Si dijéramos que la semana pasada fue una interesante y peculiar para Puerto Rico y su situación sociopolítica pecaríamos de ingenuos. Súper interesantísima fue. Peculiar y pico. Toda una joya de semana para quienes disfrutan de desmenuzar la relación entre el territorio puertorriqueño y la metrópolis, Estados Unidos.
Después de todo, los ojos de la política estadounidense se posaron en el archipiélago borincano gracias al pulseo primarista en el Partido Demócrata por la nominación presidencial, disputada entre el veterano senador socialdemócrata Bernie Sanders y la exprimera dama, senadora, y otrora secretaria de Estado, Hillary Clinton.
La semana pasada, Sanders llenó a capacidad el Teatro del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), al punto que se quedaron fueras cientos de personas en las inmediaciones de la Plaza Antonia. El senador solidificó su base de seguidores en la isla y ganó aún más partidarios al visitar y dialogar con residentes del Caño Martín Peña y miembros de la Juan Ponce de León en Guaynabo.
Diálogo supo que el senador independiente por Vermont pudiera regresar a Puerto Rico días antes de la primaria para darle un empuje final a su intento de copar los delegados demócratas del territorio boricua.
Por otro lado, Hillary Clinton envió a su esposo Bill, el expresidente que durante ocho años hizo titulares alrededor del mundo ya fuese por enviar tropas a Somalia, por su amistad con el exmandatario ruso Boris Yeltsin o por su escándalo con la estudiante Mónica Lewinsky, con quien se le acusa de haber sostenido una relación consensual. Y Bill, más que beber cerveza y comer cuchifritos en Guavate, vino a recaudar fondos de empresarios millonarios en la isla, algo que Sanders no ha hecho pues va contra sus principios.
Al momento hay un fuerte rumor en el seno del porrismo demócrata local de que Clinton vendrá a Puerto Rico previo a las primarias del 5 de junio, pues el embate del populismo de Sanders y el retiro de poderosos endosos –como el de la alcaldesa de San Juan, Carmen ‘Yulín’ Cruz Soto, y el activista de la comunidad LGBTT, Pedro Julio Serrano– la tiene abajo en puntos dentro de la opinión pública.
Claro, que la precandidata aún conserva el respaldo de figuras como el congresista de Illinois de ascendencia boricua, Luis Gutiérrez, y del astro musical boricua Ricky Martin, quien anda muy envuelto en recoger fondos a su favor, como verán a continuación.
Todo esto ha provocado una situación muy particular, con dos precandidatos a la presidencia luchando por el voto primarista boricua aun cuando, a la hora de votar en las elecciones generales, los residentes de la isla no pueden hacerlo.
Más allá de ese inescapable dato harto sabido por todos, la situación política y económica de Puerto Rico –y los discursos de los candidatos demócratas sobre esto– son los factores más interesantes para dos académicos entrevistados por Diálogo.
“Por el lado demócrata, tienes a Sanders, un candidato con un discurso en su mayoría izquierdista, que ha responsabilizado [a los bancos] por la crisis fiscal de 2008, y que expone un montón de promesas que van en contra de las posturas tradicionales de su contrincante Hillary Clinton”, explicó Aníbal Aponte Colón, profesor de teoría política del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
Para el profesor, Clinton es una liberal estadounidense con las típicas tres medidas que caracterizan esa postura ideológica: la libertad de selección, el uso de la intervención del gobierno en la economía para regularla y la creencia en un mundo de cooperación multilateral, todos planteamientos, dijo, “que comparten con el Republicanismo de los Bush factores como el multiculturalismo de inmigración y la globalización comercial”.
Por otra parte, el discurso de Sanders, entiende el erudito, se asienta sobre dos principios implícitos. El primero de ellos se sustrae de las teorías marxistas de las décadas de 1960 y 70, que le atribuye al Estado la supervivencia del sistema capitalista; entiéndase que el capitalismo no puede sobrevivir sin políticas públicas estatales que promuevan la acumulación y la legitimidad. El otro principio, explicó, se ampara en una visión de la participación política como necesaria para reproducir la organización de la sociedad como una democracia capitalista, porque la participación reduce las actividades políticas a las necesidades materiales y estas pueden resolverse dentro del sistema capitalista.
