La opinión pública se ha ‘enhuevado’ en torno al gesto del ciudadano Roberto García Díaz, quien le lanzó un huevo al gobernador Luis Fortuño durante una actividad pública, como protesta contra el despido de cerca de 17,000 empleados públicos. Las reacciones al acto de García Díaz, quien también se hace llamar ‘Tipo Común’, ha generado la condena de un sector más alarmista, que insiste en tipificar al “huevazo” fallido como el anuncio de una serie de repuestas violentas al plan gubernamental de censantías. En tanto, el folclor activista de la ciudadanía, que se siente ofendida por la decisión gubernamental, ha hecho suya la frustración y desesperación del naguabeño, al simpatizar con su gesto y exaltarlo como un personaje heroico mediático. Sin embargo, allende el ‘enhuevamiento’, poco se ha comentado de la carta que Roberto García Díaz le dirigió al Gobernador, rescatada y reseñada por el reportaje que preparó Rafael Lenín López para Wapa TV. Al tiempo que el periodista aludía a la misiva que dejó García Díaz, informaba sobre el pasado del ‘Tipo Común’. Se trata de un ex empleado que laboró por 23 años en la otrora Base Naval Roosevelt Roads y fue uno de los encargados de colocar las tarjetas de tiro en el campo de práctica de las playas del extinto Campamento García en Vieques, donde la Marina de Estados Unidos realizaba sus ejercicios militares. Otras informaciones provistas por la familia de García Díaz apuntan a que la salud física de ‘Tipo Común’ está seriamente afectada por la presencia de metales en su cuerpo, tras laborar por tanto tiempo en la zona de tiro, contaminada a causa de los ensayos bélicos que la armada estadounidense realizó en Vieques por más de 60 años. García Díaz es un hombre aún en edad productiva, quien sufre sus penurias de salud, mientras batalla hace cuatro años por volver a encontrar un trabajo. Ha llevado sus reclamos, en pro de su salud y empleo, a las agencias pertinentes de los gobiernos de Puerto Rico y Estados Unidos; sin embargo, parece que no ha dado con un oído sensible que esté dispuesto a solventar su desesperación. Esta desesperación vital de ‘Tipo Común’ se tornó en un caldo espeso e intragable y terminó transmutada en la gran decepción que enuncia en su carta. “No hubiese deseado que esto fuera así, pero esto es una acción de desespero ya que ultimamente [sic] los políticos deciden mal y el pueblo sufre y pierde. No soy terrorista mucho menos comunista, soy un padre de familia, hijo, abuelo, que voté PNP íntegro. PR se está derritiendo, La Isla del Espanto, no del Encanto. De su administración ni una cosa buena se puede decir y me pregunto si tendrá usted a Dios en su corazón”, escribe García Díaz en la misiva que da cuenta de su frustración y en la cual subraya tres veces la palabra ‘íntegro’ y en dos ocasiones la frase ‘La Isla del Espanto’. Mientras advenía en conocimiento de los detalles de la vida de García Díaz y leía su carta, evoqué el relato ‘La carta’ de José Luis González, que incorpora la correspondencia que le envía Juan –el personaje principal- a su madre, con fecha del 8 de marzo de 1947. La narración de González convierte en literatura una coyuntura muy particular de la historia de aquel Puerto Rico: el rápido proceso de modernización del País, cuyo modelo estaba basado en la industrialización auspiciada por el capital foráneo, dejando atrás décadas de una economía que dependía de la actividad agrícola. El relato de González aún conmueve a todo tipo de lector. El acto desesperado de Juan estremece el acto de lectura, por “la demanda del pordiosero, su imposibilidad de ser cumplida: ingresar al Puerto Rico prometido de la bonanza y la ciudadanía”, según acota la profesora María Elena Rodríguez Castro en un artículo publicado en Diálogo Digital (https://dialogo-test.upr.edu/es/node/2663). González crea a Juan para dramatizar la decepción que vivieron algunos de los que emigraron de la ruralía a la ciudad en la década del 1940, cuando el gran buque de la modernización y el progreso los dejó varados en la miseria urbana. A través de Juan, González se hace de la voz de muchos de