
Muchos periódicos a través del mundo publicaron algo así: “Ex guerrillero asume como presidente en el Uruguay”. Sin embargo, ¿cómo llega un guerrillero a ser presidente, electo por más de la mitad de la población? Es cierto, y Pepe Mújica nunca renegó de su militancia en el Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros (MLN-T), que participó en la guerrilla urbana en los años sesenta. Estuvo 13 años en la cárcel; de ellos, siete encerrado en solitario en calabozos como rehén de la dictadura militar que sometió al Uruguay, como parte del perverso Plan Cóndor en el Cono Sur, durante la década de los setenta y hasta el 1984. Entonces aprendió que en el silencio más tremendo se oye hablar a las hormigas y desarrolló esa fortaleza de carácter que lo caracteriza. Cómo ha dicho Mújica, pagó cualquier deuda que le quedara pendiente con la sociedad, además de las seis heridas balas que tiene en el cuerpo. La gente le llama el Pepe, especialmente los de abajo, con los cuales se identifica desde la sencillez con que vive con su mujer Lucía Topolanski , también ex presa política, a las afuera de Montevideo. En su finca se dedican a cultivar flores para vender, mientras aportan con una buena parte de sus salarios a proyectos educativos y de desarrollo comunitario. No reniega, pero esos años le dieron para pensar e ir corrigiendo y adaptando estrategias políticas, sin sacrificar nunca el compromiso con la justicia social. Junto con algunos de sus antiguos correligionarios y aunando fuerzas con cada vez círculos más amplios de los sectores progresistas del país, se fundó y creció el Movimiento de Participación Popular (MPP). El MPP ha llegado a ser el sector mayoritario dentro del Frente Amplio, coalición de izquierda fundada en el 1971 y que llegó al poder en el 2005 con la presidencia del doctor Tabaré Vázquez. No es que un guerrillero de pronto llega a presidente. El Pepe Mújica fue primero diputado, luego senador, presidente del senado y también ministro de ganadería y agricultura. Autodidacta en áreas como la filosofía, economía, sociología y agronomía, es defensor de complejos conceptos como el país agro-inteligente, en el cual integra el respeto a los conocimientos campesinos con el uso de las tecnologías modernas. Mújica es un incansable comunicador, maestro de pueblo que aprovecha cada oportunidad para explicarle a la gente temas como el neoliberalismo, el cambio climático, la importancia del transporte colectivo, las mezquindades del poder y la necesidad de negociaciones hacia coaliciones cada vez más amplias para hacer país. Durante años –y parece que seguirá haciéndolo- cada día ha dedicado media hora para hablarle a la gente, en un lenguaje sencillo e inteligente, a través una estación de radio. Lo del primero de marzo fue para no creerlo. Topolanski, su compañera de toda la vida, ahora convertida en la primera mujer presidente del senado por haber sacado más votos que ningún otro senador en las últimas elecciones, le tomó el juramento como presidente de la república a José Alberto Mújica Cordano. Con el escenario formal de la sala de sesiones en el Palacio Legislativo, fueron testigos los senadores y diputados, los ex presidentes de los partidos tradicionales y los invitados internacionales, unidos por la trascendencia de lo que el momento significa para la democracia en América Latina. Allí estaban: Hugo Chávez, el Príncipe Felipe, Lula Da Silva, Fernando Lugo, Evo Morales, Álvaro Uribe, Rafael Correa, Cristina Kirchner y, en un gesto muy acertado de la diplomacia norteamericana, Hillary Clinton. Nada de eso evitó que el Pepe, una vez más, rompiera el protocolo y le diera un beso “a mi querida Lucía”. La tarde continuó con gestos que uno espera sean ejemplos de la gestión del nuevo gobierno. El presidente Mújica y el vice-presidente Astori hicieron el recorrido hasta la Plaza Independencia en la parte de atrás de una pequeña pick-up (camioneta) eléctrica de fabricación uruguaya. La celebración del acto formal de la transmisión del mando fue al aire libre, en la plaza principal de la ciudad. Todo esto sucedió al pie de la enorme estatua de bronce que recuerda al prócer José Artigas montado a caballo. La plaza estaba rodeada de seguidores que enarbolaban miles de banderas del Frente Amplio, del Uruguay, de Cuba, del Chile herido por el terremoto, la de los comunistas y la de los socialistas. Además había por todas partes pancartas alusivas a temas como los desaparecidos en la dictadura, las libertades sexuales, los derechos reproductivos y muchas otras reivindicaciones de un pueblo que parece comprender que las victorias son sólo pequeños pasos en un proceso interminable hacia la construcción del futuro. El lugar escogido no fue casual, pues Don José Artiga es considerado un político y pensador muy de avanzada para su época, principios del Siglo 19, comprometido con la libertad de los pueblos americanos desde una firme convicción de la igualdad de hombres y mujeres, de negros e indios, además de precursor en la defensa del medio natural. Allí, bajo un caliente sol de verano y frente a cientos de invitados oficiales nacionales e internacionales, con su pueblo en vez de encerrado en ceremoniosos salones protocolarios, Mújica recibió la banda presidencial de presidente saliente Tabaré Vázquez, quien se retira con más del 70 por ciento de aprobación pública sobre su gestión. Luego con la noche vino la fiesta. El emblemático dúo uruguayo de la canción popular, Los Olimareños, entonó una de sus canciones representativas. Lucía y el Pepe se unieron a cantar A Don José, en un guiño a la historia que el don José, desde el caballo de bronce, le hacía a ese nuevo don José, presidente. Para ver un corto video con datos biográficos de José Pepe Mújica http://www.canal10.com.uy/noticias/7873-biografia-del-presidente-jos%C3%A9-mujica El autor de este texto es escritor y sociólogo puertorriqueño, especialista en agricultura ecológica, quien actualmente reside en Montevideo, Uruguay.