Baloncesto universitario en todo su apogeo.
Choque de invictos: los Toritos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Cayey frente a los Tarzanes del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
Encontrar estacionamiento fue el primer reto para aquellos que se dieron cita al “Toriseo”, cancha local de la UPR Cayey, este pasado miércoles.
La cancha se llenó a plenitud de una fanaticada cayeyana que trajo carteles, camisetas alusivas al equipo local, e instrumentos para acompañar los cánticos de apoyo. Su energía jugó un papel protagonista en la noche, en la que apenas se escuchaba el pito de los árbitros entre el bullicio.
Los Toritos arrancaron la temporada de la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI) con tres victorias al hilo mientras el RUM acumuló dos victorias, llegando a Cayey con su público y las intenciones de agarrar el toro por los cuernos.
El Colegio interpretó su rol de matador a la perfección, esquivando las embestidas del equipo local una y otra vez para salir airoso 91-84. El partido fue uno no apto para cardíacos; hubo expulsiones, técnicas, faltas antideportivas, y un altercado en cancha para concluir la noche.
Juan Molina, dirigente de Cayey, personificó lo que sintieron todos durante el choque. Ya en el primer parcial había perdido la voz, gritando instrucciones a su equipo a diestra y siniestra, y en ocasiones entrando en dimes y diretes con los oficiales.
La primera mitad fue una montaña rusa de ventajas que cambiaron constantemente, pero se quedó corta al melodrama que le siguió.
En el tercer cuarto, la expulsión del pívot reserva del RUM, Christian Tirado, sirvió como combustible para la escuadra de Cayey, y como comienzo de un final inolvidable.
Con minuto y medio por jugarse en ek parcial, los Tarzanes sostenían una ventaja de cinco puntos que fue borrada en un abrir y cerrar de ojos.
Triple de Santos Martínez redujo la ventaja mayagüezana a dos puntos.
Robo de balón del capitán cayeyano, Hiram Huertas.
Güira. Falta. Vale el canasto. Tiro libre. Juego empate.
Fue entonces que Giovanni Guzmán, armador suplente de los Tarzanes, se disfrazó de superhéroe. Sin haber anotado un solo canasto hasta ese momento, le arrancó el corazón a los locales con 11 puntos clave en el cuarto parcial.
“Me di cuenta que necesitábamos detener el sangrado, y me puse para eso”, afirmó a Diálogo tras el juego. “Alguien tenía que silenciar el público y quitarle el momentum a ellos, porque estaban crecidos y nos iban a ganar”, añadió refiriéndose a la energía del que trajo a la cancha el equipo local.
No importaron los 32 puntos de Huertas, ni la interminable energía del público, o inclusive la sofocante defensa que aplicaron los Toritos. Giovanni bailó con la bestia y salió ileso.
Con la suerte echada, restando varios segundos, Alexis Parrilla aguantaba el balón. Ya había ganado notoriedad ante el público con su constante bombardeo desde la línea de los tres puntos. Anotó cuatro de esos y acumuló 24 puntos en la noche, pero fue su última canasta, un donqueo en con todo decidido, la que le trajo problemas.
Tradicionalmente, en estas situaciones, se deja correr el reloj y no se tira al canasto. Parrilla no tan solo tiró, sino que remató, provocando un altercado que podría producir suspensiones para integrantes de ambos equipos.
Christian “Cuco” López, excapitán de los Toritos y ahora asistente técnico, comentó que es importante controlar las emociones, incluso en momentos difíciles.
“En los últimos tres, cuatro minutos, nos descontrolamos. Es cuestión de saber ajustar”, señaló.
Fue un juegazo, en todo el sentido de la palabra, y lamentablemente no habrá secuela en la temporada regular. Habrá que esperar a los cruces para presenciar otra batalla campal entre estos dos quintetos.