
WASHINGTON / TEGUCIGALPA- Estados Unidos aumentó este martes su presión sobre el Gobierno de facto de Honduras un mes después del golpe que sacó del poder a Manuel Zelaya, quien sigue instalado en la frontera reclamando su retorno mientras las autoridades interinas hacen oídos sordos. Washington anunció hoy que revocó cuatro visas diplomáticas a miembros del Gobierno de facto de Honduras y estudia cancelar más, en un gesto de apoyo a Zelaya luego de que el derrocado mandatario pidiera medidas más firmes del presidente Barack Obama contra los “golpistas”. “Estos son contragolpes, estamos recibiendo victorias de Dios y del pueblo frente a ellos que están recibiendo derrotas todos los días”, dijo Zelaya tras el anuncio de Washington. “A los 30 días del golpe debemos de agarrar más fuerzas hasta seguir luchando hasta obtener la victoria total”, acotó en declaraciones transmitidas por una radio hondureña. La vicecanciller del Gobierno de facto, Martha Alvarado, dijo que dos de los afectados por la decisión estadounidense son Tomás Arita Valle, el magistrado de la Corte Suprema de Justicia que llevó adelante la orden de arresto y destitución de Zelaya, y José Alfredo Saavedra, presidente del Congreso. Los otros dos, confirmados por ellos mismos a la prensa local, son el comisionado estatal de derechos humanos, Ramón Custodio, y el ministro interino de Defensa, Adolfo Sevilla. El presidente de facto, Roberto Micheletti, dijo que respetaba la decisión de Estados Unidos sobre las visas. Y en una declaración en la noche a una televisora local, el mandatario hizo un llamado a tres días de oración por la paz en Honduras. “Quiero pedir disculpas a quienes por una y otra razón no están de acuerdo con nosotros; yo quiero pedirle a Dios que les de (…) lucidez para que se den cuenta que es más importante vivir en paz”, refirió el presidente de facto.
La presión de Washington fue apoyada por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, mediador en el conflicto hondureño. “Si la presión sigue aumentando con medidas drásticas, el Gobierno de facto en Honduras posiblemente va a estar mucho más compelido a sentarse a la mesa de nuevo”, dijo Arias a su llegada a Guanacaste, en el norte de Costa Rica, sede de una cumbre de presidentes de Centroamérica, México y Colombia. Asimismo, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, invocó a un arreglo razonable para poner fin a la crisis. “Yo espero que las personas que han tomado el poder en Honduras recapaciten, entiendan que realmente está abierta todavía una puerta para la reconciliación (…) y un arreglo razonable (…) de lo contrario, vamos a entrar por un camino de confrontación muy prolongado”, dijo al llegar a Costa Rica. Estados Unidos apoyó la suspensión de Honduras de la Organización de Estados Americanos (OEA) tras el golpe de Estado, pero no ha retirado a su embajador en Tegucigalpa. “Esto es parte de nuestra política general hacia el régimen de facto”, dijo el portavoz del Departamento de Estado norteamericano Ian Kelly al anunciar la revocación de visas. La analista Julia E. Sweig, especialista en Latinoamérica del Council on Foreign Relations, dijo en Washington que la medida “es una movida oportuna que evidencia la seriedad con la que esta administración toma la restauración de Zelaya”. La crisis política en Honduras representa un desafío para el Gobierno de Obama, que protagoniza una pulseada por la influencia regional con el mandatario venezolano, Hugo Chávez, uno de sus mayores críticos y el más cercano aliado de Zelaya. España anunció que pedirá a la Unión Europea que tome medidas como la de Estados Unidos y revoque las visas a miembros del Gobierno de facto de Honduras. “Como España vamos a instar a la Unión Europea a que se tomen medidas similares”, dijo el canciller español, Miguel Angel Moratinos, luego de una reunión con su par venezolano, Nicolás Maduro, en Caracas. Desde que Zelaya fue sacado de su residencia a punta de fusil el 28 de junio y expulsado a Costa Rica, tres infructuosas rondas de negociaciones con el presidente Arias como mediador llevaron a un aparente callejón sin salida. Mientras el Gobierno de facto, que también sufre algunas sanciones de organismos multilaterales, se niega a reponer a Zelaya en el poder, el derrocado presidente sentó base en la frontera de Nicaragua con Honduras para pedir su restitución.
Simpatizantes de Zelaya llegaron a la zona fronteriza del lado de Nicaragua, pero muchos otros no pudieron avanzar por los retenes militares luego de que el mandatario depuesto cruzara el viernes la frontera unos pasos dentro de territorio hondureño y volviera a tierra nicaragüense. Su jugada -un gesto visto como simbólico- despertó las críticas de Estados Unidos, que calificó su presencia en la frontera de irresponsable por temores de que eso avive la violencia en la dividida Honduras. Las protestas en Tegucigalpa continuaron el martes con algunos bloqueos en carreteras y partidarios de Zelaya preparaban un paro de actividades para el jueves y viernes. Zelaya, quien se estableció el viernes en la localidad fronteriza nicaragüense de Ocotal, no pudo reencontrarse con su familia en el punto limítrofe de Las Manos, donde iba llegar su esposa, que desde hace cuatro días intenta llegar a Nicaragua. La frontera entre Honduras y Nicaragua se encuentra reforzada desde el viernes por soldados y policías. Sobre Zelaya pende una orden de arresto en Honduras impulsada por el Gobierno interino bajo cargos de supuestamente violar la Constitución por intentar hacer un referendo que abriría camino a la reelección, un argumento utilizado por sus opositores para justificar el golpe de Estado. Pero también Zelaya se había ganado enemistades en la tradicional Honduras cuando dio un giro en sus políticas conservadoras y se alió al izquierdista Chávez. El Congreso de Honduras -que respaldó el golpe junto a la Corte Suprema- pospuso hasta el jueves su decisión sobre una amnistía política para Zelaya, parte de la propuesta del mediador Arias que incluye la vuelta al poder del depuesto mandatario hasta enero del 2010, cuando termina su mandato. De todas maneras, todo indica que el acuerdo propuesto por Arias, premio Nobel de la Paz, sería rechazado.