
Con la aprobación del Plan Estratégico 2017-2021, la Universidad de Puerto Rico (UPR) busca mantener un norte por los próximos cinco años en su enseñanza, investigación, tecnología y servicio, pero conociendo que en el trayecto habrá elementos fuera de su control que podrán alterar las aspiraciones de la comunidad universitaria y las once unidades del primer centro docente del país.
Algunos de estos factores, empero, ya fueron considerados en la elaboración misma del documento, que viene a sustituir al plan Diez para la Década (2006-2016). El principal, naturalmente, es el panorama fiscal del país, que inevitablemente repercute en la universidad.
“Se ha partido de la premisa de que el dinero estará ahí, por concepto de la fórmula del 9.6% del Fondo General. Pero la realidad es que el dinero no es infinito. Vienen unas decisiones administrativas y fiscales que podrían ser desacertadas para el país, y la universidad podría recibir el efecto de estas sin que ella misma hubiera desarrollado las destrezas de autogestión y emprenderismo”, señaló Nivia Fernández, vicepresidenta de Asuntos Académicos de la UPR.
De ahí, entonces, que uno de los cuatro asuntos estratégicos –gestión sustentable– tenga como meta diversificar las fuentes de financiamiento y “optimizar las operaciones de la universidad en respuesta a los cambios fiscales y ajustes presupuestarios mediante las mejores prácticas académicas, administrativas y tecnológicas”, según el documento.
Entre las opciones para lograr esos ajustes, está la posibilidad de reestructurar, tanto académica como administrativamente, programas, departamentos y facultades, pero no al punto de eliminarlos o cerrar recintos.

Nivia Fernández, vicepresidenta de Asuntos Académicos de la UPR. (Glorimar Velázquez/ Diálogo)
“El plan, en su asunto de gestión sostenible, habla de transformación organizacional como una de las herramientas de trabajo. Esto requiere un avalúo primero: dónde estamos, qué dicen los números, en términos de la calidad de los programas. [La UPR] cuenta con 453 programas, y parte del avalúo es ver cuáles de estos continúan vigentes y cuáles no, cuál es su demanda, y si cumplieron su misión, ellos mismos se mueven a una moratoria”, explicó Fernández.
La funcionaria universitaria expuso, a modo de ejemplo, que en algunas zonas de la isla la demanda va dirigida a programas de grados asociados, asunto que las unidades de la UPR deberán considerar como una alternativa para “estar en sintonía con las necesidades del país”.
De cara a un nuevo gobierno y un nuevo fiscalizador
Al reto fiscal que acompaña el Plan Estratégico 2017-2021 se añaden dos elementos adicionales: el cambio de gobierno el próximo mes y la inherencia de la Junta de Control Fiscal en toda materia que involucre presupuesto y manejo fiscal, tocando así la universidad estatal.
En ambos casos, planteó Diálogo, estaría en disputa cómo armonizar la aspiración que tiene la comunidad universitaria de la UPR –que se recoge en el Plan Estratégico 2017-2021– con las preocupaciones o intereses de agentes externos que quizás no comparten del todo tal aspiración.
Así lo reconoció Aurora Lauzardo, vicepresidenta asociada de Asuntos Académicos, al señalar que no hay garantía alguna de que un nuevo gobierno o la presencia del ente federal no interfieran con las metas y objetivos ya trazados en el plan.
No obstante, apuntó que la aprobación por la Junta de Gobierno de la UPR, sumado al factor de que el documento es producto de dos años de trabajo en comités con participación de todos los sectores, “representa el deseo y la visión de la comunidad universitaria. En todos los cuerpos se aprobó sin dificultad porque la gente veía su voz, su visión en ese plan. Eso es muy importante porque aun cuando no hay una garantía de que no van a cambiarlo, hay mucho en juego”.
“De hacer un cambio hay que considerar a la universidad, al Consejo de Educación de Puerto Rico, y a las agencias acreditadoras. Hay una serie de pasos que tienen que tomarse si se quisiera derogar”, agregó Lauzardo.
En camino a los recintos
Con la aprobación del Plan Estratégico hecho realidad, le compete ahora a cada una de las unidades del sistema universitario elaborar –o atemperar– sus propios planes estratégicos al de la UPR, de forma tal que, desde el año académico 2017-2018 cada órgano parta de unos mismos estándares de avalúo y rendición de cuentas.
Asimismo, una de las expectativas con el plan es trabajar la experiencia formativa del estudiante de forma más directa, de forma tal que la meta del estudiante supere el mero “entrar a la UPR”.
“Lo que queremos es que el estudiante sepa desde que entra lo que quiere hacer, los proyectos que quiere desarrollar en las comunidades y desde qué disciplina servir al país. Que el estudiante sepa que está siendo apoyado por un asesor, en cada semestre, que le indicará la secuencia curricular a seguir para que se gradúe en el tiempo requerido”, elaboró Fernández.