Luego de una campaña en la que se han bombardeado con ataques sobre su capacidad para conducir el destino de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump se encontraron finalmente en el mismo escenario, como parte del primero de tres debates presidenciales que se celebrarán previo al 8 de noviembre, fecha de las elecciones generales.
Y al verse cara a cara, la tónica de sus discursos no se distanció mucho de lo que han mostrado públicamente en los pasados meses. Los señalamientos de parte y parte en torno a las ‘manchas’ que cada uno carga en su historial fueron el eje de la discusión que millones presenciaron en su país y alrededor del mundo.
“Era la primera vez que estas dos figuras se encuentran en un foro tan público. Obviamente estaban midiendo fuerzas, midiéndose el uno al otro para saber cuál era el calibre y las cualificaciones”, expresó José Rivera González, profesor retirado de ciencia política en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Según Rivera González, la candidata demócrata consiguió el objetivo de posicionarse firmemente como la candidata del ‘establishment’, “muy informada y cualificada en todos los sentidos de la política pública y de todos los ‘issues’ que deben ocupar al gobierno de Estados Unidos”.
Por su parte, el controvertible Trump refrendó su imagen como el candidato “outsider”, que es precisamente la cualidad que, según él, debería ganarle el favor del pueblo norteamericano en su aspiración de acceder a la Casa Blanca.
Rivera González le concedió al republicano una buena calificación en su desempeño en la primera etapa del debate, en la que le recriminó a su rival la ambigüedad que ha mostrado respecto al tema de los tratados de libre comercio, específicamente el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Durante su estancia como secretaria de Estado, Clinton mostró su apoyo al tratado, pero como candidata a la presidencia le ha retirado el respaldo a la medida que ya ha sido firmada por 12 países, incluyendo a Estados Unidos.
Sin embargo, el billonario empresario fue incapaz de manejar el debate de forma que esa ambigüedad de Clinton resaltara más fuertemente entre la audiencia.
“[Trump] lo señaló pero no se mantuvo ahí. Entonces, al ser provocado [por Clinton], y ser de ‘mecha corta’ empieza con los ataques viscerales y muecas faciales que indicaban molestia. El ataque a la ambigüedad de los tratados no fue suficiente, porque rápidamente brincó a la controversia sobre los correos electrónicos”, que ha agobiado a Clinton a lo largo de su campaña, recalcó el analista político.
Sobre este tema, Rivera González destacó la estrategia de la exprimera dama, al asumir la responsabilidad por sus errores, “y no le dio la oportunidad a Trump para seguir. En eso ella fue muy efectiva”.
La discusión acerca de la crisis racial que ha estremecido a Estados Unidos en los últimos años fue uno de los puntos más interesantes del evento, a juicio del académico. Específicamente, le pareció que las posturas conservadoras de Trump le impidieron formular un argumento coherente a la hora de explicar sus propuestas para generar mayor afinidad entre las agencias encargadas de mantener el orden y los sectores minoritarios que constantemente se sienten discriminados por estos cuerpos.
“Trump no tenía mucho que ofrecer, solo tenía dos términos: el ‘law and order’ y el ‘stop-and-frisk’. Insistió de manera forzada que esta política es efectiva cuando toda la data y los hechos demuestran precisamente lo contrario, y lo señaló como si fueran los únicos elementos necesarios. Porque claro, la mente conservadora lo ve todo de manera maniquea, en blanco y negro, bueno o malo. Y para él, el ‘law and order’ es suficiente para pacificar lugares en los que hay problemas, aun cuando las raíces son mucho más profundas y matizadas de lo que él lo pinta”, planteó Rivera González.
Por otro lado, durante el debate se hizo patente que el candidato republicano carece del conocimiento para manejar inteligentemente la política internacional, cualidad indispensable para quien aspire a ostentar el cargo de presidente de Estados Unidos.
Para Rivera González, el cuestionamiento de las alianzas político-militares de las que la nación forma parte, como la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), reflejan la falta de experiencia de Trump en el contexto internacional, más allá de construir campos de golf en un sinnúmero de países. Asimismo, caracterizó de simplista las posturas que ha asumido respecto a la amenaza que representa el llamado Estado Islámico y su promesa de derrotar al colectivo terrorista a bombazo limpio.
Trump, en carrera
Sin embargo, a pesar de sus evidentes fallas, y de mantener un discurso público cargado de ideas nacionalistas y xenofóbicas, Trump se mantiene en carrera por la presidencia, con la mayoría de las encuestas recientes situándolo en un virtual empate con Clinton.
¿Será entonces ese discurso excluyente suficiente para cargarlo hasta el día de las elecciones con posibilidades de triunfo?
“La respuesta corta es que sí. La respuesta larga es que no se puede subestimar a Trump y al electorado. Hay que ver cuáles son los elementos que podrían ayudar a que los sectores de la población [que pudieran apoyar a Trump] se mantengan receptivos al hecho de que lo que él propone es un mensaje vacío”.
Y es que “hay un sector del electorado estadounidense que se siente cautivado con el mensaje. Las clases trabajadoras que se vieron afectadas por los tratados del libre comercio. Ese es el sector que los republicanos ultraconservadores del ‘Tea Party’ han alimentado, y que considera que el gobierno, los inmigrantes mexicanos y los musulmanes son los culpables”, de los males que aquejan a la sociedad norteamericana, expuso Rivera González.
Así las cosas, si Clinton y el Partido Demócrata aspiran a prevalecer en noviembre, necesitarán movilizar urgentemente aquellos sectores que hasta el momento han mostrado ambivalencia, y convencerlos de que mediante políticas públicas -tales como reformas al sistema contributivo- es posible solucionar los retos que enfrenta el país.
Entre esos sectores, Rivera González mencionó a los afroamericanos, hispanos, la clase media educada, a un número considerable de miembros de la clase trabajadora que no se sienta atraída por su oponente y, claro está, a las mujeres. Asimismo, es imperativo que logre dominar los estados claves en el sistema electoral estadounidense.
“Que Clinton vaya a cumplir con las promesas [de redistribución de riquezas] es otra discusión, pero para ganar tiene que convencer a esos grupos de que vote, no tanto por ella, sino por la plataforma del Partido Demócrata”, subrayó.