
TEL AVIV – El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, llamó este jueves a no demorar la reanudación de las conversaciones de paz palestino-israelíes, pese a la insistencia palestina de que Israel cancele un proyecto de asentamientos condenado por Washington. El anuncio de Israel esta semana, durante la visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, de construir 1.600 viviendas en una zona de la ocupada Cisjordania que fue anexada a Jerusalén, ensombreció los esfuerzos de Washington para relanzar el proceso de paz en Oriente Medio. “Lo más importante es que estas conversaciones sigan adelante puntualmente y se realicen de buena fe”, sostuvo Biden en un discurso en la Universidad de Tel Aviv. “No podemos demorarnos porque cuando se proponen progresos, los extremistas explotan nuestras diferencias”, agregó. La decisión abochornó a Biden, quien precisó que la medida desacreditaba los esfuerzos de paz, y enfureció a los líderes palestinos en Cisjordania, que estaban de acuerdo con la propuesta estadounidense de conversaciones indirectas bajo presión de Washington y sus aliados árabes. El presidente palestino, Mahmoud Abbas, dijo el miércoles al secretario general de la Liga Arabe, Amr Moussa, que había decidido no entrar en las conversaciones por ahora. La Liga Arabe había apoyado un plazo de cuatro meses para las negociaciones mediadas por Estados Unidos. En una conversación telefónica con Biden antes del discurso de Tel Aviv, Abbas “le reiteró que Israel debe anular el proyecto de asentamiento en Jerusalén para que las conversaciones indirectas no sean obstruidas”, informó a Reuters Nabil Abu, asesor de Abbas. Funcionarios palestinos no tuvieron comentarios inmediatos sobre el discurso de Biden. En tanto, funcionarios estadounidenses expresaron confianza en que, pese a la intensificación de la disputa, las negociaciones indirectas podrían comenzar tan pronto como la próxima semana, cuando el enviado de Estados Unidos a Oriente Medio, George Mitchell, regrese a la región. El vicepresidente viajó más tarde a Jordania para dialogar con el rey Abdullah y discutir el proceso de paz. En su discurso, Biden no dio señales de que Washington vaya a presionar al Estado judío para cancelar el proyecto como exigieron los palestinos, y funcionarios israelíes dejaron en claro que no descartarán su proyecto. En cambio, el funcionario estadounidense aclaró que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le aseguró que las construcciones en el lugar, un asentamiento religioso judío, no empezarían sino en años. Sin construcciones agendadas, dijo Biden, los negociadores tendrán tiempo para “resolver esto y otros temas excepcionales”. El vicepresidente remarcó que las conversaciones indirectas llevarían a negociaciones directas sobre asuntos clave del Estado palestino. En un comunicado, Netanyahu expresó su descontento a su ministro del Interior, un líder del partido nacionalista y ultra-ortodoxo Shas, por el momento escogido para anunciar el proyecto. Pero parecía que no habían posibilidades de una crisis inminente al interior de su coalición de Gobierno. El discurso de Biden fue ampliamente visto en Israel como un intento de la Casa Blanca por contrarrestar las declaraciones del presidente estadounidense, Barack Obama, al mundo musulmán durante junio en El Cairo. Muchos israelíes vieron a Obama con desconfianza, y Biden reafirmó en su discurso un compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel y lo que llamó la determinación de Washington para asegurar que Irán no obtendrá armas nucleares.