Somos agua. El 70 por ciento del planeta está compuesto por este líquido. Asimismo nuestros cuerpos. El porcentaje de agua que nos constituye varía según el desarrollo cronológico: un bebé es 80 por ciento agua; el adolescente, 70; un hombre y una mujer adultos son 60 y 55, respectivamente, y el cuerpo de un anciano es 50 por ciento acuoso. A pesar de la desbordante relación entre la humanidad y el llamado “preciado líquido” (manoseada frase que habría que honrar), el World Watch Institute declara que la escasez de agua es uno de los retos medioambientales más imperantes y, precisamente, menos preciado de estos tiempos. Cerca del 97 por ciento del agua del planeta está contenida en los océanos, es decir, consiste de agua salada. Del restante 3 por ciento, que es el agua “dulce” con que cuenta el planeta, tres cuartas partes están congeladas en la Antártica, el Ártico y en Groenlandia. De manera que es de la pequeñísima fracción de agua que corre por los ríos y que se acumula en lagos de la cual depende la humanidad para satisfacer casi la totalidad de sus necesidades. Claro que lo que es igual no es ventaja. Por eso, mientras el ciudadano norteamericano promedio utiliza 160 galones diarios, cientos de millones de personas viven con menos de 3 galones al día, en otros apartados hemisferios. Maude Barlow, autora de Blue Covenant: The global water crisis and the coming battle for the right to water y gestora de organismos internacionales que luchan porque el recurso líquido sea un derecho humano (y no un bien económico ni comercial de algunos sectores), especifica que cada ocho segundos muere un niño por beber agua contaminada o por falta de ella. Según la Organización Mundial de la Salud, el 80 por ciento de las enfermedades que se reportan es resultado de la ingesta de agua sucia. Puerto Rico: 4 x 4 de agua ¿Hay suficiente agua en Puerto Rico para la población aproximada de cuatro millones? Algunos sostienen, e insisten, que hay agua de sobra; sin embargo, la realidad dista del planteamiento. La Isla cuenta con 2,245,365 cuerdas de terreno para atender las necesidades de una población en aumento. La calidad de los suelos, cuya importancia en la producción del agua es fundamental, porque son el principal embalse del líquido, va en detrimento. Ante la falta de una estrategia integral para determinar su uso, el mal manejo de los suelos conduce a otros problemas asociados al recurso agua, como son la sedimentación de los abastos, la destrucción de humedales y áreas de captación y recarga, la contaminación de aguas superficiales y subterráneas y la impermeabilización y la remoción de los cinturones de vegetación que protegen las cuencas hidrográficas. No obstante, el problema de abastecimiento urbano de algunos pueblos no es tanto cuantitativo —falta física del recurso agua—, sino que está vinculado específicamente con los procesos agravantes de urbanización, industrialización e irrigación. Los expertos convienen en que todavía domina la rancia noción de la época conquistadora en torno a la condición infinita de los recursos naturales. “Tenemos buena capacidad de agua pero, si no la manejamos bien, es como no tenerla. Si no controlamos lo que tenemos el riesgo es contaminarlo. De hecho, tenemos contaminación de distintos tipos. ¿De qué sirve entonces si nos hace daño? Poseemos un recurso que no muchos países tienen [en abundancia] como en los Estados Unidos, que tiene problemas de agua en el oeste y en el sur. La responsabilidad es manejarlo correctamente”, declaró Fernando Lloveras, director ejecutivo del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico (FCPR), institución no gubernamental sin fines de lucro cuya misión es asegurar los sistemas ecológicos del País. En la última Cumbre Social celebrada en la Isla hace dos años se reconoció que el manejo del agua refleja una ausencia clara de responsabilidad social, económica y ambiental. “Por años, se ha pretendido atender las necesidades de consumo y uso del recurso a través, exclusivamente, de construir y ampliar la infraestructura”, criticó el veterano ambientalista José Rivera Santana en el editorial publicado por dicho