
El deporte es más que una actividad física que se practica para rendir culto al cuerpo. Quizás esta parte materialista de hacer deporte pueda suponer una sobreexplotación de las capacidades psíquicas de algunas personas, con las repercusiones que se recapitularían ante las posibles lesiones musculares. Además, ese desgaste psicológico por una mala costumbre de ver el deporte como una obligación extrema, podría hacer que una persona se aleje de los hábitos saludables sin haber conseguido la verdadera esencia del “éxtasis” de la dopamina que se consigue haciendo una buena vida deportiva, cuyo objetivo es adquirir nuevas capacidades saludables de equilibrio biológico.
Si de algo están mucho más sensibilizadas las personas, es que la vida sedentaria está atestada de incompatibilidades con nuestra genética humana. El homo sapiens sapiens cada cierto tiempo que pasa, va cambiando somáticamente. En la actualidad, la forma de vida no es la misma ni tan siquiera que hace dos décadas. La sociedad va cambiando y las costumbres de los seres humanos también lo hacen en función de su entorno cultural.
Antes, el trabajo era prácticamente físico, y el contacto entre las personas tenía más relevancia, ahora el trabajo es más sedentario y más individualista, porque casi todo se hace mentalmente o con maquinaria que es dirigida desde la electrónica. Esto supone que en muchas ocasiones la longevidad de las personas sea mucho más placentera y el desgaste físico no se vea mermado ante las duras condiciones del trabajo físico que conlleva para los seres humanos. Pero no supone ni el principio de una larga duración humana ni mejor calidad de vida, porque esto requiere que las personas tengan que “mover el esqueleto” de alguna manera, ya que es la única fuente de salud más natural que hasta ahora se conoce; la más terapéutica y recomendada por cualquier profesional de la salud.
Salir a la calle y tomar la luz natural, oxigenar profundamente los pulmones, regular los niveles sanguíneos desde los pies a la cabeza, estimular las articulaciones, poner en funcionamiento posturas o estiramientos musculares que durante nuestro día a día no ejercitamos, se pueden conseguir si practicamos el ejercicio físico a menudo. Igualmente, poner en marcha nuestras apreciadas cualidades físicas humanas, sentir la agilidad de nuestras extremidades y otra serie de sensaciones biológicas. Con la puesta en práctica de estas actividades puede que, sin darnos cuenta, hayamos encontrado la botica más primitiva y natural que buscábamos para nuestro organismo; y sólo a través del deporte.
También el deporte favorece y estimula nuestra capacidad cerebral. Pues además de servir para mejorar nuestro organismo físico, también lo hace psíquicamente. El hecho de que nos desconectemos de todo nuestro entorno cotidiano, como es el caso de las obligaciones laborales, o de nuestra cotidianidad, supone hacer una brecha bien diferenciada y dedicar una pequeña parte del día a nosotros mismos. Incluso podemos compartir nuestras sensaciones con los/as demás deportistas. El hecho de estar caminando con un grupo de personas y saludarse, supone un estímulo psicológico de sentirnos identificados con otras personas deportistas. El intercambio de saludo, también conlleva sonrisas, gestos y miradas, etc., pero, sobre todo, existe una conexión electromagnética que nos hace sentir mejor cuando nos encontramos en lugares saludables como parques, paseos o espacios públicos. Y al final, esa interacción social y humana, hace que nos sintamos parte de la sociedad, de la convivencia pacífica saludable, enérgica, activa, y entre otros calificativos, seamos más conscientes de la importancia que tiene para nuestra anatomía humana la actividad física o las dinámicas lúdicas.
Existe una referencia cuántica sobre la capacidad del ser humano, y se dice que un ser humano debería haber recorrido a lo largo de su vida como mínimo, la vuelta al mundo de norte a sur y de este a oeste.
El autor es un antropólogo español que colabora en diversas publicaciones digitales. Fue estudiante de la Universidad de Puerto Rico en Cayey.