
Han pasado más de dos mil años desde que nació el salvador del mundo —Jesús de Nazaret—, según los creyentes de la fe cristiana. Todo este tiempo no ha impedido que todavía se hable de lo magníficas que fueron sus hazañas.
Un ejemplo de esto se dio el pasado miércoles, cuando la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano, convocó a estudiantes y profesores a participar de una ponencia ofrecida por el director del Departamento de Teología, Ángel Vélez Oyola, “La transfiguración de Jesús de Nazaret como instrumento de justicia social en tiempos de cuaresma”.
“El que esté libre de pecado que arroje la primera conciencia”, compartió el teólogo Vélez Oyola cuando explicó que se concentraría en analizar la figura de Jesús como un hombre que aportó a la justicia social y no como un ser supremo que se antepone a la realidad humana.
“Es un buen momento para definir quién fue Jesús y cómo su tiempo transitorio en la Tierra lo utilizó para hacer transformaciones a unos niveles drásticos que provocaron su muerte”, manifestó el teólogo.
Vélez Oyola aseguró que Jesús es un ejemplo de un hombre revolucionario. Según el experto, su travesía en la Tierra fue para enseñar a sus seguidores cómo ser embajadores de cambio, convirtiéndose en portavoces de aquellos que son más necesitados.
De acuerdo con el teólogo, hay una manera muy sencilla de entender esto, y es que Jesús comprendió que la justicia social era como un juego de pimpón, antes de exigir debes darla. Esta, según él, es la explicación del resumen de los diez mandamientos que describe el propio Jesús en el libro bíblico de Mateo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
Uno de los problemas más grandes que vivimos en esta época es precisamente este: la falta de justicia hacia los más vulnerables, los necesitados y los marginados. Vélez Oyola exhortó a los presentes a ver a Jesús como una figura histórica que transformó el mundo con sus aportaciones y, a su vez, imitar su ejemplo para provocar cambios en este tiempo.
Jesús de Nazaret, explicó el experto, fue un hombre que además de cargar con una fe inquebrantable, ayudó al prójimo despojándose de todo lo que poseía, para entregarse a las necesidades que enfrentaba su época.
Por otro lado, el teólogo sostuvo que todas las acciones de Jesús solo buscaban crear un cambio en el comportamiento humano.
“En todo momento la labor de este personaje en la Tierra fue por la causa del otro. Enseñó que la empatía, solidaridad y el amor eran la herramienta principal para provocar cambios sociales y de una manera persistente”, recalcó.
El téologo separó la personalidad humana de la identidad divina de Jesús. Para Vélez Oyola, Jesús de Nazaret fue un joven judío que nació en Belén, escogido por Dios para protagonizar una misión en la tierra. Su madre fue una virgen y su padre adoptivo era carpintero, ambos practicantes de la religión judía y creyentes del Dios que creó el universo y todo lo que lo compone. Por otro lado, entiende que Jesucristo es la transfiguración de Jesús vivo. Afirmó que Jesús de Nazaret fue el hombre que provocó un movimiento revolucionario de amor, mientras que Jesucristo fue el cumplimiento de la profecía divina, el hijo de Dios.
Expuso que Jesús de Nazaret fue condenado a la muerte más dolorosa y vergonzosa según la religión judía, la crucifixión, por no obedecer la ley y organizar grupos de seguidores mal vistos en su época.
“Jesús fue un hombre que no representó ni respaldó su época, por el contrario, caminó en contra de la ley. Tanto así que sus actos lo llevaron a la muerte, muerte que provocó el ser humano por la falta de justicia social”, indicó el conferenciante.
Por último, el teólogo destacó que Jesús de Nazaret antes de morir pidió a sus discípulos que compartieran el conocimiento de sus enseñanzas para demostrar a la humanidad el valor de su muerte. De esta manera, se debe recordar la lucha de Jesús de Nazaret por los derechos humanos sin importar su posición geográfica, religión o nivel económico.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”, según registra el libro de Mateo.