
SOBRE EL AUTOR
Justo frente al frecuentado Centro Comercial de Plaza Carolina, un anuncio comercial dispuesto en un escaparate perteneciente al Municipio de Carolina, reclama mi incomodidad: “Exotic Expo: Porn Star Show, Exhibidores y Mucho Más”. Porn Star Show.
Anunciado en plena avenida como en un tablón de expresión pública, mas, no nos engañemos: no se trata de libertad de expresión; se trata de un anuncio pagado para estar allí, justamente en una de las intersecciones más transitadas de Carolina. ¿No es la pornografía ilegal en Puerto Rico? ¿No es el tráfico de humanos –niños y mujeres en particular–, que se vincula a la pornografía y a la prostitución, uno de los más nefastos negocios en la Isla del Encanto?
Aquí acaba de ocurrir una de dos cosas: o el Municipio de Carolina ha tomado un paso de vanguardia en el fomento de los valores constitutivos de la cultura puertorriqueña (el cinismo es gratuito), o ha hecho galas de la más hipócrita de las actitudes posibles. A lo mejor entramos en un nuevo estado de anarquía del que no me he enterado.
¿Nos quitamos todos la ropa o nos quedamos vestidos? Que me digan, pero que no abran una doble medida, justamente en medio de la crisis social de mayor impacto en la historia de Puerto Rico.
El municipio de Carolina se lucra con anuncios que son impropios y contra natura a la ética y la moral de su reclamada buena gobernanza, mientras pregona a viva voz la creación de un Recinto Cultural para sus ciudadanos y, bajo el mandato de su primer mandatario José Carlos Aponte Dalmau, anuncia que el "respeto" será "el próximo valor humano que destacará en todas las dependencias municipales y que discutirá en las escuelas especializadas que tiene el Gobierno Municipal Autónomo de Carolina, como parte del currículo de valores”.
Entiendo que venderse así es respetar poco a los ciudadanos. No quede duda: el Municipio de Carolina ha iniciado una revolución cultural, aceptando la pornografía como parte de la idiosincrasia carolinense. O tal vez, en su avaricia, les ha importado un bledo el porn y sus consecuencias.
Y voy más allá: ¿habrá boletos de cortesía para el personal administrativo municipal? Porque si no, ¿en que mente reducida cabe la idea de que un organismo ordenador de la ciudad, en una sociedad llamada “de ley y orden”, facilite sus mecanismos para promocionar algo que se supone condenen? ¿Qué es lo próximo? ¿Billboards con "bichotes" anunciando el punto?
Mi argumento, aclaro, no es asunto de puritanismo; mi molestia viene con la hipocrecía. Si quieren anunciarse, existen otras avenidas y modos de vender pornografía. Simplemente, uno no espera que esto suceda en manos del gobierno que se supone fiscalice tales conductas.
Y por eso es que estamos como estamos.
El autor es narrador, poeta y ensayista. El comentario fue publicado en Blog Minucias desde genérika