A nivel emotivo, hay muchos recuerdos que aún le sacuden. Es evidente que a Carlos Weber, periodista chileno conocido por los puertorriqueños por su trayectoria como periodista ancla, todavía le duele su pasado. Cuando a través del documental Cuentas Pendientes decidió desvelar el interior de la coraza sólida, e incluso intimidante, que puede mostrar su físico, más que un proceso de sanación, comenzó un proceso de liberación que podrá llevarlo a curar esas heridas del pasado, o tal vez no.
Quizás ese pasado está tan presente en la formación de Carlos, que es él mismo, es su propia piel. Entonces, este documental de la directora Arleen Cruz es ese abrir caminos hacia la compañía que irá combatiendo la incomodidad y malestar que cargan él y las familias de las decenas de miles de muertos durante el golpe de Estado que Agusto Pinochet le dio al presidente Salvador Allende.
“Yo siempre he dicho que no estoy buscando sanar nada porque no tengo ganas de sanar. Ustedes probablemente no van a entender, yo sabía (cuando lo apresaron) exactamente lo que estaba pasando. A mí no me tomó por sorpresa, yo sabía cómo funcionaba el fascismo, yo sabía lo que nos esperaba cuando vino el golpe de Estado. Yo sabía que me iba a joder, que la iban a agarrar conmigo. Entonces, cuando uno tiene un edificio ideológico que le permite explicar lo que puede suceder, nada es sorpresa”, respondió Weber a una pregunta que le hizo el periodista Mario Roche durante un conversatorio celebrado recientemente en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
“Ahora, lo que sí queremos es la verdad y que no la vengan a investigar en el siglo XXII o XXIII, sino ahora. Todos sabemos que están muertos y que murieron de forma atroz, pero queremos saber quiénes fueron los responsables, cómo sucedieron las cosas, y una vez suceda eso, podemos perdonar quizás”, continuó Weber.
El conversatorio tuvo el propósito de acercar al público al ejercicio de creación de esa crónica personal, partiendo de las técnicas utilizadas por la directora para narrar la historia de Carlos, y de las experiencias vividas por ambos antes y durante los rodajes en Argentina, Chile y Puerto Rico.
Sobre las técnicas empleadas para lograr Cuentas Pendientes, primer largometraje que realiza la experimentada cineasta Arleen Cruz (el cual el año pasado recibió mención honorífica al mejor largometraje internacional del Festival de Cine de Madrid), ella comentó en el conversatorio, por ejemplo, que todo el documental presenta tomas que fueron capturadas una sola vez. En ese sentido, la pieza está creada como un ‘as life’.
La directora expresó, además, que esta producción no es didáctica o informativa y no tiene expertos que hablan sobre el tema porque su intención fue construirla “como si fuera una película de ficción, no porque lo que pasa es ficción, sino teniendo en cuenta la narrativa y estructura de ese género cinematográfico”. Es por eso que “este documental no tiene entrevistas, sino que toda la narrativa se construyó desde los encuentros de Carlos con otra gente”.
El resultado final fue producto, en parte, de la manera en que Cruz se acercó a la historia de Weber: no desde los datos históricos e información estudiada previamente, sino dejándose impactar por lo que le iban contando los encuentros, tal y como se acercaría cualquier espectador del largometraje.
Otro de los elementos bien logrados del documental, que es el tono emotivo que llega a los espectadores de cualquier país, es producto de que la directora encontró en la humanidad, en el asunto de sentir y de emocionarse, las fuerzas idóneas para que este pueda trascender a otros lugares y llegar a otras personas: “A mí me interesaba que el documental llegara más allá de los convencidos, más allá de la gente que tiene visiones de izquierda o de un mundo justo”, expresó Cruz.
Es por eso que “hay abrazos que duran muchos, hay incomodidad en las conversaciones, hay momentos chéveres también. Está presente la realidad de la naturaleza y las relaciones humanas”.
En esta historia, Arleen provocó encuentros de Carlos con personas que este no veía hace más de 40 años. Así esto, Cuentas Pendientes narra la historia de un Carlos que regresa a Chile, a su pueblo Coronel, y comienza a reencontrarse con familiares y amigos que vivieron lo que él vivió para hacerles las preguntas que nunca les hizo.
El hecho de que Weber se planteara la idea de soltar lo que por tanto tiempo le ha pesado es el punto de partida de este emotivo proyecto fílmico que, además, tiene la intención de conservar la memoria y tratar de conocer la verdad del pasado del periodista.
“¿Cómo se dio ese proceso de hacer que Carlos abriera su corazón, de que aceptara que iba a ser deconstruido para un producto cinematográfico?”, preguntó Mario Roche a Arleen durante el conversatorio.
Según contestó la directora, en una conversación inicial que tuvo con Weber, ella fue dejando atrás el ícono que tenía formado y comenzó a darle paso al ser humano que le estaba contando una historia, la que siempre había tenido silenciada y le negó al público. Así, porque según ella es “irónico que Carlos hubiese estado en silencio durante 40 años con una cámara de grabación de frente todos los días”, comenzó a conectar y a indagar en la historia del sujeto del documental.
La voz quebrantada de Carlos ante el público de universitarios que atendía el conversatorio formó nuevamente la misma tensión dramática que impera a través de todo el largometraje. Y es que el documental es solo el principio del proceso de liberación de Carlos. Resta que algún día se logre desenmascarar la historia para alivianar la tristeza de un pueblo que quiere saber qué pasó con sus muertos.