De diez a 12 estudiantes e instructores entrenan técnicas de capoeira, arte marcial brasileño fusionado con danza, acrobacias y música, cada martes, miércoles y jueves en el recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico.
Cada encuentro de Lembrança Negra, como se denomina el movimiento a mayor escala, comienza a las 7:30 p.m.. Varias semanas atrás, la profesora Nadja Fuster, integrante del grupo y directora del Instituto Interdisciplinario y Multicultural, se propuso organizar una presentación de capoeira en el recinto a la luz del día.
Y hubo mañana de capoeira en Río Piedras.
Mañana de capoeira
El miércoles, 21 de septiembre, mientras cientos almorzaban en el campus, un grupo de aproximadamente 80 personas se reunió en el atrio del edificio Domingo Marrero, en la Facultad de Estudios Generales, para adentrarse en el movimiento de la capoeira.
Sentados en un semicírculo -que luego fue círculo- escucharon al instructor Ramón León, mejor conocido como monitor Sarará, explicar en portugués detalles del trasfondo histórico de la capoeira.
Luego, hubo música. El instructor invitó a los presentes a batir palmas rápido, más rápido, más despacio, y entonces llegaron las voces. Un estudiante quedó descalzo sobre un muro. Observó, aplaudió al ritmo de la melodía dirigida por Sarará y entonada por todos.
“Si no tenemos música, no tenemos capoeira”, explicó el líder, mientras sostuvo en su mano un birimbao, instrumento de cuerda clave para producir el golpe de aire melódico que sirve de trasfondo y enmarque para el arte marcial.
“Todo mundo pode fazer algo na capoeira” [“Todo el mundo puede hacer algo en la capoeira”], dijo el líder, para afirmar la capacidad de cada participante a asumir un rol en el encuentro.
La primera vez que este instructor puertorriqueño vio capoeira fue en una película. Intentó tomar clases, pero el costo era alto y no pudo pagarlo. Por eso, ahora, ofrece entrenamientos en el recinto a un costo extremadamente bajo, para que “quien quiera [aprender capoeira] pueda hacerlo, y el dinero no sea un impedimento para eso”.
En el público, rodaron hojas de papel con líricas de canciones lusófonas. Ana Guzzi, profesora de portugués, veló porque sus estudiantes entonaran las melodías que Sarará interpretaba con su cuerpo.
Tras varias canciones, los cuerpos quedaron en pie y en un círculo. Adentro, a la par se gestaron encuentros de capoeira. Los cuerpos se miraron a los ojos, se extendieron la mano, rozaron sus tobillos, curvearon sus espaldas, danzaron. Hubo arte marcial, pero sobre todo hubo baile, vibrato de voces, palmas.
La capoeira surgió en Brasil como un espacio de liberación para los oprimidos generado por esclavos. Y, ese sentido de liberación que permea el movimiento, aún queda vigente para muchos de quienes lo practican.
Para el universitario Edward Santiago, por ejemplo, “la capoeira es la liberación de todo el estrés que uno lleva durante toda la semana. La capoeira te cansa pero a la vez te energiza. Estás cansado pero esas ganas de seguir y seguir están dentro de ti. Cuando estás allá adentro, te estás moviendo pero a la misma vez tienes un balance”.
Cuando Santiago fue adolescente aprendió a bailar capoeira, pero hace cinco años no la practicaba. Por eso, cuando supo del evento, “iba a venir porque iba a venir”, expresó, quien fue uno de los primeros en sumarse al círculo de baile.
En el cerco, por un rato más, hubo salto, agarre de manos, sonrisas, un siempre regresar al suelo para luego despegarse de él y conversaciones de cuerpos desde el movimiento. Hay sonidos que filtran la mirada, gotas de sudor que llegan para dar cuenta de lo que está sucediendo por dentro. Eso también hubo aquella mañana.
Miembros del grupo de baile invitaron a estudiantes a adentrarse en la capoeira. La universitaria Nicole Vargas acudió al llamado. Soltó sus espejuelos, arqueó su pierna y se entregó a la disciplina. Otra joven, desde la periferia, también quedó con camisa y sudor, palma y sonrisa. Su cabeza asintió al sonar del espacio, al que durante unos 90 minutos llegó capoeira brasilera.
Capoeira y bomba: puentes de afro descendencia
Al final del encuentro organizado por el Instituto Interdisciplinario y Multicultural (INIM) y el Departamento de Lenguas del recinto, quedaron dos banderas al fondo del espacio: la puertorriqueña y la brasileña.
Este mismo aire de convergencia cultural se repetirá el próximo miércoles, 26 de octubre en el conversatorio “La bomba y la capoeira, manifestaciones afro descendientes de Puerto Rico y Brasil”, en el Anfiteatro 3 de la Facultad de Estudios Generales. El evento se propone fomentar una discusión sobre cruces afrodescendientes entre distintos contextos liderada por expertos en el tema.