Graduarse de la universidad es un momento inolvidable para los estudiantes. Como muchos saben, la Universidad de Puerto Rico (UPR) ha celebrado un sinnúmero de graduaciones en las que han ocurrido muchas anécdotas que han marcado ese momento tan especial. En esta ocasión, Diálogo se dio a la tarea de recolectar algunas de estas experiencias, entrevistando a quienes han participado o asistido a estas memorables graduaciones.
Uno de los incidentes más recordados fue cuando una graduanda bofeteó a Don Jaime Benítez. Según el profesor en Comunicación Héctor Sepúlveda, en la graduación de 1971 Don Jaime, el presidente de la UPR para ese entonces, estaba saludando y entregando los diplomas cuando una estudiante tomó el pergamino con una mano y con la otra le dio una bofetada. La alumna fue expulsada de la universidad de por vida.
El expresidente del Consejo General de Estudiantes, Jimmy López, también protagonizó una de las graduaciones más memorables en la historia de la Universidad de Puerto Rico, no solo por lo que ocurrió allí sino también porque se llevó a cabo casualmente un 16 de junio, Día de los Padres.
En el año 1974, López fue suspendido de la Universidad por haber participado en las protestas a favor de la democratización de la institución y no podía dar su mensaje en la graduación. Sin embargo, con un plan muy bien estructurado logró su objetivo.
Para distraer la atención de las autoridades universitarias, les envió una carta para que se le permitiera dar el mensaje al secretario del Consejo, Víctor Meléndez. De este modo, los despistaba de sus verdaderas intenciones de asistir a la colación de grados. Para que López pudiera entrar a la graduación, decidieron maquillarlo y disfrazarlo de graduando, le pusieron una barba postiza y entró disimulado con el grupo de la Facultad de Ciencias Sociales. El público también estaba lleno de estudiantes disfrazadas de embarazadas pero lo que realmente tenían en la barriga eran pancartas para sacarlas en un momento dado.
“[Cuando] el Secretario comenzó el discurso yo me quité la barba, me fui acercando hacia el podio, y como en el tercer párrafo él me presenta. Continúo dando el mensaje pero las autoridades universitarias tomaron ese acto como uno violento”, indicó López, “En ese momento las mujeres dieron a luz: sacaron las pancartas y allí hubo macanazos, golpes, mientras yo daba mi discurso. Cuando terminé volví al área de los graduandos”, recordó.
Por su parte, el profesor de Ciencias Sociales, Julio Muriente, contó que en los años setenta fue expulsado de la Universidad por haber participado en las luchas estudiantiles en esos años.
“Cuando regreso me reclutan como profesor; siendo estudiante expulsado de esta misma institución. Ejerciendo como profesor, estudio mi doctorado y en el 2005 lo culmino. Yo que nunca me había graduado de la UPR –o sea era algo particular finalmente obtener un grado de la universidad donde había estado tantos años y donde ya era profesor– en ese año suspendieron mi graduación por las luchas estudiantiles en contra de la privatización del Teatro”, afirmó Muriente.
No obstante, Muriente añadió que “ese año se determinó que se iban a hacer pequeñas graduaciones por facultad. A mí me tocó que mi graduación doctoral fuera en el Teatro Tapia. Al año siguiente, 2006, enviaron una carta circular que decía que para estudiantes de posgrado que no pudieron desfilar el año pasado estaban invitados a desfilar en la graduación. Yo que tenía fiebre de graduando, naturalmente estaba feliz. Hoy día desfilo como profesor, pero en mi corazón desfilo como estudiante”, comentó.
Otro momento memorable para el catedrático de la facultad de Ciencias Sociales ocurrió en el 2010. Ese año se suspendió la graduación del Recinto de Río Piedras nuevamente, debido a la huelga que se organizó contra la imposición de una cuota de $800 al estudiantado. Sin embargo, los ingeniosos alumnos organizaron su propia graduación en la Avenida Ponce de León.
“Esa graduación para mí tuvo un significado muy particular porque mi hijo era graduando. Te podrás imaginar el orgullo como padre de que mi hijo estuviera graduándose en esa graduación en particular, donde la Avenida Ponce de León fue el gran escenario. Ver la multitud que se reunió y la seriedad con la que todo el mundo asumió esa graduación, ha sido probablemente una de las graduaciones más genuinas de los tiempo modernos de la Universidad de Puerto Rico,” expresó Muriente.
Muriente mencionó, además, una anécdota de la graduación que se dio durante la última huelga estudiantil hace tres años.
“Una experiencia muy linda que tuve fue en el 2011 cuando Ana Guadalupe fue a dar su mensaje, que casi todos los estudiantes se levantaron y le dieron la espalda. Yo pocas veces en mi vida había visto una manifestación de protesta más del corazón, más impactante, y a la misma vez más cargada de alegría. Y más unánime. Pocas veces yo he visto que con tan poco esfuerzo físico se logre tanto”, enfatizó Muriente.
“Fue impresionante porque no había la menor intención de crear desorden, sino la intención de lanzar un mensaje a la rectora y al presidente de cuán poco se les quería. Lo más que me impresionó es que era prácticamente la totalidad de los estudiantes unidos en un acto que era muy atrevido”, concluyó entusiasmado.