En un rincón entre las montañas del pueblo de Utuado, se encuentra la finca “Conuco Entre Panas”. Allí, cuatro jóvenes, en una movida que se aleja de sus pares que se establecen en la ciudad o salen del País en busca de mejores oportunidades, decidieron fundar una microempresa y dedicarse por completo a una profesión que se ha dado por olvidada: la agricultura.
Antonio Rullán, de 24 años; los hermanos Juan Carlos y Fernando Samalot, de 24 y 28 años respectivamente; y Edgardo Tormos, de 24 años, todos naturales de San Juan, son los fundadores de la compañía Bensol, Inc., establecida en enero de 2013. La microempresa comenzó su producción con el cultivo de la moringa oleifera y la venta de un té preparado con esta planta y jengibre.
Lo que empezó como una iniciativa que los instaba a dedicar fines de semanas al cultivo de la moringa en una finca de Toa Alta y en terrenos de la Universidad de Puerto Rico en Utuado, pronto se convirtió en un estilo de vida. Tras el éxito del cultivo y venta de esta planta, los jóvenes emprendieron un nuevo proyecto: la adquisición de una finca.
En “Conuco Entre Panas” se radicaron en septiembre del año 2013 y por los pasados siete meses, se han dedicado a la renovación de la finca y al cultivo de vegetales y hortalizas tales como maíz, albahaca, brócoli, ají, tomate, guineo, col rizada, batata, yautía y yuca, entre otros. De las cinco cuerdas de terreno, hasta ahora han utilizado aproximadamente una, según Antonio.
Actualmente, Bensol se encarga de la producción y venta en tres áreas: barras de energía orgánicas confeccionadas por los jóvenes, vegetales y hortalizas frescas y el té de moringa y jengibre que los hizo crecer como iniciativa. Para esto participan en espacios como el Mercado Orgánico de la Plaza Roosevelt, el Mercado Agrícola Natural del Viejo San Juan y otros establecimientos.
“Cuatro muchachitos de la ciudad”
La jornada de los “cuatro muchachitos de la ciudad”, como narra Antonio, comenzó con un road trip que realizaron hace varios años. “Nos fuimos caminando por la Isla”, cuenta el joven. Los distintos escenarios que enfrentaron, -incluyendo conocer a Edgardo Alvarado, uno de los miembros fundadores de la Organización Boricuá de Agricultura Eco-Orgánica- le ayudaron a conocer más sobre la agricultura ecológica y la importancia de esta práctica.
De aquí fue que surgió el deseo de promover la agroecología y fomentar el establecimiento de huertos caseros porque, tanto la agricultura como la autogestión, “son de las cosas más importantes que debemos hacer para ayudar a nuestro País”, asegura Antonio.
El agroempresario define la agricultura ecológica o agroecología como “la real agricultura convencional”, una que se centra en la “conexión (entre) hombre y naturaleza”. Para lograr esto, se toman en cuenta los ecosistemas y se intenta alterarlos lo menos posible. Es por esta razón que solo utilizan recursos que sean completamente orgánicos, como la composta que preparan en la finca para sus cultivos.
Antonio recalcó la importancia de la sustentabilidad, tanto en el proceso de cultivar tomando en cuenta “los ciclos, insumos y desechos”, así como la sustentabilidad económica de su microempresa. Para el agricultor, este último punto hace del proyecto uno desafiante.
“(Hay que estar) siempre pendiente a lo que quiere el consumidor (y proyectarlo desde) seis meses antes”, afirma.
Enfatiza que con “un poco de trabajo y creatividad, se puede hacer mucho con poco dinero”. Los cuatro amigos se las han ingeniado para crear desde el rancho de una yegua utilizando “palos de bosque” y planchas de zinc recicladas, como cuenta Antonio, hasta pequeños viveros en el techo de la casa y otras áreas de “Entre Panas”.
También la casa cuenta con electricidad, que han logrado distribuir en otras partes de la finca, mientras que toda el agua utilizada proviene de un manantial ubicado en el bosque detrás de la casa, según informa Juan Carlos.
Entre panas
El nombre “Conuco Entre Panas” tiene un doble significado: la casa está rodeada de árboles de panapén y para Fernando, cualquiera que llegue hasta allí es considerado un amigo y por tanto, en todo momento se está “entre panas”. “Recibimos mucha gente aquí y siempre están ayudando”, cuenta el agricultor.
Actualmente, los cuatro empresarios residen en la finca. Antonio, Fernando y Juan Carlos trabajan la tierra junto al estadounidense Jamie Bolon, de 20 años, quien construyó una pequeña casa de madera a varios minutos de la residencia principal. Edgardo usualmente “está en San Juan”, comenta Antonio, trabajando con la planta de procesamiento del té de moringa en Guaynabo y lidiando con la permisología requerida para el proyecto.
Para ellos, el propósito primordial de su iniciativa es educar a otros sobre la importancia de la agroecología y demostrar que es una opción posible en el contexto de nuestra sociedad actual.
Si algo demuestra la manera en que hablan sobre Bensol es la pasión que tienen por su trabajo y la tenacidad que los ha llevado a crecer como iniciativa. “Me ha hecho sentir que no hay problema que no pueda resolver con paciencia y trabajo”, narra Antonio. Después de todo, “lo hacemos del corazón pa’ fuera”, concluye Fernando.