“De ahí las bases para apoyar su discurso de tener un sistema universitario gratuito y subir el salario mínimo federal, cosas que van de la mano con el discurso de justicia social para Puerto Rico. El fin es tratar de alterar las bases mismas de la acumulación de capital pretendiendo reestructurar todo el sistema bancario, para que eventualmente pueda financiarse a favor de los que menos pueden. Es obvio que Puerto Rico, ante la precaria situación colonial y económica en la que se encuentra, cae en este renglón al que apela Sanders”, puntualizó Aponte Colón.
Frente al espejo del Caribe inglés de mediados de siglo XX
El profesor del Recinto de Mayaguez agregó que este discurso puede apreciarse bien en la manera en que Sanders “responsabiliza a los Estados Unidos por la situación de Puerto Rico, tocando por encima la desaparición de la Sección 936, los efectos generales de la globalización, la falta de competencia salarial, y el hecho que la propia geoeconomía hace a México más competitivo dado a la cercanía a la frontera”.
“Claro, y también la necesidad de eliminar las leyes de cabotaje encaja muy bien en este discurso social-democrático. El problema aquí es que para que Sanders logre todo lo que ha dicho, especialmente con respecto a Puerto Rico, las condiciones deben ser casi perfectas. Tendría que alterar el mismo sistema bancario y que Estados Unidos asuma un rol más proactivo”, añadió.
“Lo que plantea Bernie dentro de la situación actual se me parece un poco a algunos de los planteamientos liberales que se hacían en el parlamento británico durante la época de la descolonización del Caribe. Va a tono con la liberalización de los sistemas políticos coloniales del Reino Unido, que comenzaron a finales de la década de los ’30. Es un discurso de descompresión, como una olla de presión a la que le colocas una válvula de escape para quitarle toda la presión gradualmente porque, si no, explota. Pero, para que se logre una descompresión o la prospectiva crisis humanitaria como pasó en el Caribe británico debe haber un rol más proactivo de Estados Unidos”, puntualizó Aponte Colón.
En su comparación del acercamiento de Sanders a Puerto Rico con el discurso británico de la descolonización caribeña del siglo XX, el profesor hizo alusión directa al Reporte Moyne, de la West India Royal Commission de Gran Bretaña (Comisión Real de las Antillas), que investigó las convulsiones sociales y económicas que vivían colonias en el Caribe anglófono durante el periodo entre guerras.
Estos informes –producto de una comisión que dirigió el Primer Barón de Moyne, Walter Guinness– se enfocaron en la calidad de vida en las colonias y el gradual desapego a la metrópoli que experimentaba el Caribe debido al caos laboral por el trato injusto a la mano de obra de la industria cañera, y fueron clave para trazar la ruta de la liberación de pueblos que ya moldeaban una identidad americana, como Jamaica.
El análisis de Jamaica fue uno de los principales objetivos del Reporte Moyne:
“La experiencia en el Caribe anglófono indica que la contribución principal de los británicos a la democracia fue la concesión de reformas cuando las presiones locales fueron lo suficientemente grandes para plantear una disyuntiva: reforma o desorden. Para fines del periodo entreguerras la administración colonial sirvió para quebrar la represión de los sectores dominantes permitiéndose el crecimiento de las asociaciones de clase media y los sindicatos”, indicó, resaltando la necesidad de un ambiente político similar en Estados Unidos para lograr éxito en los postulados que defiende Sanders.
Pero ahora mismo no es así, dijo Aponte Colón, algo que se ve incluso en los medios masivos estadounidenses. Por ejemplo, apuntó, la cadena CNN cuenta con varios paneles de análisis “con miedos propios de la Guerra Fría, que piensan que aquí llegó un viejo socialista a incitar a los jóvenes, que creen que la juventud es manipulable por quienes venden un pedazo de cielo”.
“La Comisión Moyne fue una de los desenvolvimientos más liberales que se ha visto en los procesos descolonizadores de América, que le dio una mayor apertura al Caribe, pero esa visión británica es muy distinta a la que uno ve ahora mismo en la política estadounidense”, apuntó.