organismo en el 2008. Como consecuencia de la apatía y a las malas prácticas del sector privado y de ciertas instancias gubernamentales y con el fin de preservar las aguas nacionales, otros grupos fluyen en otra dirección. Diálogo conversó con tres de estas organizaciones, de estilos diversos pero con estrategias similares dirigidas a proteger y educar sobre el uso responsable del agua. Fideicomiso de Conservación, al servicio de los ecosistemas “El agua mueve los elementos más importantes de todos los procesos de vida”, aseguró Lloveras. Por ello, el FCPR para poder estudiar la condición del territorio ha dividido la Isla en cinco regiones según las cuencas hidrográficas. “Miramos a Puerto Rico como un organismo viviente y le prestamos atención a la funcionalidad de todos los ecosistemas, que son nuestros servicios ecológicos”, explicó. Para el FCPR la unidad primordial de manejo es la fuente hidrográfica. “Tenemos que entender que las cuencas básicamente son las autopistas de vida”, expuso el licenciado. A lo largo de las cuatro décadas de trayectoria de la institución, el tradicional programa de conservación de áreas naturales del FCPR ha evolucionado. Recientemente han incorporado el Mapa de Vida, que promueve la responsabilidad con la naturaleza y la participación ciudadana. “Con datos concretos examinamos los procesos naturales, la calidad y salud de las aguas. Hemos recopilado mucho, pero nos hacen falta más corroboraciones de campo para llenar los huecos que existen en las bases de datos. Lo vamos logrando con los ciudadanos voluntarios y científicos”, indicó. El pasado mes de febrero se reunieron para estudiar las aguas en la Hacienda La Esperanza de Manatí. Midieron la calidad, velocidad y cantidad de agua de la cuenca hidrográfica de siete cuerpos de agua, específicamente de las quebradas, junto con otras características geomorfológicas de la zona. “Para que cuando le hagamos preguntas al sistema nos dé respuestas. La intención es tener una buena radiografía a través de los datos georeferenciales”, sostuvo Lloveras. El director de operaciones del FCPR, Jorge Báez, aseguró que el problema de agua en Puerto Rico radica en la distribución y la disponibilidad. “Hay zonas donde el agua es casi pura, pero toda la industria saca el agua de los pozos, no de las escorrentías —agua de lluvia que corre sobre el suelo—. Se toma de puntos específicos cuando en realidad hay en toda la isla”, aseguró. El FCPR analiza también la distribución de los centros poblaciones. “Los centros urbanos han ido creciendo en torno a donde está el agua subterránea, básicamente porque es la que requiere menos tratamiento, pero hay que pensar en otros métodos porque se puede agotar”, señaló Báez. El País además ha dependido de los embalses —construcciones humanas para capturar el agua. Pero recientemente se ha determinado que hay métodos alternos y mejores como las tomas directas de agua del río. “Los nuevos proyectos de la Autoridad de Acueductos (AAA) lo empezaron a implementar. Es un buen comienzo. Porque no se tiene que represar ni fabricar”, argumentó Lloveras. Con todo y que hay mucha agua, el 70 por ciento no es apta para tomar. La contrariedad, según los expertos, responde al manejo del líquido. “Hay agua, estamos en un sitio tropical, pero no se está aprovechando ni recuperando. La calidad tampoco cumple los estándares de la Agencia federal de Protección Ambiental. Es lamentable porque con la disponibilidad de nuestros recursos hídricos podríamos hasta exportarlo”, sugirió Lloveras, y catalogó a las represas como otro de los inconvenientes, porque “se corta la conexión ecológica entre la montaña y la costa”. Conforme a la literatura socio-ambiental todo está interconectado, aunque sea imperceptible al ojo humano. “Lo que se hace arriba en la montaña, al principio de la cuenca hidrográfica, afecta al coral a 20 millas de las costa porque se ensucia y daña la playa y la vida marítima. Cuando el puertorriqueño pueda entender el valor del agua, no por decir que somos un país verde, sino porque tiene una razón de ser, podremos mejorar un poco”, manifestó el director del FCPR. Casa Pueblo, autogestión