
ESTORIL, Portugal- América Latina no logró el consenso necesario para rechazar las elecciones en Honduras porque una minoría de países se sumó al aval que dio Estados Unidos al proceso, mientras España busca una línea intermedia que salve la XIX Cumbre Iberoamericana. Fuentes diplomáticas dijeron a Reuters que Brasil lidera el grupo de países que quiere condenar abiertamente el proceso electoral celebrado el domingo, en el que el hacendado Porfirio Lobo se convirtió en presidente electo, cinco meses después del golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya. El resultado de las discusiones podría convertirse en otra piedra en la relación entre Brasil, mercado mimado por los inversionistas en este momento, y la mayor potencia mundial –Estados Unidos-, que está opacándose tras el romance inicial desde la asunción de Barack Obama.
“Consideramos que el golpe de Estado que dio Honduras sería un pésimo precedente no sólo para América Central sino para toda América Latina. Tenemos la plena convicción que la era de los golpes de Estado (…) ya fue superada”, explicó a periodistas Marco Aurelio García, asesor para política internacional del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Brasil no puede aceptar “el uso de un proceso democrático como son las elecciones para blanquear un golpe de Estado”, agregó. La presidenta argentina, Cristina Fernández, aseguró en la sesión de apertura de la cumbre que se desarrolla en Estoril que la elección fue “casi un simulacro”. Tan directo en sus palabras como Lula fue el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, quien también en Estoril declaró en una conferencia de prensa que “hay un nuevo elemento: hay un presidente que ha sido elegido. En las próximas horas, o días, se va a decidir si las elecciones fueron aceptables”. Y remató: “la comunidad internacional que reconoció las elecciones en Irán, que no fueron limpias, con fraude (…) también en Afganistán”, debería aceptar las de Honduras. Zelaya, refugiado desde septiembre en la embajada brasileña en Tegucigalpa para evitar ser arrestado por el Gobierno de facto, afirmó que el nivel de abstención fue muy alto y que eso resta legitimidad a las elecciones, que pidió sean anuladas. El Gobierno ecuatoriano reiteró a través de un comunicado su apoyo a Zelaya y dijo que “debe ser restituido de inmediato a su cargo”. En esa misma línea se pronunció la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. El Departamento de Estado estadounidense consideró el lunes que la elección en Honduras cumplió con los estándares internacionales de imparcialidad y transparencia, pero advirtió que si bien fue un paso significativo para solucionar la crisis política no es suficiente para restaurar el orden democrático. A esa posición se sumó sin mostrar dudas Colombia, un fuerte aliado de Estados Unidos.
“Colombia reconoce al nuevo Gobierno y se ha dado un proceso democrático en Honduras de alta participación, sin fraude, inobjetable y confiamos que el nuevo Gobierno adelante todos los esfuerzos para superar definitivamente la situación difícil que se ha presentado en Honduras”, indicó el mandatario colombiano, Álvaro Uribe, también presente en la cumbre. Panamá respaldó el resultado de las elecciones y la presidencia señaló en un comunicado que el mandatario, Ricardo Martinelli, llamó a Lobo para felicitarlo y para invitarlo a “iniciar un proceso de reconciliación y unificación del pueblo hondureño, a través de un Gobierno de unidad nacional”. Una fuente diplomática reveló que Perú también estaba entre el grupo de países que apoya el proceso electoral. Frente a este escenario, el canciller español Miguel Ángel Moratinos dijo el lunes que la posición de su país intenta ir por un camino intermedio, lo que podría ser una vía de escape para que la cumbre culmine con una declaración común. “España no reconoce ni tampoco ignora las elecciones”, declaró el funcionario en una conferencia de prensa. “Tenemos ahora un actor político nuevo (…) Queremos salir de la cumbre presidencial comprometidos a tener una salida democrática en Honduras”, agregó. Las deliberaciones continuarán todo el día y los negociadores tienen hasta el martes para lograr un consenso. La ambigüedad también se sintió en declaraciones del presidente de México, Felipe Calderón, quien aseguró que “nuestra exigencia plena es el restablecimiento del orden institucional en ese país”, pero aseguró que aún no tiene elementos para decir si las elecciones fueron “libres”. “La realización de elecciones libres es una condición necesaria pero no es una condición suficiente de restablecimiento de orden constitucional, habida cuenta de los acontecimiento que todos conocemos (…) La democracia no llegó para quedarse. La democracia llegó pero también está retrocediendo en su camino”, concluyó.