El ser humano, analizando mejor su tiempo en la Tierra, encontrará que la vida mayormente está rodeada por personas desconocidas. Aquellos “fulanos”, “sutanos” y “perencejos” son los que aseguramos conocer a pesar de que, al final, son otros más del montón.
En este filme Alejandra López brilla con una luz diferente ante el diálogo de los extraños con su cortometraje, Fulano. Compitiendo en el festival de cortometrajes, Cinefiesta, López mantiene varios logros impresionantes en un filme de apenas seis minutos.
El guion, también conceptualizado por López, persigue a uno de los muchos fulanos que hemos visto a lo largo de la vida. Este fulano en particular, interpretado por Johnny Solís Lozada, habita en un barrio pobre donde la malicia acecha en cada esquina. No obstante, este individuo busca una vida honrada mientras cuida de su familia, en las sombras del vecindario.
Aunque sepamos que Solís Lozada sea el propietario de ese hombre corpulento gracias a la lista de créditos, López es especialmente meticulosa en no develar su rostro a lo largo del filme. El perfil de Solís Lozada se encuentra solo a un empujón de la cámara lo que le añade un poco de misterio al corto que demuestra el lado positivo de un sector mayormente marginado.
Estas tácticas que emplea López para no desenmascarar al protagonista tatuado le otorgan un sentido de anonimidad puertorriqueña indispensable a su héroe comunitario. No necesitamos conocer quien exactamente es ese fulano de la historia ya que representa a todos y cada uno de los fulanos que transitan nuestras calles de manera perspicaz.
Parte del valor que obtiene el cortometraje también se le debe otorgar al trabajo de Robert Peña, como director de fotografía. Su función complementa efectivamente la visión de López para lograr que la película llegue a ese nivel de intriga hacia el fulano.
Al mismo tiempo, la oscuridad de la barriada que refugia a Fulano aumenta la sombra necesaria para identificarlo como un Juan del Pueblo cualquiera. Entre las habilidades artísticas de López y Peña entendemos que el fin no presenta quién es Fulano, sino qué realiza Fulano.
El hecho de que no se puede apreciar bien la interpretación de Solís Lozada, beneficia al corto. A veces resulta que la verdadera dificultad de la actuación aparece en los papeles más pequeños. Es decir, mientras más real sea el personaje, más difícil es su interpretación, algo que trasciende Solís Lozada con elegancia.
Si algún aspecto negativo afecta a Fulano recae en que dura muy poco, algo que no marchita el mérito artístico que mantiene. El trabajo de López se coloca como original y distinguido tanto por su mensaje como por las técnicas utilizadas para lograrlo.
Su intención de abrirle los ojos al público alcanza un efecto magnífico para apreciar la humanidad que se encuentra en los rincones más oscuros de nuestra sociedad. Como oda a todos los fulanos de nuestro País, el corto de López acalora los corazones más fríos que pueden existir en su público, cuando logran identificar cual de todos los fulanos en nuestra vida es el que se encuentra en pantalla.