para emular “Les suplimos agua de calidad a 1.5 millones de puertorriqueños y estamos orgullosos de proteger las aguas que nacen en Adjuntas”, afirmó el legendario ingeniero ambiental Alexis Massol, líder de los múltiples programas de autogestión ciudadana de Casa Pueblo (CP) en Adjuntas. Aunque en abril cumplen 30 años de labor, hace cinco crearon el distrito de conservación más grande de Puerto Rico, que comprende 36,000 cuerdas de terreno en 10 municipios y el primer corredor biológico que une a cinco bosques centrales. “Con la totalidad de los terrenos protegemos las aguas que nacen en Adjuntas y que a través de una tubería llegan hasta la zona metro de Guaynabo y se extienden hasta Caguas y Gurabo”, precisó Massol. Al programa de preservación se han unido cientos de personas, entre ellos los agricultores de la zona. “Tenemos excelentes resultados con casi 30 agricultores en la implementación de agricultura ecológicamente sostenible”, sostuvo Massol. “No sólo la parte ambiental nos preocupa, también el desarrollo económico de los vecinos. Incentivamos a los que trabajan las tierras adjuntas a que los fines de semana traigan sus frutos y los vendan en un mercado agrícola en Casa Pueblo”, agregó. Massol asegura que la fórmula del éxito del proyecto se compone de ciencia, cultura y participación ciudadana. “Creemos que la motivación principal debe ser la patriótica (respetar nuestra tierra y sus recursos) pero si además incentivas de manera económica, las personas verdaderamente se entusiasman”, apuntó. Y como “los discursos están de más si no hay acciones”, el activista argumenta su postura negativa hacia el Departamento de Agricultura, en materia de siembra del café a cielo raso: “Estamos en desacuerdo porque son prácticas que requieren máquinas de equipos pesados, arrasan con la biodiversidad, utilizan químicos y abonos que dañan los suelos”, sentenció. La propuesta del Café Madre Isla de Casa Pueblo ejemplifica la siembra del fruto en la sombra, dentro del bosque. Las plagas que puedan surgirle a los cafetos se combaten con otras plantas, para así evitar –según han comprobado- la erosión y la sedimentación a los ríos. “Estamos ahora a otro nivel de protección de las aguas, monitoreando las estaciones, y puedo decir que las aguas más puras están aquí”, comentó Massol. Indicó que la Estación Experimental Agrícola de la Universidad de Puerto Rico colabora con ellos. “Han utilizado las aguas de [el bosque] La Olimpia como modelo de calidad de aguas cristalinas, puras y económicas, en el sentido de purificación. Porque se gasta menos en procesarlas”, añadió. “En un país como el nuestro, donde cada cuatro años la gente cifra sus esperanzas en los nuevos gobernantes, senadores y alcaldes y realmente el país va para atrás en los problemas sociales, de criminalidad, educación y protección del ambiente, la gente pierde el ánimo. Tenemos proyectos educativos y atendemos casos de distintas comunidades que buscan alternativas como las nuestras: ¡Operantes!”, anotó Massol. Las ventas del café de sombra les han dado independencia suficiente para generar energía. CP posee un sistema de generación eléctrica que no sólo permite que sean autónomos en ‘kilovatios verdes’ sino que además venden el excedente de energía a la Autoridad de Energía Eléctrica y contribuyen al resto del País. Proyectos nuevos no faltan en Casa Pueblo. La exportación de agua podría ser una realidad. El colectivo comunitario contempla que mediante un impuesto en la factura del agua a través de la AAA, podrían incitar a otros municipios como Orocovis y Maricao a que protejan sus aguas y generen dinero. “Pensamos en producir agua para venderla al municipio y, a través de una inmensa autogestión comunitaria del centro de la Isla, mejorar la economía”, reveló Massol. Estuario de San Juan, en pos del bienestar hídrico El director ejecutivo del Estuario de la Bahía de San Juan (EBSJ), Javier Laureano, relata que hace 60 años el dominio gris —producto de la urbanización y ocupación de la ciudad— canibalizó el verde. “Tenemos como resultado un área metropolitana alienada de su entorno hídrico y de su entorno ecológico. Por eso, pocas