Imagina que vas a otro país a celebrar la boda de unas amistades. La fecha coincide además con tu cumpleaños, así que esperas que la celebración sea doble, más cuando la ciudad a donde vas es una de las más espectaculares del planeta. Llegas traficando contentura, con gozo en tu alma y en tu ser, alegre.
Olvida todo eso. Piensa ahora en estar a salvo, en no perder la vida, incluso.
Resulta que minutos después de bajarte del avión, a meros segunditos de salir del aeropuerto, cuando vas en el carro, te dicen que acaba de suceder un golpe de estado. ¿Cómo fue? En vez de brindis, manjares y descanso lo que te espera es sonidos de tiros, gente peleando e incertidumbre internacional inmediata. ¿Y ahora? ¿Qué haces?
Esas preguntas le pasaron por la mente a Melvin Javier Muñiz, puertorriqueño residente en Alemania, que llegó junto a su esposa al Aeropuerto Internacional Ataturk de Estambul el viernes, justo cuando empezaba el intento de golpe de estado en Turquía. Sí, un especialista en reparación tecnológica, de Moca, Puerto Rico, de casualidad pisaba suelo turco en plena explosión del caos.
“Llegamos a las 8:00 p.m., hora de Turquía”, le relató Muñiz a Diálogo, la mañana del sábado, tras contactarlo en una popular red social.
Diálogo: ¿Y cómo fue la llegada? ¿En aquel momento, cuál era la atmósfera, el ambiente? ¿Qué pasaba a tu alrededor?
Muñiz: La llegada fue normal. Hicimos una fila caótica para aduana y la mesa de control del pasaporte. El ambiente estaba un poco tenso, por la cantidad exagerada de gente que había en el aeropuerto, pero en ese momento, allá adentro, no se sabía nada. Habían varios guardias con armas al salir del aeropuerto, pero la persona que nos recogió nos explicó que eso es así después del ataque al aeropuerto de semanas atrás. Todo estuvo normal hasta que nos montamos en el carro y empezamos a ir hacia el hotel.
Escapando el peligro
Pausemos ahora para poner todo en contexto y, ¿por qué negarlo?, darle más suspenso al asunto.
Un golpe de estado propulsado por las fuerzas militares intentó derrocar el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan. Explosiones y disparos se registraron desde temprano en la noche del viernes en distintas localidades de las dos ciudades principales de Turquía: la capital Ankara y el bastión turco Estambul. Tras varias horas de combate con la policía nacional de Turquía y con ciudadanos comunes que respondieron al llamado del Estado para evitar el golpe, los militares se rindieron.
En la mañana del sábado, se había contabilizado 161 civiles muertos y 1,440 heridos. Las autoridades indicaron que también murieron 104 golpistas o sospechosos vinculados con el golpe. No está muy claro quién está detrás del golpe. El estado acusa a una facción de la milicia turca por el fallido y desconcertante golpe, y Erdoğan le reclama a Estados Unidos que extradite al clérigo musulmán Fethullah Gülen, que a su vez acusa al presidente de “haber montado” el golpe.
Información de este fin de semana apunta a altos comandos militares, a jueces y hasta miembros de la Iglesia. Se ha informado que 2,839 militares, entre ellos dos generales del Ejército Turco, fueron arrestados, y 2,745 jueces turcos fueron destituidos, incluyendo un miembro de su principal tribunal. El primer ministro Binali Yildirim calificó este intento de golpe de estado como “una mancha negra en la democracia turca”.
Sigamos con nuestro boricua en Turquía.
“Todo estuvo normal hasta que nos montamos en el carro y empezamos a manejar hacia el hotel, que estaba cerca de la plaza Taksim. El que ha estado pendiente al golpe, sabe que ahí eso estaba en candela”, explicó Muñiz.
De hecho, a esa misma hora los golpistas tomaban la icónica plaza Taksim, a fuerza de bombas y tiros. Muñiz y su esposa se dirigían hacia allá a descansar tras el par de horas de viaje desde Hamburgo, Alemania. El destino, impredecible al fin, tendría otros planes para ellos.
