Los cultivos de maíz, frijol y arroz, alimentos básicos en los países de la región centroamericana han empezado a sentir el impacto del cambio climático, revela un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El aumento de la temperatura, los cambios en el patrón de las precipitaciones, las concentraciones de dióxido de carbono seguirán impactando los cultivos y tendrán un efecto sobre la seguridad alimentaria, advierte un documento elaborado por el Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), la Fundación Konrad-Adenauer-Stiftun (KAL) y la Asociación empresarial Sumarse, que a su vez cita el estudio de la CEPAL.
En Panamá, la fuerte sequía que azota al país desde el año pasado ha hecho disminuir la producción de arroz, una de las fuentes básicas de alimentación panameña, indicó el productor Héctor Villarreal.
Asimismo, durante el período 2015-2016, se redujo la superficie sembrada de maíz y frijol en las provincias de Bocas del Toro, Coclé, Herrera, Los Santos, Veraguas, Darién y la Comarca Ngäbe Buglé. Aunque la superficie sembrada de arroz aumentó en la provincia de Darién, sí cayó en las otras provincias mencionadas, indican los datos de la Contraloría Nacional de la República.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indicó que en los próximos años las sequías se intensificarán en Centroamérica, aumentando con ello el riesgo en cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria: disponiblidad de alimentos, el acceso a los alimentos, utilización y estabilidad.
“Los granos básicos de Centroamérica no tienen mucho espacio para adaptarse a aumentos elevados de las temperaturas”, indica el documento, elaborado en el año 2013 con el fin de contribuir en la toma de decisiones de los sectores público y privado.
La investigación realizada por CEPAL establece que la vulnerabilidad ante estas alteraciones no será la misma en todos los países, aunque a nivel regional, se calcula que más de un millón de pequeños productores depende del cultivo de maíz y frijol para su subsistencia. Esto significa que hay una fuerte relación entre la seguridad alimentaria y los medios de vida en la región.
“La pobreza determinará las dimensiones de la seguridad alimentaria”, subrayan los informes científicos.
No obstante, la CEPAL recomienda que para combatir el impacto sobre la producción de los cultivos en la región se pongan en marcha prácticas como cambiar los tiempos de siembra y cosecha de cultivos.
Además, propone que se revalúen los tipos de cultivos a sembrarse, asegurándose de que sean aptos para el tipo de suelo.
En el país, el Ministerio de Ambiente, en conjunto con el Comité Nacional de Cambio Climático la Estrategia Nacional de Cambio Climático, ha definido tres componentes importantes para proteger a los ciudadanos frente al aumento de la inseguridad alimentaria: adaptación, mitigación y desarrollo de capacidades y transferencia tecnológica.
Estos tres componentes permitirán al país ir transitando hacia una economía baja en emisiones de Gases de Efecto Invernaderos (GEI), ha explicado la ministra Mirei Endara.