
El trágico incidente que sufrió la selección de fútbol de Togo y que cobrara la vida de 3 miembros de la delegación togolesa que viajaba a Angola para participar en la Copa Africana de Naciones trajo a debate la situación de inseguridad, arraigada, perpetua, que se vive en el “continente negro”. Las dos “guaguas” que transportaban a la delegación de Togo planeaban entrar a Angola por la zona de Cabinda, región noroccidental angoleña sede del Grupo B de la competición deportiva y anfitriona también de los equipos de Ghana, Costa de Marfil y Burkina Faso. Grave error, Cabinda es una zona en conflicto desde hace 34 años –desde el 11 de Noviembre de 1975- cuando un ejército rebelde la invadió vía Point Noire.
Geográficamente separada del resto de Angola, Cabinda es una de las regiones más ricas en petróleo de toda África: su capacidad de extracción alcanza la cifra de 2 mil 580 barriles diarios y se estima que con la debida infrestructura puede triplicarla. Por ello compañías petroquímicas estadounidenses –como Chevron- y europeas tienen una presencia cada vez mayor. La parte negativa de esto es que las empresas llegan al país resguardadas por pequeños ejércitos de mercenarios que le procuran seguridad a los empleados, debido a la violencia separatista que azota Cabinda. La llegada de hombres armados a una zona fuertemente armada resulta en un combo muy peligroso. La expedición togolesa, que era escoltada por la Policía angoleña, cruzó la frontera entre Cabinda y Congo para encontrarse en el camino con un grupo de hombres armados –pertenecientes al Frente de Liberación del Enclave de Cabinda-Fuerzas Armadas de Cabinda (FLEC-FAC), que lucha por la independencia de Cabinda- que disparó con ametralladoras al convoy causando la muerte del el conductor angoleño del autobús, el entrenador asistente de la selección de Togo y el jefe de prensa togolés.
Medios internacionales y agencias de noticias inundaron los noticiarios con las historias del drama. Pero, como siempre, muchos se olvidaron de mirar los resquicios y señalar a los verdaderos responsables. ¿Por qué el Gobierno de Angola decidió postular como sede de la Copa de fútbol a la zona más caliente del país? ¿Por qué la FIFA y la Confederación Africana de Fútbol (CAF) permitieron la elección de Cabinda? Se puede decir que los terroristas ganaron parte de la partida: la sangre había salpicado a África, de nuevo, y con ello el daño a la competición africana ya estaba hecho; Angola el más afectado y de paso Sudáfrica –que en 6 meses organiza la Copa Mundial de Fútbol- pues el tema de la seguridad, o la posible falta de ésta, incitaron muchas preguntas. Sin embargo no fue una victoria total para los separatistas, pues el fútbol y su poder mediático se centraron en las desgracias personales de los integrantes de la delegación togolesa asesinados, y en las afectaciones y repercusiones para la Copa Africana, verdadera pasión y sueño para los millones de africanos que respiran fútbol.
La competición se quedó sin uno de sus participantes, ya que pese a que los jugadores del representativo nacional de Togo querían disputar la Copa para rendirle tributo a sus compañeros asesinados, el Gobierno de Togo ordenó el retiro de su país del evento deportivo. Mientras que la situación de Cabinda sigue igual y seguramente tendrá que pasar mucho tiempo para que algo cambie o haya avances positivos, pues la mayoría de los expertos concuerdan que Cabinda es un botín disputado por demasiadas manos.