Con el motivo de celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se llevó a cabo el pasado 6 de marzo en el Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras un conversatorio que buscaba integrar la experiencia de reconocidas mujeres que han marcado sus pasos en el mundo artístico dentro del escenario puertorriqueño.
Rosa Irigoyen, Catherine Matos, Elizabeth Robles y Raquel Torres Arzola relataron cómo ha impactado su vida el hecho de ser una mujer artista dentro de los estándares impuestos por la necesidad de clasificar a las personas segúnlos géneros y las distintas sexualidades.
Irigoyen, artista nacida en La Habana, Cuba, pero radicada en Puerto Rico desde hace varios años, explicó que la mujer ha estado muy invisible por demasiado tiempo en el campo de las artes y que gran parte de su obra enfoca estas diferencias entre géneros para llamar la atención sobre las exclusiones que todavía se hacen hacia la figura femenina en todos los aspectos. “No deberíamos estar celebrando este día para nada si hubiéramos subsanado la falta de equidad para los sexos y los géneros”, exclamó.
Durante el conversatorio, Irigoyen cuestionó la falta de control que tienen las mujeres sobre su cuerpo y las decisiones que se toman sobre él, responsabilizando al Estado y a la Iglesia de los cánones “contra natura” que existen hoy, poniendo el ejemplo de la prohibición de abortos. “El cuerpo es el lugar donde se da la batalla”, puntualizó.
Por su parte, la escultora Elizabeth Robles presentó fotografías de sus obras, que realiza utilizando materiales como cera de abeja, metales y madera para confeccionar formas que reten al intelecto de las personas en una acción que catalogó como “una clase de anatomía que resulta en una experiencia mística para el espectador”, pues al no haber una forma específica tampoco existen maneras de “etiquetar” según características específicas.
De este modo, y dentro de una sociedad que la artista describió como “obsesionada con la apariencia física”, el cuerpo humano, sea femenino o masculino, no muestra diferencia alguna en estas estatuas transgresoras, como ella misma les llamó, pues van en contra de lo establecido por nuestro sistema. En estas instancias, el arte desafía las barreras de los cuerpos nuestros, que son colonizados por las mentalidades e ideas tradicionales.
Siguiendo este tema, Raquel Torres Arzola trajo a la mesa la necesidad de que los miembros de la sociedad comprendan el gran espacio que ocupa la semiótica en la clasificación de géneros y la influencia de este factor en las condiciones en las que existe una mujer, en su caso, siendo artista. Definió la creación de sus obras como, más que una expresión artística, una acción política.
“Son actividades subversivas a través de las cuales me permito hacer un acto de confrontación con el sistema cultural y un acto de resistencia. Hacer arte es retar las representaciones conocidas, esa manera como nos han enseñado desde hace mucho tiempo a mirarnos a nosotras mismas y a mirar las cosas”, observó.
Catherine Matos, profesora de la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico, utiliza su experiencia personal para hacer arte. “Uno de los consejos que me dieron fue que hiciera arte con lo que tengo, con lo que está cercano a mí (…) una de las cosas más accesibles para mí, soy yo”, dijo.
Matos es sobreviviente de cáncer del seno. Esta experiencia la plasmó en sus obras, algo que también hizo en su obra “Iris”, que le tomó tres años pues trataba de mostrar el deterioro de su madre mientras sufría la enfermedad de Alzeheimer. Al documentar la enfermedad también pretendía resaltar la relación entre madre e hija y lo que es la desintegración de una persona padeciendo un mal que ataca mayormente a mujeres, al igual que el cáncer de seno que padeció hace algún tiempo. Esta obra consta en videos, fotografías y dibujos.
Las artistas coincidieron en que la experiencia del espectador es la que hace que sus obras tomen un significado real y que mediante la revolución y la diversidad de ideas que surgen luego de la contemplación de obras, se puede lograr cambios para una sociedad más justa y que haga equitativa la participación de la mujer en nuestro anquilosado sistema social dirigido expresamente desde la mirada masculina.