“La tarea del educador moderno no es talar selvas, sino regar desiertos”.
Clive Lewis
Ser docente, maestro o profesor va más allá de ostentar un título profesional que así lo haga confirmar y estar junto a sujetos sentados frente a un pizarrón esperando recibir un producto de calidad. Ser docente amerita pasión, vocación y competencias indelebles.
Siguiendo los lineamientos del gran educador Paulo Freire, un educador debe ser capaz de visualizar las competencias intelectuales y sociales de sus alumnos. Esto facilita la labor de la enseñanza postsecundaria y posibilita que el estudiante se pueda apoderar y enfocarse en el rol que es cónsono con sus intereses, personalidad y habilidades.
Lograr cultivar la pasión por el conocimiento y que los alumnos obtengan un aprendizaje significativo permitirá que la comunidad postuniversitaria, que en su mayoría son jóvenes, pueda situarse en cualquier ámbito de la sociedad, desempeñando una labor excepcional que permita el desarrollo y transformación de la nación.
Partiendo de estas ideas es fundamental entender que a las personas las mueven unos propósitos, deseos y sueños que los motivan a aprender de forma significativa. En ese sentido, tener influencias de adultos competentes en la vida académica y personal permite que los conocimientos fluyan de una forma correcta. Por ello, la participación del mentor y formador facilita el acercamiento del alumno a su objetivo de vida profesional, a través de la asignatura que el docente imparte.
El sistema educativo actual se ve cada día más comprometido a preparar personas capacitadas para el mundo empresarial y manufacturero, así como para las telecomunicaciones, las ciencias, vida emprendedora, la neurociencia, las leyes, la economía, los futuros maestros y un sinnúmero de carreras y ocupaciones.
A tales efectos, las autoridades escolares, crean instituciones más “competitivas” ajustadas a los nuevos estándares, ya sea con fines educativos o de mercadeo. En esa batalla del conocimiento, tienden a dar apertura a instituciones con programas académicos técnicos-profesionales, en donde se imparten contenidos con las carreras antes expuestas. Estas instituciones, a pesar de no tener programas certificados, ni el personal con la preparación pedagógica necesaria ofrecen sus servicios para adquirir mayor matrícula.
Grandes retos
Es importante destacar que cada día la labor docente a nivel post secundario presenta retos difíciles de afrontar, debido a factores sociales y psicológicos que intervienen en la esfera educativa.
El académico y crítico cultural estadounidense-canadiense Henry Giroux (Fugitive Cultures: Race, Violence, and Youth /1996) destaca que los jóvenes que inician sus primeros pasos en la universidad habitan crecientemente en esferas culturales y sociales cambiantes, caracterizadas por una pluralidad de lenguajes, disputas de identidades sociales, condiciones políticas y tecnológicas.
Asimismo, el autor señala que la juventud se ha vuelto extraña, ajena y desconectada del mundo real, por lo que los educadores tienen en sus hombros el compromiso de lograr que lo pedagógico sea más motivador ante una generación que está experimentando la vida de una forma diferente a las representaciones que ofrecen las versiones modernistas de escolaridad.
Tomando en cuenta el planteamiento de Giroux es pertinente destacar que en la esfera educativa existe la necesidad de conocer los profesionales a cargo del futuro de las naciones de forma exhaustiva, ya que el proceso de enseñanza y aprendizaje va más allá de poder transmitir un determinado contenido para luego, a través de una prueba estandarizada, medir conocimientos.
Todas las escuelas y universidades públicas o privadas de una forma u otra construyen un perfil para contratar su personal, dependiendo del área de concentración que se necesite (matemáticas, ciencias, estudios sociales, literatura, inglés, educación física y en escuelas especiales profesionales en administración de empresas, electricidad, cocina y turismo, entre otras.) en sus instituciones.
En muchos casos la forma de crear el perfil docente o asignar el personal se realiza de acuerdo a la necesidad que posea la institución en ese momento, otras veces, por la exigencia que los organismos rectores consideren pertinente, según la asignatura que se vaya a impartir.
La controversia está en la elección: ¿contrato un titulado en biología o un ingeniero químico para impartir ciencias?, ¿un ingeniero en cualquier área para las matemáticas?, ¿un electricista para preparar a los alumnos de forma experimental en el área eléctrica?, ¿un contador certificado para que la enseñanza en el área de contabilidad sea la más eficaz? o ¿un administrador de alguna empresa de renombre, para que muestre todas sus estrategias?
También pudiera plantearse: ¿Contrato un nativo para impartir su idioma? ¿Los contrato y les doy un corto entrenamiento pedagógico? ¿Cómo compiten estos profesionales en un salón de clases versus un maestro de profesión que tiene no solo el conocimiento en su área, sino también conocimientos en didáctica, desarrollo cognitivo, proceso de enseñanza y aprendizaje, disciplina y todos los criterios que sigue un plan de evaluación? La vocación en los no profesionales de la educación, ¿la adquieren a través de la experiencia?
En conclusión, la labor docente es una profesión que exige no sólo la preparación académica sino también la formación pedagógica. Por esta razón, la enseñanza y el aprendizaje cobran otra dimensión profesional en las organizaciones y en la sociedad del conocimiento.
Aunque con frecuencia se hayan intercambiado los términos vocación y profesión, los mismos deben estar ligados con la formación pedagógica.
En este sentido, dicha formación no solo incluye la vocación o compromiso personal para actuar como profesional, sino además ser conocedor de las exigencias que posee la tarea de enseñar. A tales efectos, debe existir en el docente una necesidad de aprender y actualizar sus métodos para que, de este modo, el alumno pueda obtener un aprendizaje significativo.
“Un maestro no podrá enseñar nunca en forma verdadera si el mismo no está en actitud de aprender, una lámpara no puede encender otra lámpara si no tiene encendida su propia llama”.
Rabindranath Tagore