SEUL- Corea del Sur acusó al régimen norcoreano de torpedear uno de sus buques de guerra, incrementando la tensión en la región y poniendo a prueba la posición internacional de China, el único aliado importante de Pyongyang. Corea del Sur confirmó que tomaría medidas “firmes” contra su empobrecido vecino por esta acción. El Norte, respondió rápido a estas declaraciones e indicó que “está listo para ir a la guerra” si Seúl o sus aliados le imponen sanciones. Un reporte de investigadores, incluyendo expertos de Australia, el Reino Unido, Suecia y Estados Unidos, concluyó que un submarino norcoreano disparó el torpedo que hundió a la corbeta Cheonan en marzo, matando a 46 marineros surcoreanos. “No hay otra explicación posible (…) La evidencia apunta de manera abrumadora a la conclusión de que el torpedo fue disparado por un submarino norcoreano”, concluye el reporte. La condena internacional fue inmediata, con la notable excepción de China, que según han dicho analistas estaría desesperada por evitar cualquier acción que pueda desestabilizar a su reclusivo vecino y que pueda extenderse a su territorio. Un funcionario surcoreano explicó previamente que el ataque parecía haber sido en venganza por un enfrentamiento el año pasado cerca de la disputada frontera entre ambas Coreas, donde la armada norcoreana fue humillada. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó las conclusiones de la investigación como profundamente perturbadoras. Tanto Estados Unidos como el Reino Unido dieron su apoyo a los hallazgos, y la Casa Blanca calificó al hundimiento como un acto de agresión que representa otra señal de una conducta inaceptable por parte de Pyongyang. China simplemente calificó al hundimiento como “desafortunado”. El viceministro de Relaciones Exteriores chino, Cui Tiankai, declinó comentar sobre el reporte surcoreano e instó a la estabilidad en la península. El presidente surcoreano, Lee Myung-bak, sostendrá el viernes una reunión de emergencia con su Consejo de Seguridad Nacional. Su Gobierno ya ha dejado en claro que no tiene planes de realizar un ataque en represalia, pero presionará a la comunidad internacional para que tome acciones contra Corea del Norte, probablemente en la forma de sanciones adicionales. “Tomaremos medidas firmes contra el Norte, y a través de la cooperación internacional, debemos hacer que el Norte admita su acción y que vuelva como un miembro responsable de la comunidad internacional”, expresó Lee al primer ministro australiano, Kevin Rudd, según una cita difundida por su oficina. Corea del Norte asegura que el Gobierno conservador surcoreano está usando el incidente para obtener una ganancia política y para socavar adicionalmente los lazos entre ambas Coreas, que técnicamente permanecen en guerra, bajo una tregua que puso fin a los combates de la Guerra de Corea de 1950-1953. “Nuestro Ejército (…) reaccionará a cualquier ‘castigo’, ‘represalia’ y a ‘sanciones’ que infrinjan nuestros intereses estatales con varias formas de severas medidas, incluida una guerra abierta”, informó la Comisión Nacional de Defensa, según una cita reproducida por la agencia oficial norcoreana. La situación también pone a China en un lugar complejo. El anfitrión de negociaciones regionales intermitentes para detener el programa de armas nucleares de Corea del Norte es el único aliado importante de Pyongyang y está reacio a penalizar a su Gobierno. “Va a ser muy, muy difícil que China atraviese esto. Los surcoreanos no están particularmente complacidos por lo que China está haciendo”, indicó Charles Freeman, experto sobre China, del Centro de Estudios Estratégico e Internacionales en Washington.