– How do we get to Paseo Boricua —the Puerto Rican Neighborhood— from here?
– What is it you want to see?
– Just walk around.
– There’s really nothing to see there. It’s residential. Besides, all our neighborhoods are pretty diverse now. It’s not just one group.
– Oh.
– Where are you from?
– Puerto Rico.
– Oh.
Terminamos en el barrio vietnamita. O más bien, en un restaurante vietnamita en el barrio asiático en Chicago. Al otro día, nos perdimos y terminamos en el barrio polaco. En nuestro último día de viaje, caminamos entre hipsters por las calles de un barrio mitad tiendas de diseñador, mitad pobre, sintiéndonos más o menos en casa. Todos eran blancos. Al menos de este lado de la calle.
“Come and show me another city with lifted head singing so proud to be alive and/ coarse and strong and cunning.” El poema se titula Chicago de Carl Sandburg, pero igual se podría llamar San Juan, solo que cabizbaja y cantando en un susurro; sobreviviendo, gruesa y grosera, aunque con menos fuerza. No cuenten con su astucia. Cuenten, mejor, las tiendas de diseñador y/o los lotes vacíos. Paséalo, boricua.
En el vuelo de regreso, un joven padre llevaba a su bebé “to meet the motherland”. Una señora mayor llevaba a otra mucho más mayor “de vuelta a casa luego de muchos años”. Nunca llegamos al barrio puertorriqueño. Fuimos, en vez, a Boystown en North Halsted Street, donde un mesero mitad venezolano mitad italiano nos contó de cómo la vida es mejor en Chicago que en Venezuela o en Italia, a donde nunca ha ido. Él regresa todas las noches a su casa, en un barrio sin identificar, no muy lejos de allí. El poema sigue: “Under the terrible burden of destiny laughing as a young man laughs.”
Ya casi nadie aplaude al aterrizar. Aún así, hay cosas para ver. En los pasillos del aeropuerto los carteles invitan al turista a visitar el nuevo y “vibrante” vecindario de Paseo Caribe. Todos los turistas en los afiches de promoción y en los pasillos son blancos. Afuera, mientras esperamos nuestro pon, un señor nos pregunta de dónde venimos. Le quiero decir que nos sacaron de las páginas de una antología literaria, de las escenas más cursis del especial de navidad del Banco Popular. Pero no respondo. El don dice ay bendito. Repite la pregunta, en inglés.
Guillermo Rebollo Gil es ensayista, poeta, sociólogo, abogado y profesor universitario. También es parte del grupo de colaboradores permanentes de Diálogo Digital.