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¿Qué se hacen los niños ante la amenaza de deshaucio? Gran parte de los residentes de la Villa son niños, la mayoría entre los bebés de brazos y los chicos de 10 a 11 años. Para nada ignorantes. Conocen la acción policíaca y su vigilancia cotidiana. Saben por qué no hay servicio de agua ni luz eléctrica. Han visto los golpes propinados a sus padres y madres. Conocen la pobreza, el discrimen. En el campamento de verano de la escuela no los quisieron porque eran de la Villa. No, ignorantes no son, son fuertes y tienen gran capacidad de recuperación. Van a la escuela, estudian, atienden sus huertos, cuidan a sus hermanos y juegan unos con otros, con los juguetes que pueden, y gozan, ríen como todos los niños del mundo. También sueñan: a tener todo lo que necesitan para una vida cómoda, a no vivir bajo la amenaza del desalojo, a educarse, emplearse, ganarse el sustento, independizarse, como todos lo niños del mundo. Un día le pregunté a Randy qué era lo que más le gustaba. Rapidito me contestó, “el judo, eso es lo que más me gusta.” Lo apunté en el recuerdo y me dije, Randy, vas a tener judo. Hablé con Laura y lo organizamos, una tarde de judo para los niños y niñas. Y allá a la Villa nos fuimos Lisa Boscarino, que además de ser medallista de oro en judo en los juegos Centroamericanos es mi nuera, mi hijo y mi marido con un enorme vehículo prestado por la UGT para llevar todos los aparejos necesarios para la clase y yo, como siempre cargando sólo mi libretita, grabadora y cámara. También iba pensando la clase de lío que armarían los chicos. ¿Cómo lograr la disciplina necesaria? Lisa, que trabaja mucho con niños, no estaba preocupada.
Ningún problema dieron. Después de los besos y abrazos de rigor, todos preguntaron: “¿Vamos a pelear?” Observaron: “Mira, tiene cinta negra.” No sé si fue a Lisa o a su cinta negra pero respondieron rápido, todos sentados, puros angelitos, esperando las instrucciones y comenzó la clase. Explicación de qué es el judo, que no se trata de pelea violenta, que es un deporte, un arte, algo de historia y luego aprender a decir maestra y a contar hasta cinco en japonés. Aprendieron los primeros pasos del judo, hicieron ejercicios. Al finalizar, la pregunta obligada: “Maestra, ¿cuándo vas a volver? Ya Lisa lo está planificando. La autora es profesora de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.