Los servicios públicos “parecen tomar turno para fallar y reaparecer en todos nuestros barrios y nunca son suficientes”, expresó Cristina Sánchez, una oficinista ya retirada que habita en el sector Mesuca de Petare. Este lugar se considera la más populosa barriada de Venezuela y quizá de América Latina.
“El transporte se ha vuelto un problema, hasta no hace mucho ha sido la basura, el agua siempre es intermitente, como racionada, a veces falla la luz. En cambio, no hay problema con la escuela o las canchas para el deporte de los muchachos, pero está el tema de la inseguridad, que abunda”, enumeró Sánchez, de 62 años.
Son problemas compartidos por muchas urbes en América Latina, de cuyos 625 millones de habitantes 473 millones viven en ciudades y de ellos 111 millones en asentamientos precarios o irregulares, según un informe de ONU Hábitat, con viviendas mayormente autoconstruidas y servicios insuficientes, pobres o intermitentes, cuando no inexistentes.
En la “favela” (barrio pobre y hacinado) de La Rosinha, de unos 80,000 habitantes, en Río de Janeiro, Roseli Gomes, de 56 años, dos hijas y dos nietos, con trabajo doméstico a destajo, contó a IPS el sobresalto en que vive por la delincuencia, con enfrentamientos entre bandas y de estas con la policía.
“Una tiene que caminar escondida, hubo tiroteo el miércoles y jueves. Vivo en el medio de la ladera, al lado de la UPP (Unidad de Policía Pacificadora), no hay tiroteo acá, pero sí donde camino para ir a trabajar. Hace unos días salí a las 8:30 horas en una van (transporte público) que pasó entre policías y bandidos disparando balas. Horrible”, narró Gomes.
Las carencias en seguridad afectan al conjunto de los servicios, según el relato de Gomes. El comercio y las escuelas cierran en los días de tiroteos, algunos bancos han retirado sus oficinas, del hospitalillo público se ausentan los médicos, merma la recolección de basura y el suministro de agua y luz se ha vuelto intermitente.
Asegura que no alcanzan los cupos de las escuelas y, en transporte, “los autobuses siempre están llenos, a veces hay que esperar horas por ellos, hay demasiada gente acá”.
El transporte emerge como problema grave para los asentamientos precarios de las ciudades de Venezuela, porque una inflación de tres dígitos y la escasez de piezas de repuesto diezman la flota de microbuses, que prestan ese servicio público pero son de propiedad privada.
La falta de transporte, seguridad, salud y educación se siente en las comunidades. “Aunque la gente en las barriadas le da mucha importancia al tema de la infraestructura, porque necesita que su espacio se consolide físicamente”, apuntó Vicente Mijares, presidente de la Fundación para el Desarrollo Integral de los Servicios Públicos del Municipio Sucre (FundaSucre), entidad de la Alcaldía de Sucre para impulsar un área determinante.
El programa “Rumbo propio” o de “presupuesto participativo” de FundaSucre busca apoyar, en las 62 zonas del municipio de casi un millón de habitantes, entre ellas Petare, proyectos requeridos, planificados y ejecutados por “expresiones organizadas” de la comunidad, dijo Mijares.
En Río de Janeiro, el geógrafo y docente universitario Jorge Barbosa, director del Observatorio de Favelas, explicó que algunos servicios “son un desastre en toda la ciudad, peores aún en las favelas y la periferia” y la solución de ese “problema estructural de Río” exige “el reconocimiento de las favelas como sujetos legítimos de la ciudad”.
Al respecto, “quienes viven en asentamientos autoconstruidos en situación de pobreza, no pretenden que de la noche a la mañana aparezcan todos los servicios básicos, pero velar por un acceso justo es esencial”, mencionó desde Santiago de Chile el director de áreas sociales de Techo Internacional, Juan Pablo Duhalde.
Techo es una organización no gubernamental que promueve la vivienda digna en los asentamientos precarios de las urbes de América Latina y el Caribe, como aporte al objetivo de largo aliento de superar la pobreza en que viven millones de personas en la región.