¿Bernie o Bernabe? Un espectáculo más allá del socialismo local
Para la política estadounidense, Puerto Rico también constituye un teatro novel para un espectáculo social, político y económico al que el anglosajón casi no le ha echado el ojo. Los matices mediáticos y de sicolingüística manifestados la semana pasada en la competición entre Sanders y Clinton por el favor del boricua así lo interponen, indicó el exprofesor de ciencia política del Recinto de Río Piedras y experimentado analista de distintos medios internacionales, José Rivera.
“Realmente, lo que presenciamos esta semana fue un espectáculo político muy evidente en el sentido de que la presencia de Bernie Sanders, que miró a distintos sectores en necesidad, contrastó bastante con la ausencia de Hillary, quien solamente envió a Bill. Esto saca a relucir una cantidad considerable de disloques significativos en los discursos de la política estadounidense por ambas partes”, expresó Rivera.
El también analista de varios medios internacionales aclaró que “no me refiero tanto a que la visita de Sanders haya sido buena o mala. No estoy valorando de manera negativa la presencia de Sanders”.
“De hecho, creo que fue extraordinario en el sentido de que una figura que está bastante a la izquierda en términos discursivos del imaginario político estadounidense, que llena estadios allá y se perfila como un caso excepcional, pudiera escucharse en Puerto Rico. Desde mi perspectiva, he observado como Sanders ha estimulado una parte del electorado puertorriqueño, particularmente los millennials y a alguna parte de la clase media baja y también la clase obrera, que está decepcionada con cómo se ha manejado la crisis financiera”, discurrió Rivera.
Sin embargo, el experto se mantiene escéptico sobre el impacto de Sanders, sobre todo porque su discurso no es nuevo en la isla.
“Es interesante como el entusiasmo por el discurso de Sanders creó este ambiente de éxtasis en la universidad, y no obstante, son propuestas que también las ha manifestado un candidato local, que es Rafael Bernabe con la plataforma del Partido del Pueblo Trabajador (PPT), y que hay que decir que también estuvieron alineadas con la visita de Sanders”, señaló Rivera.
“Bernabe lleva diciendo lo que Sanders dice y más durante todo el cuatrienio. Lo dice desde que entró de líder del PPT, antes del 2012. Pero, cuando Bernabe las pronuncia, la gente baja la vista o se hacen de la vista larga y, sin embargo, viene Sanders y el entusiasmo es enorme. Creo que en ese sentido el discurso puede caer al vacío y eso lo hace parte del espectáculo”, articuló.
Rivera expandió su análisis a uno hipotético y fuera de la ebriedad del entusiasmo actual por Sanders. ¿Y si Sanders gana la presidencia? ¿Y entonces?
“Aquí entra mi escepticismo y mi cinismo. Asumiendo que gane la contienda primarista y salga favorecido en las elecciones, ¿qué es lo que va a pasar? Para que este proyecto pueda funcionar se necesita no tan solo que Sanders salga electo, sino que un número suficiente de demócratas progresistas, de pensamientos de vanguardias –de la izquierda, vamos– que suficientes de estos sean electos en puestos legislativos para que entonces puedan entablar un cambio”, detalló.
“Creo que concentrarse en una figura como la de Sanders no está mal, pero para que la revolución política a sea todos los niveles, no puede haber dificultades como, por ejemplo, una mayoría republicana torpedeándolo todo en el Congreso, como hemos visto con Obama”, indicó el académico.
Rivera entiende que sería beneficioso que, ahora con el súbito entusiasmo socialista demócrata en Puerto Rico, hubiese una “transferencia a la acción política local, evidentemente con Bernabe, pero no veo un movimiento masivo para ir a las urnas por ese discurso local, que es donde quizás pega más”.
“Ojalá me equivoque, pero el incrédulo que hay en mí no ve esa transición de discurso a acción política”, manifestó. Más aún, el erudito entiende que todavía el establishment demócrata en la isla mueve su mollero a diestra y siniestra a favor de Clinton, por lo que ve difícil que el senador querendón de los universitarios la derrote.
“¿Quiénes son los delegados, los que han meneado el pote demócrata local durante estos años? Roberto Prats [vinculado al Partido Popular Democrático] y Kenneth McClintock [vinculado al Partido Nuevo Progresista]. Allí estaban dándose la Medalla con Bill Clinton. No será fácil para Sanders, tiene que haber mucho movimiento. Y para Bernabe, que es el de aquí, está más difícil. Ojalá me equivoque, pero esa es mi evaluación”, finiquitó Rivera.