, la redacción del texto de las negociaciones no deja lugar a nuestras preocupaciones. Por ejemplo, ¿qué es desarrollo sostenible? Para nosotros no es nada sin agua limpia, aire puro y tierras fértiles. ¿Está eso reflejado en el texto de la COP?”, preguntó.
Sin acceso a financiación climática
El acceso a fondos aparece como el mayor obstáculo para las lideresas de cuestiones climáticas. Según Robinson, el número de mujeres que consiguen recursos económicos es sorprendentemente bajo.
“Los últimos datos de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) muestran que solo dos por ciento de los fondos van a las mujeres de base y grupos del Sur”, indicó.
“¡Solo dos por ciento! Es casi nada. Y sin embargo, es ahí donde se realiza el mayor trabajo en materia climática, cuando las mujeres tratan de ser resilientes”, añadió Robinson.
Hay tres formas de resolver esto: una, aumentar los fondos locales. Dos, simplificar el proceso de acceso climático. Y tres, capacitar a las mujeres en nuevas tecnologías verdes.
Al mencionar el ejemplo de Colegio Pies Descalzos en India, una organización no gubernamental que recibe su apoyo, capacita a mujeres de países en desarrollo en tecnologías solares y las convierte en “mamás solares” o empresarias solares, Robinson explicó que esas experiencias son una increíble forma de incluir a las mujeres en acciones climáticas a escala local.
Pero se necesitarán más fondos para crear otras iniciativas de ese tipo, apuntó.
Todavía son pocas
Otro problema es la poca representación femenina en la COP23.
En la cumbre de París, de 2015, solo había alrededor de 38% mujeres en las delegaciones nacionales. Perú, Hungría, Lesotho, Italia y Kiribati fueron los países con mejor equidad, y Mauricio, Yemen, Afganistán y Omán, los que tuvieron menor presencia femenina.
Este año, algunos países como Turquía, Polonia y Fiyi tienen 50% de mujeres, mientras Letonia, Albania y Guyana, enviaron delegaciones totalmente femeninas.
Pero la proporción de negociadoras en las delegaciones sigue en 38%. Varios países como Somalia, Eritrea y Uzbekistán no incluyeron ni una mujer en su representación.
La activista de Fiyi, Noelene Nabulivou, dijo que es hora de acortar seriamente la brecha de género en la conferencia.
“Si pedimos igualdad de oportunidades, ¿por qué no podemos pedir por una participación equitativa?”, preguntó Nabulivou.
Mientras, Kalyani Raj cree que las cuotas son limitantes. “Queremos equilibrio, pero a la vez, ¿por qué limitarnos solo a 50%? ¡Podría ser cualquier cosa!”, señaló Raj.
El primer informe que evaluará el avance en la implementación del GAP se presentará en noviembre de 2019.