personas conocen a cabalidad el impresionante panorama hídrico del EBSJ, que recorre ocho de los más poblados municipios de la zona metro”, argumentó. Un estuario es un área en la costa donde el agua dulce de ríos y quebradas se une con la salada del mar. El EBSJ se compone de un sistema de cuerpos de agua y humedales altamente complejos e interconectados, que recorren desde la Ciénaga las Cucharillas y la Bahía de San Juan al oeste; la Laguna del Condado al norte; el Caño Martín Peña y la Laguna San José al centro; Piñones, Vacía Talega, Torrecilla Alta, la Laguna Torrecilla y la Laguna Piñones al este del sistema. El científico ambiental Jorge Bauzá explica que los humedales asociados al Estuario actúan como purificadores naturales de las aguas de escorrentía pues atrapan y remueven contaminantes —como los aceites, grasas, metales, fosfatos y nitratos—que corren con ésta. “Actúan como filtros naturales. El resultado son aguas más limpias llegando a nuestras costas y acuíferos costeros”, explicó. El EBSJ ofrece alimento a decenas de especies de flora y fauna, entre ellas 17 plantas y 8 animales en peligro de extinción, como el manatí antillano. “Mediante el Plan Integral de Manejo y Conservación diseñamos acciones de restauración ambiental que lograron recuperar la salud ecológica de cuerpos de agua asediados por un 80 por ciento de cobertura de zonas de construcción en brea y cemento”, recalcó Laureano. Desde el punto de vista ecológico y de salud pública, reclama el director, uno de los actos de justicia más urgentes necesitados para el rescate del recurso hídrico capitalino es el dragado del Caño Martín Peña. “Se está convirtiendo de forma acelerada en un pantano. Dragar un pantano será mucho más difícil que dragar un caño obstruido [con sedimentos, basura y tóxicos]. Alargar la espera sólo empeorará la situación”, expresó el director del EBSJ. En los pasados años la antigua “cloaca de San Juan” —como se conocía a la Laguna del Condado— ha logrado obtener unos índices de calidad de agua “bastante saludables”, indicó Laureano. El ESBJ ha sembrado en la Laguna más de 2,000 plántulas de mangle rojo con la ayuda de más de 700 voluntarios, lo que ha resultado en una nueva vereda de arrecifes de coral. “Nos esforzamos ahora en el relleno de las depresiones artificiales (agujeros) de la Laguna del Condado. Terminado ese proceso, rellenaremos los agujeros y continuaremos sembrando hierbas marinas en el fondo para que de nuevo sea poblada de la más alta diversidad de peces y organismos marinos, con lo que Puerto Rico contará con un verdadero tesoro ecológico”, agregó Laureano. Sin embargo, acepta que para que los logros sean duraderos se debe prohibir la circulación de botes de motor en el cuerpo de agua. Otro componente importante del EBSJ es el monitoreo escolar de los llamados Vigilantes del Estuario. Alrededor de 150 estudiantes salen todos los meses con sus maestros a tomar y analizar muestras del sistema estuarino. No obstante, poco sirve tener todos esos datos escritos en una carpeta si nadie los conoce. “El mensaje sobre la calidad de agua es medular. ¿Sabes de cuánto es el total estimado del recogido por los voluntarios del Programa del Estuario? De 1,200 libras”, enfatizó Laureano. Aunque las aguas del Estuario no son para el consumo potable, la cuenca hidrográfica tiene una importancia esencial para la economía y ecología. Por ejemplo, recibimos el 80 por ciento de todos los materiales importados por medio de los muelles de la Bahía, llegan 1.2 millones de pasajeros de cruceros por los puertos y más de nueve millones de viajeros por los aeropuertos de la cuenca, detalló Laureano. Por otra parte, Bauzá aclaró que las labores de restauración van dirigidas a eliminar fuentes de contaminación cuenca arriba y a restaurar los corredores riparios (vegetación en los bordes de ríos y quebradas). Estas acciones ayudan a mejorar la calidad del agua dulce que llega al Estuario que, en algunas áreas, “son también la fuente de agua potable”, concluyó el científico. Este texto fue publicado en la edición de marzo-abril de Diálogo. Para ver la versión en PDF del periódico, pulse aquí .