Distintos sectores de la población de Kenia continúan con las manifestaciones de luto, solidaridad y reclamos hacia el gobierno luego del ataque al Colegio Universitario de Garissa en ese país africano la semana pasada.
Como se reseñó el pasado lunes, el suceso dejó el saldo de 147 estudiantes universitarios muertos y 79 heridos a manos del grupo extremista islámico al-Shabab, quienes se autoproclamaron como los autores de una de las peores masacres en la historia de Kenia.
La cifra de bajas de alumnos asesinados luce impresionante; sin embargo, el profesor Julio Muriente Pérez del Departamento de Ciencias Sociales General en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR-RP) expresó a Diálogo que más que allá de fijarse en las estadísticas, hay que contextualizar el incidente dentro de la historia del continente africano bajo el colonialismo europeo.
Muriente describió a África como “una criatura europea”, ya que bajo el control de diferentes naciones europeas, el continente ha enfrentado esclavitud, marginalidad y servido como fuente de materias primas para las grandes potencias europeas desde la colonización del territorio en el siglo XVIII.
“África es el continente que más riquezas naturales posee, y a la misma vez, es el continente donde viven las sociedades más empobrecidas del planeta”, destacó Muriente.
![Localización de Kenia y las fronteras que comparte con países como Somalia. (Wikimedia Commons / Fotomontaje: Kiara Candelaria Nieves)](https://dialogo-test.upr.edu/wp-content/uploads/2015/04/LocationKenya.png)
Localización de Kenia y las fronteras que comparte con países como Somalia. (Wikimedia Commons / Fotomontaje: Kiara Candelaria Nieves)
Un evento histórico de envergadura, según el profesor de Geografía, fue la Conferencia de Berlín, un encuentro de las naciones europeas ocurrido entre los años 1884 y 1885, donde los países se repartieron los territorios africanos de acuerdo con la influencia que ejercían sobre un país de ese continente en particular.
Este contexto histórico, de acuerdo con Muriente, repercute en la actualidad con las acciones que han llevado a cabo grupos extremistas alrededor del continente africano y, particularmente, en la situación política entre Kenia y Somalia.
“Lo que sucedió los otros días en la universidad es una especie de venganza de parte de uno de estos grupos [al-Shabab]. Como hay fuerzas armadas kenianas interviniendo en Somalia, la respuesta de este grupo fue una acción terrible, genocida”, indicó Muriente.
“Pero a su vez, ese terrorismo hay que entenderlo como una manifestación extremista de todo un discurso ideológico, religioso y social, que va cobrando forma y fuerza en medio de tanta desigualdad”, puntualizó el profesor.
La religión como instrumento para justificar actos violentos
Aunque el islam predica una religión anclada en la paz, las corrientes que se derivan de esta denominación y que no son reconocidas por los musulmanes mayoritarios sirven para que grupos extremistas como al-Shabab generen un discurso “que tiene como denominador común una particular interpretación del islam altamente conservadora, altamente violenta”, según Muriente.
Esta interpretación es consecuencia de esa desigualdad, pobreza, marginalidad y explotación económica que se remonta al colonialismo europeo en África y que continúa hoy día a pesar de que países como Kenia, Somalia y Sudán (de este último surgió otro país, Sudán del Sur, en el 2011) se independizaron a mediados del siglo XX.
“Son estados nacionales muy recientes que vivieron varios siglos de colonialismo, que produjo una extraordinaria miseria, una descomposición y disfuncionalidad social de todo tipo”, afirmó Muriente. Por eso aseguró, además, que “esto no es un problema religioso, esto es un problema de profundas raíces sociales, económicas e históricas”.
A este mismo empobrecimiento de la población y la constante explotación de recursos como petróleo y piedras preciosas en minas africanas, que le pertenecen a compañías europeas, se le suma el que “en la mentalidad del fundamentalista islámico, la idea de ser cristiano tiene todo un símbolo, porque al cristiano se le identifica con las Cruzadas”, mencionó Muriente.
Las Cruzadas fueron una serie de campañas militares entre los siglos XI y XIV donde, según el catedrático, los europeos cristianos enfrentaron a los musulmanes para reclamar a Jerusalén, donde Jesús había sido crucificado.
“A los cristianos del presente se les ve como los nuevos cruzados. Del lado musulmán fundamentalista, a los cristianos de hoy se les ve como los continuadores históricos de aquellos que encabezaron las Cruzadas contra ellos. Son los descendientes del ‘gran enemigo’ religioso y social”, subrayó.
![El Colegio Universitario de Garissa, Kenia, donde ocurrió la masacre de 147 estudiantes universitarios. (Suministrada)](https://dialogo-test.upr.edu/wp-content/uploads/2015/04/El-Colegio-Universitario-de-Garissa-Kenia-donde-ocurrió-la-masacre-de-147-estudiantes-universitarios.-Suministrada.jpg)
El Colegio Universitario de Garissa, Kenia, donde ocurrió la masacre de 147 estudiantes universitarios. (Suministrada)
Pero también, durante las Cruzadas, los europeos tenían la intención de abrir una ruta mercantil hacia Asia. De acuerdo a Muriente, esto era una manera de utilizar la religión para llevar a cabo acciones políticas y militares, de manera similar a como lo hacen los grupos extremistas islámicos como al-Shabab, el Estado islámico (ISIS), al-Qaeda y Boko Haram en contra de minorías cristianas en las regiones donde se encuentran establecidos.
“Hay todas unas contradicciones de tipo social, económico y político que son las que mueven a estos grupos. Entonces, usan como bandera el elemento religioso, pero de la misma manera que los cruzados”, reiteró Muriente, añadiendo que la religión en general pretende “darle una fachada de credibilidad a unos actos bárbaros”.
Actitud extremista no limitada a grupos islámicos
A pesar de que surgieron bajo circunstancias distintas, el incidente en el Colegio Universitario de Garissa en Kenia comparte ciertos elementos con el asesinato de tres estudiantes musulmanes de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (UNC, por sus siglas en inglés) el pasado 11 de febrero.
En este incidente, el joven Deah Barakat, Yusor Mohammad Abu-Salha, su esposa, y la hermana de esta, Razan Mohammad Abu-Salha, fueron asesinados en un complejo de apartamentos frente a la UNC. El sospechoso de cometer el acto es uno de los vecinos del lugar, Stephen Craig Hicks, quien según medios como The New York Times, aparentemente tenía disgusto por todo tipo de religión y apoyaba el ateísmo.
Al preguntarle cómo los motivos de este suceso se relacionan con el ocurrido contra los universitarios en Kenia, Muriente destacó que “en ese caso, por la vía de la negación, esa persona termina creando una nueva religión”.
“Si estaba usando [la religión] como criterio para opinar sobre el otro o para agredir al otro, es como si hubiera convertido el propio ateísmo en una religión más, antagónica con las otras”, explicó.
Asimismo, Muriente indicó que ese mismo pensamiento de Hicks abona a la degeneración del discurso religioso, que “termina utilizándose para justificar actos de terror”.
“Hay gente que, de manera indiscriminada, piensa que ser musulmán y ser terrorista es lo mismo, como un musulmán puede pensar que ser cristiano y ser enemigo suyo es lo mismo”, concluyó.