
“To those with nothing, soccer is everything”. Jessica Hilltout
Las Copas Mundiales han levantado grandes pasiones por el fútbol en sus 19 ediciones, desde 1930. Por un mes, la adrenalina de los jugadores contagia a los seguidores del deporte rey quienes ríen, bailan, lloran, gritan, insultan, halagan, comparten, apuestan, predicen, pierden, ganan… Bueno, basta decir que es toda una explosión de sensaciones. Una emoción sin precedentes que sólo se vive cada cuatro años.
Ahora, la competencia que se celebra en Sudáfrica, es tal vez la más mediática de todas las Copas de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). Hemos visto cómo la pasión sobrepasa las fronteras que van más allá del deporte: mujeres, u hombres, ligándose a los jugadores, el odio casi unánime a los árbitros, rivalidades entre equipos, la unificación de países latinoamericanos hacia equipos que en otros momentos serían enemigos mortales y el reconocimiento de que África no es sólo un espacio de guerras y pobreza extrema. Es, en esencia, verdaderamente el deporte de multitudes. Hasta yo, que nunca en mi vida había visto un partido, me contagié con la pasión.
Pero la gran noticia de esta edición no ha sido los goles anotados, la salida de equipos como Italia y Francia o que este año la Copa va para un país que nunca ha ganado un Mundial, España u Holanda. No. La gran historia es Paul, el pulpo. Este molusco cefalópodo dibranquial, octópodo, que vive de ordinario en el fondo del mar, y a veces nada a flor de agua (esto según la Real Academia Española) es ahora el Walter Mercado del fútbol. Como feligreses en espera de un oráculo, fanáticos y no tan fanáticos del llamado deporte rey esperan a la predicción de Paul, como si en el resultado se les fuera la vida.
El pulpo, quien reside en un zoológico en Alemania, pero es de origen inglés, ha atinado 10 de 12 predicciones desde el 2008. Mucho se ha debatido sobre cómo es que logra acertar, pero eso es secundario. Lo sorprendente ha sido ver cómo este octópodo ha capturado la atención de millones de personas a través del mundo. ¡Cómo ha levantado pasiones! Algunos de amor y adoración, otros de odio, sobre todo después de que predijera que Alemania caería en semifinales contra la Furia Roja, España.
Sin embargo, la mayor pasión que ha despertado, ha sido la mediática. ¡Cuánta hambre por Paul, el pulpo! Pero hambre de “ratings”, de saciar la incertidumbre, de alimentar lo ridículo. Hambre por llenar el vacío noticiero en los tentáculos de los medios. Hambre por el escapismo nuestro de cada día. Hambre por mantener viva la esperanza. Hambre por un pulpo.
Paul ya hizo su predicción para la final. Sin titubeos se lanzó hacia la caja de España, decidiendo así que ésta vencerá a Holanda este domingo. Somos muchos los que esperamos que atine nuevamente. De no ser así, me temo que pronto veremos el anuncio de una deliciosa paella de pulpo preparada en los restaurantes españoles.