La red ha tomado la Puerta del Sol como muchas calles y plazas de otras ciudades. Participativa, organizada a ritmo de tuiteo y móvil. Son los hijos de un mundo en crisis. La primera generación del tambaleante estado del bienestar que vivirá peor que sus padres. En la posmodernidad puede no haber futuro, pero el presente es continuo y obstinado, como la nómina y la hipoteca. Denuncian a los políticos sordos, tercos, lejanos. Y con ellos al poder económico y mediático, beneficiario de una partitocracia alejada de los ciudadanos, encerrada en prebendas y una pobreza de ideas que asusta. Políticos y tertulianos reaccionan con igual incomprensión.
Un buen ejercicio es comparar los tuiteos de #15m, #democraciarealya o #nonosvamos con los de los políticos en campaña. Ninguna imagen mejor para entender el desapego. La partitocracia encerrada en su discurso endogámico, sus promesas vacías y sus ataques. Los manifestantes reclamando a los políticos democracia responsable, listas abiertas, una ley de acceso a la información pública, austeridad para gobernar y limpieza en la financiación, derechos digitales y una salida social a la crisis.