Es tan fácil como decir uno, dos, tres y seguir hasta que el cansancio venza. También aplica cuando reemplazamos números por letras y las convertimos en nombres. A, b, c, Dwayne Reid, Ethan A. Schmidt, víctimas.
Este acto va conforme a la primera definición de la palabra ‘contar’. Según la Real Academia Española, ‘contar’ es numerar o computar las cosas considerándolas como unidades homogéneas. Lo homogéneo “pertenece o es relativo a un mismo género, poseedor de iguales caracteres”. Contar es algo así como enumerar todo aquello que característicamente se parece, como tus comidas favoritas o los días del año, que son 365.
Mi definición favorita de contar es la segunda según la RAE: da a conocer un suceso verdadero o fabuloso. Ejemplo: el miércoles, 2 de diciembre de 2015, una mujer murió y otros tres resultaron heridos en un tiroteo en Savannah, Georgia. El mismo día y al otro lado del mapa estadounidense, tres sujetos orquestraron un tiroteo masivo en San Bernardino, California. Hechos reales, nada de fabulosos.
Los periódicos no escatimaron en recursos para reportar la noticia que ha ocupado las primeras planas. Cobertura minuto a minuto por periodistas californianos cerca de la escena, entrevistas a los padres de las víctimas y los últimos mensajes que estos intercambiaron con sus hijos, el desespero por identificar a los atacantes, entre otras cosas.
Muy pocas, por no generalizar en el conteo, hablaban de cómo estos actos a los que Estados Unidos llama “mass shootings”, son puros actos de terrorismo. Pocas, también, han problematizado el asunto y han ejercido la presión con la que cuenta la prensa para provocar un cambio verdadero.
F, Garrett Swasey, h, i, Jillian Johnson, víctimas.
Sí han recalcado la cantidad de muertes a raíz del ataque, cuántos heridos y cuántos autores de la masacre, cuántos policías heridos y cuántos policías muertos, si alguno. Cuánto tiempo el sospechoso estuvo sembrando el terror. Si de contar se trata, fueron 14 los muertos en San Bernardino, además de los 21 heridos. Ese fue el mass shooting número 355 del año, que solo había tenido 336 días en ese momento.
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha hecho, mínimo, ocho discursos diferentes en el año como reacción a estos eventos.
“Somehow this has become routine. The reporting is routine. My response, here, at this podium, ends up being routine. The conversation in the aftermath of it. We’ve become…numb to this. We’ve talked about this after Columbine and Blacksburg, after Tucson, after Newtown, after Aurora, after Charleston”, exclamó Obama el pasado 2 de octubre luego del tiroteo en Oregon.
Ciertamente se ha convertido en una rutina. El suceso antes conmocionaba y ahora se ha reducido a un número más, uno que solo impresiona cuando contamos las muertes. Cuando relatamos cada segundo y mantenemos el suspenso vivo. A fin de cuentas, es más fácil contar.
¿Qué más podemos hacer? Enviar el pésame y las oraciones a los afectados. También podríamos hacer 355 cuadros en un papel y no escribir más nada, dejarlos en blanco, para honrar a las víctimas. Dos actos que no cambiarían la realidad.
De esa manera cumplimos con la tercera definición de contar: “tener en cuenta, considerar”.