
Como parte del Festival Casals de Puerto Rico 2013, las puertas del Teatro del recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico se abrieron el pasado jueves, 28 de febrero, para presentar el ballet The Rite of Spring, de la compañía estadounidense Ballet Austin. Con 53 años de trayectoria y dirigida desde el 2000 por Stephen Mills, Ballet Austin constituye la 15ta compañía más grande de ballet clásico en Estados Unidos. En este recital, dividido en tres partes, interactuó el ballet con la música clásica de Tchaikovsky, Schubert y Stravinsky.
Al subir el telón aparecieron cinco parejas de bailarines que lucían un vestuario, que conjuntamente con la música y la proyección de las luces, hicieron del escenario un lugar sublime. Allegro Brillante, nombre de esta primera sección del recital, es una de las piezas de danza pura más encantadoras del coreógrafo George Balanchine. En ella, las bailarinas y sus caballeros evidenciaron un dominio técnico que les permitió enfrentar grandes retos de velocidad y precisión. Las bailarinas, específicamente, se movieron con libertad y pasión por el escenario.
Fue deslumbrante la sincronización del Concierto núm. 3 para piano, Op. 75 de Tchaikovsky con los movimientos de cada bailarín. El manejo de las luces ayudó a que el público notara el cambio en la intensidad de la música y en la rapidez y vigor de cada paso. Luego de haberse esparcido por todo el escenario, irradiando esa magia que solo se transmite cuando se ama lo que se hace, los bailarines se recogieron en fila para ofrecerles saludos de cortesía a los espectadores.
Bajó el telón
Tras un pequeño intermedio, se reinició el espectáculo con una atmosfera sombría. El sonido del latir de un corazón inundó el teatro mientras una bailarina movía su delgado cuerpo al ritmo de ese palpitar. Luego de que los latidos se plasmaran en sus pasos y que el público sintiera esas pulsaciones, aparecieron doce bailarines y bailarinas con faldas rojas que, unidos, parecían representar un ramo de rosas. Requiem for a Rose, como se llama esta pieza de la coreógrafa Annabelle López Ochoa, es un ballet abstracto en torno al amor, en el cual los bailarines cuentan la historia con sus cuerpos.
Al compás del Quinteto para cuerdas en do mayor, última obra instrumental de Schubert, los danzantes ilustraron, según López Ochoa, el predominio del amor sobre el romance. Durante 20 minutos las tenues luces contrastaban con el brillante rojo de las faldas creando ese misterio que involucra el sentimiento de amar.
El recital culminó con La consagración de la primavera, ballet dividido en dos partes cuya coreografía fue montada por Stephen Mills. Este ballet, inspirado en la antigua tradición de hacer sacrificios a los dioses, representó una lucha feroz y tenaz entre la bailarina que servía de eje principal y el resto de los danzantes. Precisamente, el argumento de la pieza describe un entorno duro un mundo primitivo regido por la superstición y el miedo. Ya al final de la pieza, los bailarines manchan la piel de la artista principal con una tinta roja que le demuestra al público el sacrificio de la joven.
La totalidad del recital permitió que los sentimientos de los receptores cambiaran. El escenario, que en un inicio exhibió paz y armonía, se tornó sombrío y luego, misterioso y salvaje. Los bailarines de la compañía Ballet Austin supieron representar con sus cuerpos las diferentes coreografías y satisficieron al público que, tras finalizar cada sección, se desbordaba en aplausos.