“Íbamos de camino al hotel, cuando la persona empezó a recibir mensajes y llamadas de sus amistades y familiares diciendo que había explotado una bomba en el puente que divide a Estambul de Ankara, que era a dónde nos íbamos. En ese momento todo cambió”, contó Muñiz.
“La persona nos dijo que no era seguro llevarnos al hotel, porque estaba muy cerca de donde los militares tenían sus tanques y que tal vez lo mejor era regresar al aeropuerto para que saliéramos del país. Pero el carril de regreso se congestionó y empezaron a pasarnos policías súper rápido por el carril de emergencia”, prosiguió.
En ese momento, recordó, “alguien llamó al que nos buscó y le dijo que el aeropuerto estaba cerrado, también con tanques de guerra”.
“Y entonces nos dijo que nos llevaría a su casa que era un área segura”, narró.
Diálogo: Descríbenos este momento, por favor.
Muñiz: Durante todo el camino había mucho tráfico. A cada minuto pasaba un carro o motora de la Policía por el carril de emergencia. Alguien lo llamó [al chofer] y le dijo que el gobierno mando a la Policía a combatir a la milicia, y por eso todos se dirigían hacia allá. Después de algunos minutos llegamos a la casa y nos sentamos a ver las noticias. Desde la casa, podíamos escuchar los carros tocando bocina y la gente gritando y celebrando ya que muchas personas, al parecer, querían que sacaran al presidente. También se escuchaban por altavoces algo así como unos rezos turcos, como oraciones de parte del gobierno, pidiendo a la gente que hicieran frente y defendieran al presidente.
De Moca a Alemania… y al pandemónium turco
Estambul y Ankara son sitios bastante lejos de Moca, donde se crió Muñiz, y de la avenida Jesús T. Piñero en San Juan, donde durante dos años Muñiz manejó su propio negocio, reparando aparatos electrónicos, principalmente computadoras y celulares, antes de mudarse a Hamburgo, Alemania, donde reside con su compañera.
“Estoy comenzando en Hamburgo con un negocio de venta y reparación de equipos electrónicos, como trabajaba allá en Puerto Rico”, le dice Muñiz a Diálogo, desbordando el buzón donde sucede nuestra conversación con nítida nostalgia cibernética.
“Llevo 10 meses en Alemania desde que vine de Puerto Rico. La razón principal por la que vine fue porque no quería que en ese tiempo mi esposa, Katerina, dejara su trabajo para ir a Puerto Rico a buscar trabajo. Primero porque ya tiene un buen trabajo acá, y, segundo, porque el proceso para que alguien que no es ciudadano americano viva en la isla es muy complejo y costoso”, apuntó el mocano, quien cursó estudios en la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla.
Diálogo: ¿Y por qué es que el viernes llegan a Turquía? ¿La persona que les ofrece llevarlos a su casa era una persona aleatoria, un taxista?
Muñiz: Nosotros vinimos a una boda y a celebrar mi cumpleaños, que es mañana [domingo]. La persona que se casa es una amistad de mi esposa, que es alemana, y esta persona que nos buscó es un amigo de la persona que se casaba mañana. Él le estaba haciendo un favor a su amigo para su boda, al recogernos al aeropuerto, y terminó trayéndonos a su casa y brindándonos un cuarto seguro. De lo contrario, no sé qué hubiese pasado, porque la calle era un descontrol total y no sé si alguien nos hubiese ayudado.
El héroe de esta película turca de acción se llama Ufuk Egemen. Múñiz explicó que Egemen se las ingenió para sacar a la pareja boricua-alemana de toda zona de peligro. El novel anfitrión llevó a Muñiz y a Katerina a su casa, en el complejo de apartamentos Avrupa Konutlari, en la provincia de Halkali, en el área de Kucukcekmece, al noroeste de la ciudad, en el lado europeo de Estambul. Muñiz prosiguió su relato, esta vez detallando la tensión que se vivía durante ese trayecto del aeropuerto hasta la casa de quién de repente se convirtió en un gran amigo.
