
La madrugada del 21 de agosto cumple su promesa de no ser olvidada. El martes 15 y el miércoles 16 de septiembre se celebraron en el Senado Académico de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, sendas vistas para investigar lo sucedido. A pesar de la poca promoción a la convocatoria asistieron varios estudiantes, egresados, profesores, residentes de Santa Rita, comerciantes y líderes comunitarios que ofrecieron sus ponencias. Se recrearon los eventos de aquella noche y, como si volaran las latas de gas nuevamente, cada testigo invocó su propia experiencia del suceso. Declararon estudiantes, guardias de seguridad en turno esa noche en la residencia Torre Norte y otros presentes aquel día. Además se ofrecieron sugerencias para la Universidad de cómo evitar estos problemas en el futuro y de cómo comenzar a reevaluar la manera que el Recinto se relaciona con su entorno y la comunidad de Santa Rita.
“La Universidad no tiene centros de comida por la noche, ni bibliotecas abiertas ni centros de recreo, está obligando a los estudiantes a salir del recinto a las áreas aledañas”, declaró Alberto Vega, Senador y Representante del Consejo General de Estudiantes (CGE). Sara Apontes Meléndez, ingresada de la Escuela Graduada de Planificación, junto a Tatiana Córdoba, presentaron un proyecto para un plan de ordenación de la avenida Universidad que involucra directamente al Recinto de Río Piedras. Este incluye una mejor comunicación entre los diferentes servicios que se ofrecen alrededor de la Universidad, mejores estructuras y calidad visual digna de una ciudad universitaria, más espacios públicos y una orientación más peatonal y no dirigida al automóvil. Como Representante del CGE y Presidente del Comité de Orden Público, Samuel Donato manifestó su preocupación por la seguridad de los estudiantes dentro y fuera del Recinto. “Me parece lamentable que la Universidad esté tomando una postura de menos diálogo y más intervención con la policía universitaria”, dijo refiriéndose al adiestramiento que reciben los guardias de seguridad de la Universidad. Son adiestrados a usar “taser”, gas pimienta, sin estar certificados, expuso. De esta forma, se lamentó que la Universidad no ha hecho el intento de involucrarse más con el municipio y su comunidad y no ha tratado de entrar en las decisiones de orden público para alcanzar el mejor beneficio de los estudiantes. Alberto Vega declaró que la avenida Universidad es el único espacio que tienen los estudiantes para el disfrute, y evoca a la Universidad a abrirse más a su comunidad.
Se sugirió que la seguridad de la Universidad pueda ofrecer sus servicios más allá de las verjas del Recinto para ayudar a disminuir los asaltos, robos y violaciones. Otra sugerencia compartida por muchos que depusieron fue revivir los jueves de Río Piedras, hacer más actividades culturales que incluyan diferentes partes de la comunidad riopiedrense, no tan sólo la Avenida. Se propuso también que la avenida Universidad cierre una vez en semana y se convierta peatonal. Así se podrían hacer actividades, que más allá que un Rock in Río o un aniversario de algún negocio, donde se incita a los jóvenes a beber en la calle, sea un espacio para que los jóvenes expresen su arte, su música, su teatro, entre otros miles de talentos y entretenimientos. El jueves 28 de agosto, una semana después del incidente, se demostró que estas actividades sí son posibles y se pueden llevar a cabo en paz y muy emotivamente. Entre bandas locales, artistas y batucadas, los estudiantes y jóvenes tomaron la Avenida y la rejuvenecieron en armonía y unión. El comité que investiga fue nombrado por la Rectora, Gladys Escalona de Mota, e incluye al Dr. David Helfeld, catedrático de la Escuela de Derecho; al Dr. Carlos G. Ramos, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y al profesor William Vázquez, catedrático auxiliar de la Escuela de Derecho. En alrededor de dos semanas deben rendir un informe de su investigación y de propuestas y sugerencias. No descartaron abrir un tercer día para vistas.