Si usted entiende este viejo refrán sin problemas ” ” (más vale pájaro en mano que cien volando) podría ser parte del grupo de personas que se les está olvidando que existe un abecedario con 27 letras que se combinan para formar palabras. Esas letras se codificaban (intencionalmente conjugado en pasado imperfecto) en signos lingüísticos gráficos, que poseían un significado y un significante. La escritura marcaba el paso del ser humano en la historia, pero creo que esa historia necesitará reescribirse.
La Internet con todos sus lenguajes y códigos con nombres extraños y de avanzada (javascript, html, php, asp, ruby, python) ha resucitado al glifo y ha puesto de moda – para quedarse- un tipo de lenguaje iconográfico muy semejante al de la época precolombina. El glifo era el signo mínimo de la escritura maya que equivalía a una palabra o sílaba, y en un sentido más amplio, a un concepto. Esto último, se traslada al siglo XXI a través de los archifamosos emoticonos que están sustituyendo de forma vertiginosa a las letras en la escritura de nuestros jóvenes a través de los mecanismos que posee la red cibernética.
Los emoticonos han pasado de ser “adornos” para intensificar o atenuar alguna emoción o sentimiento y se han convertido en oraciones completas con todo lo que eso implica. Intrigada por expresiones de los estudiantes que me indican que “piensan en términos de memes ” o que “expresan mejor una idea con un emoji que con las palabras”; les pregunté- en un aparte con unos pocos – si podían escribir una oración sin letras, solo emoticonos y así lo hicieron. Para mi sorpresa, la mayoría de los que recibieron el mensaje lo entendieron (yo no, por supuesto).
Es un lenguaje pictográfico, ya que si le preguntas a algún joven, ¿qué estás haciendo? , y da la casualidad de que la contestación es: “estoy comiendo”, puede ser que recibas esto ( ) en lugar de las aburridas palabras en una oración. Además en el mismo predomina la economía y la síntesis ilustradas a través siglas y (LOL, TQM, OMG…) abreviaciones de palabras- en especial el que (q); es extremadamente preciso y conciso en su desarrollo estructural pero prolífico en su expresividad mediante caritas, signos de puntuación, letras mayúsculas y todo lo que Apple y Samsung se puedan inventar en el futuro.
Como lingüista, siento una especie de fascinación- en ocasiones matizada de terror- por todo lo que está sucediendo con la comunicación tanto verbal como no verbal en la Internet. Recuerdo que fue precisamente un estudio realizado sobre la expresión del lenguaje no verbal en los intercambios comunicativos que se llevan a cabo en la Internet, lo que inició esta serie de columnas desde hace un año en Diálogo. Hoy, como ayer, me pongo a pensar en lo escrito por Uslar Pietri, en su ensayo El analfabetismo funcional que señalaba:
“Lo que está en juego en el fondo de todo esto es el destino de la escritura y la lectura en una civilización fundamental y crecientemente visual y auditiva como la nuestra. La inmensa y proliferante red de los medios de comunicación audiovisuales, particularmente la radio y la televisión, produce una verdadera inundación de mensajes visibles y audibles que cubre y penetra no solamente todas las formas de la vida social, sino la mente de cada uno de los individuos.
El ensayo, escrito en la década de los noventa, terminaba indicando que no desaparecería la escritura ni la lectura, y yo tampoco lo creo, sin embargo, cabe preguntarse: ¿Será la misma forma de escribir -y por ende de leer- que tenemos ahora?