“Al principio, todos estábamos muy asustados, pues en el carro mirábamos las noticias de las bombas en el celular, el cierre del puente que divide Estambul, el cierre del aeropuerto y todos los policías pasando a las millas por los carriles de emergencia. Mientras estuvimos en la calle, estábamos bien asustados. Una vez llegamos a su casa y nos encerramos, nos sentimos más calmados”, expuso.
“Nosotros tuvimos mucha suerte porque salimos del aeropuerto 10 minutos antes de que los militares llegaran con sus tanques, pero también porque pudimos desviarnos a tiempo, y no fuimos al hotel donde se suponía que nos quedáramos, que era en el centro de Estambul, en plena Plaza Taksim, donde hubo múltiples enfrentamientos”, aseguró.
Pero aun así, en la seguridad de la casa de Egemen, a 20 millas al noroeste del centro de la ciudad, “hasta las cuatro de la mañana pude escuchar las armas largas y los disparos, que eran a veces muy seguidos. No fue fácil dormir”.
“Al menos hoy, sábado, cuando desperté en esta área donde estoy, todo amaneció muy calmado y parece como si nada hubiese pasado”, resaltó.
Diálogo: ¿Y ayer, cómo veías a la gente? ¿A favor o en contra del intento de golpe?
Muñiz: Mucha gente salió a la calle, aunque no pude ver mucho afuera del complejo de apartamentos porque estamos rodeados de edificios altos. Pero todo el mundo tocaba bocina en los carros, como si fuera una celebración. Y se escuchaban muchos tiros de armas automáticas y sencillas. Las personas que vi que estaban en sus casas, miraban la televisión a ver qué pasaba. Podemos decir que mucha gente se veía contenta.
Se podía apreciar, dijo Muñiz, que “el país está dividido. Mucha gente piensa que el primer ministro no fue electo de una manera justa y no lo quieren y por eso intentaron el golpe de estado, pero otras personas piensan que él sí es bueno y por eso se tiraron a la calle a defenderlo”.
El boricua indicó que el aeropuerto fue abierto hoy a viajes internacionales para extranjeros, pero los pasajes “se van como pan caliente”. Dijo que pudieron conseguir pasaje para salir mañana del país, “porque aunque está calmado ahora, todos dicen que no saben que pueda pasar”.
“Pienso que muchas cosas pueden pasar, incluso de un día para otro. Además, es mi cumpleaños y no lo quisiera pasar encerrado donde estoy ya que no es recomendable salir a mirar la ciudad”, expresó, mostrando una foto en la que ya aparece más relajado luego del trajín del viernes.
¿Y qué pasó con la boda, pautada para el sábado? “Se canceló”, dijo Muñiz, aunque acá preferimos inferir de buena fe que se pospuso, cosa de no salar más a los novios. Muñiz, que cumple años hoy domingo, 17 de julio, se montó en un avión durante la mañana para salir del país. Se fue con Katerina a otro bonito país europeo, nada le impedirá gozar tras este sustito.
Eso sí, el experto electrónico oriundo del pueblo de los vampiros aprovechó para agradecer de nuevo a su panita Ufuk y a todos los que, sin conocerlo a él o a Katerina, les guarecieron de la algazara al garete, del turbulento tiberio, de la batahola bestial y del barullo bélico que fue este evento histórico.
“Imagínate el shock de llegar a un país y cinco minutos después de que sales del aeropuerto te enteras que hay un golpe de estado militar. Todo era bastante confuso, pero la persona que nos recogió conoce la ciudad muy bien, porque nació y se crió aquí, y nos sacó del área de peligro lo más pronto posible”, manifestó el boricua.
“Son unos ángeles las personas que nos recibieron. El muchacho y su madre, sin conocernos, nos abrieron las puertas de su casa, nos prepararon comida y nos trataron como parte de la familia, con mucho respeto y amabilidad. Nos brindaron un cuarto con todo lo necesario, en un área segura”, exhaló, colmando de agradecimientos a sus inusuales rescatistas.
“Se supone que fuera un wikén de boda turca y celebración de cumpleaños no de militares y tiros”, escribió, entre chistosas caritas de lagrimitas de risa.
Nada como reírse tras salir a salvo de una situación súbita y peligrosa en tierra ajena. Qué cumpleaños tan inolvidable.