Imagine ir a una megatienda, pagar cinco dólares por sus productos, y que luego de la transacción, el comercio le tenga que devolver aproximadamente el equivalente de $30 a su tarjeta de puntos.
Este es solo un ejemplo de una compra hecha por Edith Tapia, fundadora de la página de Internet Cuponeando PR, y pionera en la práctica de cuponear en la isla.
Según Tapia, el cuponista es “una persona que se especializa en utilizar cupones de descuento para todo lo que quiera comprar, pero también es una persona que busca el ahorro en su estilo de vida como tal”.
Aunque este término no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, cada vez son más los puertorriqueños que se adueñan de dicho vocablo y lo ponen en práctica para combatir la crisis económica que enfrenta el país.
De acuerdo con el economista Argeo Quiñonez Pérez, esta práctica estadounidense ha cobrado auge en la isla debido al maltrato y explotación hacia la clase trabajadora, a raíz del capitalismo que impera en la sociedad.
“Exigir los derechos de los consumidores y defender el menguante ingreso como gato panza arriba, son formas de supervivencia legítimas en la era de la desposesión total”, puntualizó el catedrático de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPRRP).
Tal es el caso de Sinerol -seudónimo que utiliza para salvaguardar su identidad-, una ama de casa y madre de tres niños, que comenzó a cuponear en el 2013 por necesidad e interés.
La residencia de Sinerol bien podría confundirse con el local de un pequeño comerciante. En la marquesina tiene varios estantes abarrotados de una variedad de detergentes y diversas marcas de shampoo, cuya cantidad, sin temor a exagerar, puede ascender a 100 artículos.
Esta imagen se repite dentro de la casa con distintos productos para el hogar, alimentos, artículos de higiene personal y hasta juguetes. Sobre cada estante, mesa y armario de su hogar hay, al menos, diez artículos de un mismo producto.
“Yo pienso que es ahorro comprar en grandes cantidades, de cada cierto tiempo”, comentó la ama de casa, porque cuando sale una buena oferta, es necesario aprovecharla al máximo, explicó.
Sinerol aseguró que todos los productos que compra son para el consumo exclusivo de su familia y, en ciertas ocasiones, también les regala algunos de estos a sus padres y demás familiares que lo necesiten.
No obstante, para Jessica Alcover Beauchamp, cuponista y blogger, “la práctica en exceso, por lo menos en Puerto Rico, es más bien parte de un abuso que ha habido en el uso de cupones”.
Alcover Beauchamp, secretaria administrativa de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Mayagüez, aseguró que la compra desmedida de productos es propiciada, a su vez, por la venta ilegal de cupones.
Esta aclaró que en las páginas de Internet donde se consiguen estos vales de descuento solo se pueden imprimir dos de cada oferta por cada dispositivo electrónico. Es decir, que resultaría casi imposible para alguien conseguir grandes cantidades de cupones, a menos que los compre.
“Entiendo que para las personas que usan desmedidamente los cupones termina siendo más bien perjudicial porque no estás ahorrando dinero realmente”, sostuvo Alcover Beauchamp, fundadora de la página Ahorros diarios usando cupones.
Asimismo, indicó que muchos compran en grandes cantidades para vender esos productos, lo cual también es ilegal, pues todo artículo que se compre con vales de descuento debe ser para consumir y no para vender.
Por su parte, Tapia argumentó que algunas personas compran en grandes cantidades por diversas razones, por ejemplo, para hacer donaciones a distintas entidades o porque simplemente tienen familias grandes y los necesitan para su parientes.
“Yo creo que es bien importante no juzgar lo que hay en el carrito del otro”, señaló Tapia, quien estudió pedagogía y posee una maestría en lingüística.
¿En qué consiste el proceso de cuponear?
Para lograr ahorrar dinero al utilizar los vales de descuento, las tres expertas en el arte cuponear coincidieron en que existen unos pasos básicos que debe seguir todo principiante:
- Hacer un inventario de los productos que hacen falta en el hogar.
- Buscar la mayor cantidad de shoppers y circulares de ahorros, incluyendo supermercados locales. Comparar las ofertas y seleccionar aquel que tenga el precio más bajo.
- Seleccionar los vales de descuento a utilizar.
- Ir al lugar de la oferta o a un comercio que iguale los precios de sus competidores. Lo ideal es que también acepte cupones de descuento.
- Seleccionar cuidadosamente los productos y asegurarse de que cumpla con las especificaciones de la oferta.
- Aplicar el cupón de descuento y combinarlo con el precio especial.
“Así es que se produce la magia del ahorro”, explicó Tapia, y desplegó una sonrisa de satisfacción en su rostro.
Según ella el proceso de preparación, previo a realizar la compra, puede tomarle aproximadamente dos horas a un novato. No obstante, con el tiempo se refina la técnica y puede ser que tarde una hora o menos.
Otro aspecto que un cuponista aprende con el paso del tiempo es a conocer los ciclos de especiales y a tantear más o menos las ofertas que lanzan los diversos comercios.
Por ejemplo, Tapia mencionó que durante el verano siempre hay buenas ofertas en las navajas de afeitar. Es por esto que un buen cuponista aprovecharía esta época para aplicarle el vale de descuento y obtener el producto por un precio súper económico.
Siguiendo esta misma línea, Sinerol recomendó que las personas compren de acuerdo a las ofertas que consiguen en el momento y esperen a que salga más adelante otro artículo que necesita.
Para maximizar los esfuerzos, la ama de casa añadió que una buena práctica es abastecer las necesidades del hogar por secciones. Es decir, dedicar unas semanas a artículos de higiene personal y limpieza y, posteriormente, enfocarse en los alimentos, por ejemplo.
En general, todo buen cuponista debe conseguir un ahorro mínimo del 50% del precio original del producto, coincidieron Tapia y Alcover Beauchamp.
Sin embargo, Sinerol, de forma audaz sentenció que “un 50% para mí no es negociable”. En su caso, debe ahorrarse mínimo 70% o más.
Entre los artículos más fáciles de cuponear están los maquillajes, detergentes y productos de higiene personal. Por otra parte, para la comida fresca, como frutas, vegetales y carnes, prácticamente no vienen cupones de descuento, indicó Tapia.
Grandes ahorros que afectan a los pequeños comercios
Este auge de cuponear beneficia especialmente a las megatiendas estadounidenses y los comercios que igualan precios, puesto que las personas pueden conseguir todo en un mismo lugar y facilitar el proceso.
Sin embargo, muchos de los pequeños comercios no corren con la misma suerte. Aunque estos grupos sí consideran una que otra buena oferta que lanzan, en general, se quedan rezagados.
Para el experto en economía, esta modalidad de ahorro, sumada a la crisis y la reducción en el capital disponible que tienen los pequeños comerciantes son causantes de que muchos de ellos sucumban. Esto debido a que no pueden sostenerse con menores márgenes de ganancia si optaran por bajar sus precios de venta.
Por otra parte, Quiñones Pérez señaló que “la cultura del pequeño comerciante que no reinvierte en la expansión y mejora de sus operaciones, comprando mayores cantidades a sus suplidores a precios más bajos para así ofrecer precios competitivos a sus clientes, es una práctica que a la larga le saca de la competencia”.
Independientemente de estos factores, el auge de los cuponistas crece cada día más, pues cada cual combate las medidas del gobierno para manejar la crisis económica del país desde su propia trinchera.
Lo cierto es que las tres expertas en cuponear aseguraron que una vez se inician en esa subcultura del ahorro, son pocos los que vuelven a hacer sus compras de forma tradicional. “Esto se convierte en un estilo de vida”, puntualizó Alcover Beauchamp.