
MEXICO DF- México y Estados Unidos revisaron puntos importante en sus estrategias contra el combate conjunto contra el narcotráfico para incorporar aspectos sociales y estudiar el consumo de drogas, pero no presentaron propuestas que frenen de inmediato la descontrolada violencia en la frontera común. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, viajó a la capital de México. Al llegar, aseguró que el combate a los poderosos cárteles de la droga debe pasar a una “nueva fase” de fortalecimiento a las instituciones y a las comunidades donde operan y acordó con el Gobierno mexicano varios puntos de acciones a largo plazo. “Estamos trabajando conjuntamente para resolver los problemas que presentan los cárteles criminales (…) que matan y lastiman a gente inocente y que propagan un reino de terror e intimidación”, declaró Clinton en una conferencia de prensa conjunta en la Ciudad de México con la canciller mexicana, Patricia Espinosa. Clinton estuvo en Ciudad de México varias horas del martes junto con la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, el Secretario de Defensa, Robert Gates, y otros funcionarios de seguridad de alto rango del Gobierno de Barack Obama, días después de que dos estadounidenses fueran asesinados en la frontera. Clinton explicó que Estados Unidos asume la responsabilidad que le toca como el principal consumidor de drogas del mundo y que se enfocará ahora en un estudio sobre cómo disminuir la demanda, conjuntamente con México. “Aceptamos nuestra responsabilidad compartida”, puntualizó Clinton. Los dos países también acordaron combatir el tráfico ilegal de armas desde Estados Unidos hacia México que permite que los narcotraficantes mexicanos estén bien armados, y el lavado de dinero, puntos que ya se habían discutido el año pasado. Ambas naciones comparten una gran frontera de 1,988 millas (3,200 kilómetros) acordaron que Estados Unidos acelerará la entrega de recursos de la Iniciativa Mérida, un plan de ayuda de 3 años que incluye $1,400 millones de dólares y dará más capacitación a policías y funcionarios para frenar a los narcotraficantes. “La responsabilidad compartida (…) debe concretarse tanto en los esfuerzos de intercepción de drogas, armas, dinero en efectivo y desarticulación de grupos delictivos, como en las acciones de prevención y control de consumo de drogas ilícitas”, aseguró Calderón durante un encuentro con Clinton la tarde del martes, según un comunicado de la Presidencia. Pero de la reunión no salió ninguna propuesta concreta para frenar la violencia de los cárteles en focos rojos como Ciudad Juárez, donde 4,700 personas han muerto asesinadas en los últimos dos años. Supuestos sicarios asesinaron hace 10 días a una empleada estadounidense del consulado de Estados Unidos en esa ciudad y a su esposo -también ciudadano de ese país-, así como a un mexicano casado con otra empleada de la misión diplomática. El Gobierno de Felipe Calderón, que mantiene un combate frontal con efectivos del Ejército sobre todo en la frontera con Estados Unidos, no ha logrado controlar los crímenes en la ciudad, a pesar de la presencia de casi 10,000 soldados y policías federales desde hace un año. En la industrial ciudad, donde se derrumbaron el turismo y las inversiones, el local cártel de Juárez y el de Sinaloa, liderado por Joaquín “el Chapo” Guzmán, luchan por la ruta de introducción de drogas a Estados Unidos a través de ese punto, fronterizo con El Paso, en Texas. Ambos gobiernos decidieron poner en marcha un plan piloto para Ciudad Juárez que incluye más entrenamiento para las fuerzas de seguridad locales y el incremento la comunicación transfronteriza entre las agencias de procuración de justicia de los dos países. En México unas 19,000 personas han muerto desde diciembre del 2006, cuando asumió Calderón y lanzó un ataque frontal contra los cárteles sacando soldados a las calles en distintos puntos del país. La violencia se ha incrementado además en otras ciudades como Monterrey, la capital del norteño estado de Nuevo León, también fronterizo con Estados Unidos, donde hace unos días dos estudiantes mexicanos de una universidad murieron al parecer en medio de un fuego cruzado entre supuestos sicarios y militares.