otros juanes para tematizar algunos de los asuntos más candentes de su tiempo: el analfabetismo, el desempleo y la pobreza. De otra parte, una lectura de ‘La carta’ de José Luis González a la luz de la misiva de ‘Tipo Común’ revela varios contrastes. En la primera, hay un acto literario –muy moderno- que ficcionaliza la miseria de quienes se quedaron fuera del proceso de la bonanza civilizadora. Aquellos que- como Juan- construyeron ‘realidades’ alternas para paliar su decepción con la atmósfera social que les tocó vivir. En tanto, el documento de García Díaz podría considerarse como un performance, muy característico de nuestra modernidad tardía, en el que no hay fronteras entre autor y personaje. Mediante el lance del huevo y posterior entrega de la carta, García Díaz se borra para colocar en la escena mediática a ‘Tipo común’, cuyo arresto y calvario debe provocar una catarsis dramática en la que el público fiel a los medios –otro de los destinatarios de la carta- debe participar en pos de un examen de los asuntos más apremiantes de este instante histórico: el desempleo y la pobreza. En la ‘La Carta’ de José Luis González se esboza una crítica creativa al proyecto modernizador que recién comenzaba y que más tarde se bautizó como Estado Libre Asociado. Por su parte, el performance-carta de García Díaz anuncia, quizás, la confusión que surge ante las grietas de un modelo socio-económico colonial que ha cambiado demasiadas veces de rumbo y nombre: Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Government of Puerto Rico, Commonwealth of Puerto Rico, Puerto Rico U.S.A, etc… El Juan de José Luis González no encuentra su espacio en la agenda de la modernidad; sin embargo García Díaz actúa como un excedente de la modernidad tardía, en la que ‘Tipo común’ quizás tenga más valor como personaje/mercancía mediática. Quizás ese valor mediático de ‘Tipo común’ explique su lenguaje apocalíptico: “Usted, Sr. Gobernador [sic] no tiene idea ni ha sufrido en carne propia, lo que hoy estamos sufriendo los puertorriqueños. Su Gobierno huele a azufre; el mismo que emana desde lo más profundo de la Tierra=El Infierno. Queda de usted, un puertorriqueño desesperado, Robert García Díaz alias Tipo Común”. La decepción hermana a estas dos cartas, separadas por el tiempo. Mas ambas dan cuenta de las cicatrices que deja el poder gubernamental en los ciudadanos. En el caso de Juan podríamos imaginar el dolor del desempleo, el hambre inmediata y la marginación, mientras que para ‘Tipo común’ su miseria emana de la contaminación con metales que sufre, esa que va consumiendo su cuerpo poco a poco, la desesperación de no contar con un trabajo y la posibilidad de que sea convertido en cabeza de turco, en el modelo de un castigo ejemplar, ahora acusado de tentativa de agresión. Carta Tipo Común Reproducimos “La carta” de José Luis González San Juan, puerto Rico 8 de marso de 1947 Qerida bieja: Como yo le desia antes de venirme, aqui las cosas me van vién. Desde que llegé enseguida incontré trabajo. Me pagan 8 pesos la semana y con eso bivo como don Pepe el alministradol de la central allá. La ropa aqella que quedé de mandale, no la he podido compral pues quiero buscarla en una de las tiendas mejores. Digale a Petra que cuando valla por casa le boy a llevar un regalito al nene de ella. Boy a ver si me saco un retrato un dia de estos para mandálselo a uste. El otro dia vi a Felo el ijo de la comai María. El está travajando pero gana menos que yo. Bueno recueldese de escrivirme y contarme todo lo que pasa por alla. Su ijo que la qiere y le pide la bendision. Juan Después de firmar, dobló cuidadosamente el papel ajado y lleno de borrones y se lo guardó en el bolsillo de la camisa. Caminó hasta la estación de correos más próxima, y al llegar se echó la gorra raída sobre la frente y se acuclilló en el umbral de una de las puertas. Dobló la mano izquierda, fingiéndose manco, y extendió la derecha con la palma hacia arriba. Cuando reunió los cuatro centavos necesarios, compró el sobre y el sello y despachó la carta.
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