En las últimas dos décadas, la lucha por la restauración de la Laguna de Guánica en el Valle de Lajas ha sido una constante, aunque algo alejada del lente del ojo público.
El debate, sin embargo, se ha intensificado en los últimos años por tres razones principales: existe un interés apremiante por parte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) en restaurar el cuerpo de agua. Además, el Departamento de Agricultura de Puerto Rico (DA) recibió una denuncia por daños a los humedales ubicados en el antiguo lecho de la Laguna, y, asimismo, la comunidad de agricultores labradores de las tierras del Valle de Lajas se opone rotundamente a una posible restauración.
Pero, ¿por qué está interesada la NOAA en inundar la Laguna de Guánica y devolverle su estado original? ¿Qué implicaciones tendría la inundación sobre los agricultores y sus fincas ubicadas en el Valle de Lajas?
Para contestar estas interrogantes, Diálogo conversó con dos profesores del Departamento de Ciencias Agrícolas del Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico (UPR), el doctor David Sotomayor Ramírez y el doctor Alfredo Vivoni, quienes son, desde el 2011, los asesores científicos de alrededor de 50 agricultores miembros del Comité para el Desarrollo Sustentable del Valle de Lajas, quienes se oponen al proyecto de restauración de la Laguna.
Más de una década debatiendo el futuro de la Laguna
“La controversia es que la calidad de agua que drena de las cuencas del Valle de Lajas y las cuencas de Guánica y [Río] Loco, está tan degradada que ha impactado los arrecifes de coral en la zona de Guánica. Entonces hay que llevar a cabo una serie de prácticas remediativas para evitar que los corales se sigan degradando, y uno diría, ‘bueno pues eso es lo que ocurre en Guánica’, pero la realidad es que eso es lo que ocurre en todo Puerto Rico”, explicó Sotomayor Ramírez, experto en manejo de nutrientes y calidad de agua.
No obstante, desde 1998, la NOAA y su subdivisión Coral Reef Conservation Program, estableció un plan piloto de manejo de cuencas en Puerto Rico, en el que se incluye la restauración de la Laguna de Guánica, lo que debería tener como resultado una reducción en la erosión y aguas contaminadas que son depositadas al mar y que afectan los arrecifes de coral. En aquel entonces, la NOAA, en conjunto con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), contrataron la firma Greg Morris y Asociados, quienes crearon el plan piloto.
Esto ha sido el pie forzado para que en distintas ocasiones se sometan medidas y proyectos legislativos que establezcan por ley la restauración en los últimos 16 años. Durante el año 2009, por ejemplo, el exsecretario del DRNA, Daniel Galán Kercadó, anunció que la agencia gubernamental retomaría sus planes de reinundación de la Laguna. En el 2011, el Senado aprobó una medida que ordenaba al DRNA a restaurar el cuerpo de agua a un costo de $5 millones.
Finalmente, en el 2013, el proyecto del Senado de Puerto Rico 463 fue sometido con la intención de convertir en política pública la reinundación de la Laguna de Guánica, que fue drenada en la década de 1950, con el fin de utilizar los terrenos para la agricultura. Este proyecto actualmente se encuentra estancado, pero cuenta con el aval de la actual secretaria del DRNA, Carmen Guerrero.
Posibles daños a la agricultura
El Departamento de Agricultura (DA), por su parte, mantiene su postura de oposición a la medida, precisamente porque el Valle de Lajas, unas 43,337 cuerdas de terreno, fue declarado Reserva Agrícola por la Ley 277 de 1999. Así se ha desarrollado al nivel que, hoy día, en el lecho de la desaparecida Laguna, se siembra arroz en sobre 500 cuerdas de terreno, proyecto a cargo del DA.
Estos terrenos poseen el primer cultivo de arroz en el País, tras 40 cuarenta años de haber desaparecido dicha producción en la Isla. Aunque inicialmente el DA planificó extender la siembra a mil cuerdas adicionales, este plan fue detenido por el Comité Pro Restauración de la Laguna de Guánica, tras denuncias ante la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) por alegado daño y destrucción al mosaico de humedales que se extiende sobre gran parte de la zona. Los humedales están protegidos por leyes ambientales federales que, aunque establecen claramente que no se pueden destruir, también indican que pueden coexistir con proyectos agrícolas.
“Algunos de los proponentes de inundar los terrenos me dijeron directamente que ahí no se daban ni las piedras. La contestación fue: déjenos eso a los agrónomos”, expresó Myrna Comas Pagán, secretaria del DA, en una pasada entrevista con Diálogo. “Durante el mes de noviembre de 2013, se recogió la primera cosecha de arroz producida en las fincas en Guánica. El grano fue clasificado por los inspectores de arroz del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos como ‘U.S. No. 1 Long Grain Brown Rice for Processing'”, añadió.