En un recodo de Petare, el activista comunitario Carlos Valbuena registra, en la oficina de asuntos vecinales que tiene la alcaldía en el sector José Félix Ribas, las demandas y propuestas de la comunidad en materia de servicios.
“Recogemos necesidades, peticiones, reclamos y propuestas, y canalizamos las que podemos. Asuntos como transporte o seguridad son parte de problemas nacionales, mientras que nosotros trabajamos sobre temas y servicios que se manejan interactuando con las comunidades reunidas en distintas clases de consejos”, indicó Valbuena.
Valbuena y vecinos que le ayudan están atentos al trabajo de los dispensarios de salud, al mini-parque de béisbol infantil a un costado de la oficina vecinal, a la recolección de basura –con un largo problema político entre las municipalidades de la capital- y a la redistribución del agua que suministra la empresa hídrica estatal.
“El municipio no trae el agua, sino que la distribuye, en una especie de racionamiento. Dispone sistemas de bombeo y aducciones para llevarla unos días a unos sectores y otras veces a otros. Nunca es suficiente”, señaló el concejal Vicente Páez.
La recogida de basura se hace lenta porque los camiones recolectores de Petare no pueden llevarla a la estación de transferencia de Caracas, ubicada en un municipio políticamente rival, en el oeste de la ciudad, y deben cargarla hasta un relleno sanitario ubicado a varias horas de camino, con mayores costos, retrasos y desgaste de equipos.
Es decir, casi para cada servicio un obstáculo.
En Río de Janeiro “las favelas ya disponen prácticamente de todos los servicios, pero afectados por el control territorial de criminales, en general dedicados al narcotráfico”, apuntó Mauro Osorio, presidente del Instituto Pereira Passos, de información e investigaciones en la Prefectura (alcaldía) de Río.
“La precariedad en el acceso y calidad de los servicios se ha acentuado al alejarse del centro de la ciudad. La desigualdad entre ciudades periféricas y el centro es más grave que entre favelas y el resto de la ciudad en zonas centrales de Río de Janeiro”, indicó Osorio.
Municipios periféricos de la Región Metropolitana de Río de Janeiro están entre los peores en índices de educación, salud y de proporción entre empleos industriales y población total, agregó el funcionario.
Al lanzar una mirada global, “la privación de servicios esenciales como el agua potable, saneamiento, y electricidad, la situación de incertidumbre sobre la tenencia de la tierra, sumados a las grandes distancias a los servicios de salud y educación, conforman la realidad en la que viven más de 100 millones de personas en la región”, dijo Duhalde.
En la apretujada Petare también hay esfuerzos para ganar con nuevos espacios el derecho a la ciudad, como muestra el complejo deportivo Mesuca –dos piscinas, canchas de baloncesto, vóleibol, de fútbol con grama artificial- construido por la Alcaldía de Sucre, con apoyo de algunas empresas, donde antes hubo un descampado para todo tipo de desechos.
“Aquí practican unos 1,500 muchachos de la comunidad, los fines de semana vienen más, por intercambios con otros sectores, desde rugby hasta natación. Están aquí, lejos de las drogas”, comentó orgulloso uno de los coordinadores y entrenadores, Roy Viana.
Para esos logros locales “un componente esencial es que la gente se organice, que sostenga su proyecto, para que puedan conseguir y manejar recursos, y en nuestro caso vemos que la ciudadanía es cada vez más responsable con el municipio”, según Mijares.
Barbosa subraya que “la población de las favelas tienen gran potencial, inventan sus propias soluciones, como viven juntos en pequeños espacios y callejones angostos, tienden a buscar soluciones colectivas. Pero esas iniciativas populares podrían ser mejor calificadas y ordenadas por la presencia del Estado asegurando derechos”.
También Duhalde considera que “el énfasis tiene que estar en la participación ciudadana, en resignificar las experiencias de la población. La academia y la cooperación internacional, así como los gobiernos locales, nacionales y sociedad civil, son igual de relevantes para construir un territorio justo”.