Si las playas de Puerto Rico fuesen una cuenta de banco, entonces la arena sería el dinero disponible.
Pensará entonces que por ser una isla, esa cuenta de banco de Puerto Rico se compara con la de Bill Gates, el hombre más rico del mundo. Sin embargo, se equivoca. La arena de nuestras playas está desapareciendo. El déficit de arena podría impactar negativamente la economía del país sobre todo en la región norte y este, donde se realiza la mayor actividad turística.
Así lo afirmó Ernesto Díaz, quien dirige las investigaciones relacionadas con el cambio climático en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), durante el primer simposio de erosión costera que se realizó en el área residencial y turística de Palmas del Mar en Humacao. Además, lo confirma el reporte final de Valoración económica de los arrecifes de coral y ambientes asociados al Este de Puerto Rico publicado por el DRNA en el 2007.
Según el documento, el valor económico total de un ecosistema se calcula en función de los bienes y servicios que este provee a la sociedad. Dicho valor se obtiene como resultado de la suma del valor activo (valor de los bienes y los servicios), más los valores pasivos (valor futuro, valor heredable, valor existencial y valor de la biodiversidad).
Luego de analizar esos valores, el DRNA estimó que para el 2007 los ecosistemas costeros de Puerto Rico tenían un valor económico de $1,852,568,080.
Parte de esa suma está relacionada con el “turismo de sol y playa”. Según la investigación del DRNA, en el 2006 más de cinco millones de personas visitaron la isla y gastaron más de $3,000 millones. De esos cinco millones de visitantes, el 28% se hospedó en hoteles, 45% en otros lugares y 26% eran visitantes en tránsito, incluyendo turistas de cruceros y personal militar.
María Santos Corrada, profesora de Administración de Empresas de la Universidad del Turabo, comentó que los turistas no querrán visitar las playas de Puerto Rico si no pueden caminar o asolearse en la orilla sin encontrar estructuras impactadas.
El este de Puerto Rico es una de las zonas más afectas por la erosión. También se verá afectada económicamente porque “el área este cuenta con más de 86 hospederías con 3,291 habitaciones, lo que representa más del 20% de las habitaciones de hotel en la Isla”, de acuerdo con el informe.
Palmas del Mar no se escapa de esa realidad. Allí, muchas personas soñaban con despertar y tener la playa frente a sus residencias de lujo. Lo menos que deseaban era despertar y encontrar las olas golpeando sus casas o entrando a sus beach clubs, como ha ocurrido en varias ocasiones en el complejo residencial de Marbella.
Fueron precisamente los vecinos de Palmas del Mar quienes organizaron el simposio de erosión costera. Llegaron al evento en busca de soluciones para el problema, pero reconocieron que es más grave de lo que pensaban.
Descubrieron que sus residencias siempre habían estado vulnerables porque gran parte de las construcciones en Palmas del Mar –valoradas en millones de dólares– fueron establecidas a menos de 50 metros de la orilla. Esto, a pesar de que las regulaciones ambientales establecen lo contrario. Conforme a los pronósticos del aumento del nivel del mar asociados con el proceso de cambio climático por el que atraviesa la Tierra, será muy difícil evitar que el mar recupere su espacio.
Santos Corrada alertó a los residentes de Palmas del Mar sobre el impacto que podría tener la erosión en el valor de venta de sus propiedades.
Según la profesora de administración de empresas, todas las residencias de Palmas del Mar que ubican frente a la costa tendrán un menor valor de venta por su vulnerabilidad. En cambio, las residencias alejadas de la playa aumentarán de valor porque propiciarán mayor seguridad.
En el caso particular de Palmas del Mar, donde las estructuras con acceso a la playa son muy costosas, la doctora advirtió que “la erosión tendrá un efecto dominó” porque las personas no van a pagar lo que vale una residencia frente al mar si no tienen acceso directo a ese ecosistema. Entonces, la administración de Palmas del Mar tendrá que reducir los valores de venta de todas sus estructuras.
La geógrafa Maritza Barreto, quien también participó del simposio, aseguró que todas las playas de Puerto Rico están siendo impactadas por la erosión costera.
Aunque es un fenómeno natural, la erosión se intensifica cuando hay fuertes marejadas que son resultado de frentes fríos y otros eventos atmosféricos como huracanes, vientos alisios, aumento en el nivel del mar, entre otros.
Barreto comentó que el ser humano acelera el impacto del fenómeno cuando opta por la mala planificación y la construcción en las costas. En el caso de Puerto Rico, gran parte de las infraestructuras están ubicadas en las costas.
En Rincón, por ejemplo, también se han reportado incidentes con residencias que han sido destrozadas por el mar. Igualmente, en la comunidad Parcelas Suárez en Loíza han tenido que reubicar centros de cuidado de niños y a familias a causa de la erosión.
Barreto, quien lleva cerca de 20 años realizando investigaciones sobre la erosión, añadió que muchas comunidades, lugares turísticos, actividades recreativas, hospederías, plantas generadoras de energía, plantas de agua, puertos y aeropuertos, entre otras infraestructuras están en riesgo de ser destruidas por el mar. La protección o rehabilitación de estos espacios tendrá un costo.
Por eso, durante la actividad Barreto hizo un llamado al gobierno para que tome en serio el tema del cambio climático y la erosión costera y elabore una política pública que evite poner en riesgo a más personas, estructuras y sobre todo los servicios esenciales del país.