En la foto, la siembra de arroz que se ubica justo en el lecho de la Laguna de Guánica, unas 500 cuerdas que ya han producido las primeras cosechas del grano, tras 40 años de haber desaparecido la producción de arroz en la Isla. / Foto por: Ricardo Alcaraz
La reinundación de la Laguna no solo provocaría daños irreparables al proyecto de siembra de arroz, sino que, según destacó Sotomayor, el agua podría acumularse a tal nivel que podría provocar desbordes a través de todo el canal de riego y drenaje, afectando prácticamente todas las fincas de uso agrícola en la región. En el pasado, la Laguna de Guánica cubría una zona de alrededor de cuatro mil cuerdas. Una inundación artificial, explicó Sotomayor, podría cubrir alrededor de siete mil cuerdas.
“A través de los años, siempre se buscaba cómo sacar esas aguas. En la década de los 50, básicamente se ensancha el canal principal de drenaje y se permite que el agua salga Una vez el canal está lleno de agua, las aguas que vienen de arriba van a chocar con esas aguas y se le va a hacer más difícil salir”, explicó el catedrático asociado del Recinto de Mayagüez.
Sotomayor añadió que la posibilidad de que esa laguna se torne anóxica, que no contenga oxígeno, es bastante alta, especialmente por la carga de nutrientes que proviene del Valle de Lajas, que bajan desde la zona montañosa. No obstante, no se ha podido corroborar desde dónde exactamente provienen los nutrientes contaminantes.
“Sabemos que el uso de fertilizantes es mínimo. Hay vaquerías, los animales aportan, pero también hay plantas [de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados] de aguas negras que aportan nutrientes, que presumimos que descargan dentro de los estándares y lo que les permite la ley, pero aportan, como aportan las residencias con los pozos sépticos”, puntualizó Sotomayor.
La reinundación de la Laguna podría provocar, además, un aumento en los niveles de salinidad y sodicidad en los terrenos, así como un aumento en los niveles de aguas subterráneas, aseguró Sotomayor. Estos niveles son controlados, precisamente, con el sistema de riego y drenaje. Una posible sobreinundación dificultaría la tarea de manejo de niveles.
Entre el drenaje y la reinundación de la Laguna de Guánica
Cabe mencionar que en el 1958, el viequense Juan Abonet, científico de suelos, publicó un estudio de salinidad en el Valle de Lajas. Este señalaba que el 86 por ciento del suelo que se evaluó se encontraba dentro de los niveles normales de salinidad a ocho pulgadas de profundidad. El estudio se realizó antes de la instalación de la infraestructura de riego y drenaje, de modo que, según Sotomayor, se presume que los niveles de sodio y sal son mucho menor hoy día, lo que hace que el suelo sea más apto para la agricultura.
Respecto a este asunto, el doctor Vivoni, quien es portavoz del Frente Unido en Pro Defensa del Valle de Lajas criticó el planteamiento del Comité Pro Restauración de la Laguna, en el que aseguran que los terrenos del Valle del Lajas, en especial la zona de Guánica, no sirven para la agricultura porque contienen un alto nivel de salinidad y que por lo tanto, un mejor uso para la Reserva Agrícola sería restaurar el cuerpo de agua.
“El canal principal que viene de la montaña, va corriendo casi por la ladera y baja por gravedad a través de canales secundarios a estas fincas [en el Valle de Lajas]. Esto llega al canal principal de desagüe. Acabamos de hablar de lo importante de que ese drenaje funcione bien, para entre otras cosas manejar el asunto de la salinidad. Donde se quiere y pretende inundar es justamente en la salida hacia el este del canal de desagüe, que es como poner un tapón en la salida del drenaje”, explicó gráficamente Vivoni.
Por otro lado, uno de los argumentos que más utiliza el Comité Pro Restauración de la Laguna de Guánica, es que la regeneración del cuerpo de agua traería consigo un aumento en el tráfico de ecoturismo en la zona, así como la generación de empleos para la pesca.
“Ellos [los miembros del Comité] plantean que las personas que vivían allí cuando se drenó la Laguna perdieron su forma de ganarse la vida hace 60 o 70 años, y que hacer este proyecto sería como un poco volverles a dar esa menara de ganarse la vida”, indicó Vivoni.
“Pero hoy en día, ¿quién vive de la pesca en una laguna? ¿Qué comunidad vive? ¿Qué ejemplos tenemos en Puerto Rico de comunidades que se ganen la vida así? La otra comunidad es la agrícola, hay personas que viven en esa comunidad que trabajan en la agricultura. Entendemos que son intereses no compatibles”, puntualizó Vivoni.