Nota de la editora: Agradecemos al doctor Noel Aymat Santana, por compartir esta columna en la que abre su corazón para expresarse sobre su diagnóstico de cáncer y su deseo de ayudar a otros pacientes con esta enfermedad.
Esta es una historia muy personal. Generalmente uno no comparte historias tan íntimas, pero esta entiendo que lo amerita.
Una razón para compartirla es porque mi posición como rector del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), fue producto del apoyo de la comunidad universitaria, a quien mi experiencia y visión le fue y es pertinente. Otra razón para contar mi historia responde a su posibilidad de aportar a la misión educativa que atesoramos como institución.
Otra razón vital para compartir este escrito es el inmenso sentido de gratitud que siento por el apoyo recibido. Sé que sus expresiones de afecto son sinceras, continuas y contundentes. Su cariño se ha manifestado desde el diagnóstico inicial de cáncer hasta la correspondiente cirugía. Gracias por el apoyo demostrado.
Como saben, estuve fuera varias semanas del presente mes atendiendo esta situación de salud. Sus llamadas, emails, textos, mensajes en rectoría y Messenger son gratas y me llenaron de mucha satisfacción. Quiero que sepan que atesoro sus visitas, sus consejos y sus oraciones.
Al presidente de nuestra UPR, a los compañeros rectores, al personal de la Oficina de Presidencia, a la Junta de Gobierno, a los estudiantes del RCM y de otros recintos, a los empleados no docentes, a los líderes sindicales, a los decanos y decanas, y a nuestros compañeros docentes; a todos y todas: GRACIAS. No hay palabras suficientes para expresarles el cariño, apoyo y solidaridad que sentí de toda la comunidad universitaria del RCM y de la UPR, nuestra familia extendida. GRACIAS a Dios, a mi familia y a ustedes.
Agradezco además a los doctores Ricardo Sánchez, Héctor López y Edgar Colón. Todos han sido fundamentales en mi diagnóstico y tratamiento. Este es un evento que no termina y, como saben, requiere de vigilancia y seguimiento.
No creo en las casualidades. Ser rector incluye el deber inherente de pertenecer a más de diez Juntas de Directores de varias instituciones que atienden diversos problemas de salud. Mi trasfondo como dentista pediátrico hospitalario dedicado a pacientes con necesidades especiales me ha llevado a conocer de cerca el drama humano de la enfermedad, muchas veces debilitante o incapacitante.
Pero padecer de las enfermedades te da otra dimensión e incluso te brinda la posibilidad de transformarte en un mejor profesional, en una mejor persona. Este tema está muy bien expuesto en el filme The Doctor. Esta película, que bien conocen mis estudiantes, nos sensibiliza promoviendo la empatía y otras cualidades de relevancia para la ética profesional.
Una de las juntas a la que pertenezco es la del Centro Comprensivo de Cáncer de la UPR. Desde mayo del 2015, el tema del cáncer es uno personal. Cierto es que desde antes, como en otras instituciones, descargo mi responsabilidad con mucho compromiso y dando lo mejor de mis capacidades. Pero ahora hay un matiz especial que solo da el ser paciente o sobreviviente de esta condición.
Lo cierto es que el Centro Comprensivo de Cáncer de la UPR ya está dando frutos desde el punto de vista de investigación, educación y entrenamiento. El componente clínico-hospitalario se encuentra en construcción y debe ser un proyecto abrazado por todos los puertorriqueños. Tener un centro de cáncer de calidad mundial debe ser una meta que supere todo lo que nos separa y nos una como País para conseguirlo y preservarlo. Su apertura está a la vuelta de la esquina.
Haber pasado por este proceso de diagnóstico de cáncer y posterior cirugía es sin duda uno difícil. Lo es para uno, y lo es –aún más fuerte– para nuestros seres queridos. Pero llegó en un momento en el que tengo muchas responsabilidades que inciden en la salud de un País y mientras sigo siendo un profesional de la salud. El diagnóstico no puede ser ni una casualidad ni en vano. Sirvió para fortalecer mi compromiso con la educación de los profesionales de la salud, con los servicios que se prestan desde el RCM u otras instituciones afines, y con la investigación.
Todos y todas, no importa los cargos que ocupamos o la profesión que tengamos, estamos expuestos a los quebrantos de salud. Todos tenemos que renovar la misión de ser líderes en la promoción de la salud, en la educación sobre estilos de vida saludables y en la necesidad de un sistema de salud que atienda a nuestra población de manera competente y sensible.
Sin duda, en el RCM estamos haciendo bien nuestra labor en forjar a todos esos profesionales. Renovemos los votos con esa misión, todos: docentes, no docentes y los propios estudiantes.
Finalmente, deseo agradecer y felicitar al Equipo de Lo Posible, incluyendo a los decanos, ayudantes y al personal de Rectoría. Quiero reconocer especialmente al rector interino Dr. Ramón González, que durante estas semanas estuvo al mando del barco y facilitando los procesos del inicio de clases.
Reitero mi agradecimiento más profundo a la comunidad del Recinto de Ciencias Médicas y de la Universidad de Puerto Rico.
Tú eres la razón por la que escribo esta carta.
Un abrazo,
Noel J. Aymat