A mí me gusta
la NBA
pero internacional es
el equipo nacional
– Plena de Ángel Pacheco
Nueva York — El viernes en la noche hubo gozaera en el Madison Square Garden a pesar de que la selección nacional de Puerto Rico cayó ante el equipo estadounidense 112 por 86. Los doce magníficos metieron caña en la primera mitad y durante los primero veinte minutos del amistoso, hubo juego. Tanto así, que cuando Carlos Arroyo amenazó con dañarle los tobillos a Kyrie Irving y Derrick Rose en dos jugadas distintas, los gritos de “Puerto Rico, Puerto Rico”, me sonaron melodiosos como si de “Tito, Tito” se tratara.
El juego estuvo más o menos entretenido. Aunque la posibilidad de algún rebuleo entre DeMarcus Cousins y Renaldo Balkman, el donqueo de Ricky Sánchez al concluir el primer parcial, el vacilón del banco puertorriqueño tras el triplete de Galindo, la falta contundente de David Huertas a James Harden para detener un rompimiento rápido luego de que el árbitro se tragara el pito en la jugada anterior y ver a Danny Santiago, de 38 años de edad, fajarse con Anthony Davis, de 21, mantuvo a un corillo de boricuas que estaba sentado a la derecha del área de prensa alborotado hasta el final.
…Y se militariza el juego
Durante el show del medio tiempo, le tocó el turno al Timeless Torches Team y al US Air Force Honor Guard Drill Team. El espectáculo del descanso pasó así, en cuestión de minutos, de una rutina de baile desabrida a un performance militar bastante violento.
Los militares lanzaban sus armas largas al aire en piruetas y marchaban tipo right, left, right, left. Un anunciador describía cada rutina como la puesta en escena del trabajo en equipo, química y compromiso necesario para llevar a cabo las misiones de la fuerza aérea en defensa de la democracia y la libertad. Esta misma semana USA Basketball, la NBA y las fuerzas armadas estadounidenses firmaron un nuevo acuerdo de colaboración que continúa la militarización del deporte en este país que, al parecer, se sorprendió el otro día ante la militarización de sus fuerzas policiales en Ferguson. Según dijo el general Martin Dempsey el miércoles pasado durante el fogueo de Estados Unidos contra la República Dominicana, este acuerdo une “al mejor ejército del mundo con los mejores jugadores de baloncesto del mundo”.
Paco…el boricua
Después de los militares, mientras los jugadores calentaban para la segunda mitad, gente y más gente caminaba hasta el tabloncillo para tomarse selfies con la cancha de fondo. Keep moving, le decía el ujier a varios de ellos, pero había un boricua que se negaba a moverse. Le explicaba muy educadamente al ujier que él necesitaba acercarse al tabloncillo para saludar a su amigo Carlos Arroyo. Ante la firmeza del ujier, el tipo no tuvo otro remedio que gritar “Carlitoooo…Mera, Carlitoooo soy yo…”. Arroyo seguía tirando jumpas y practicando el yoyo. Keep moving, insistía el ujier. El hombre se rindió tras varios intentos y regresó a su asiento medio pasmao.
Di una vuelta a ver si veía a Don Paco, pero no tuve suerte. Conversé con él más temprano frente al Garden. Estaba parado frente a la rampa de acceso con su chaqueta y sus banderas esperando un pana. Le pregunté si le podía tomar una foto. “Seguro mijo, ¿cómo quieres las banderas?”. Le respondí que como él quisiera y me dijo, “Ah pues que se vea la de Ponce”.
Preguntó que para qué era la foto y le dije que quizás saldría en Diálogo Digital, el periódico de la Universidad de Puerto Rico. Ahí le cambió el gesto. Miró como pa' lejos y empezó a hablar de la Isla: que si el Gobierno de turno es terrible, que el anterior también, que el problema son los viejos que no quieren dejar que gente más joven asuma el control de las agencias, que los ricos reparten los puestos entre familiares y amigos ricos, que por ejemplo en Río Piedras deberían ser los estudiantes quienes sean los líderes…Cuando terminó, le pregunté por su nombre completo.
– Francisco Guilbe.
– ¿Guilbe como Edgardo Guilbe,el atleta?
– Familia mía es.
– ¿Usted ha visto a la Selección jugar antes?
– Seguro que sí, lo mío es el deporte.
Entonces se metió la mano al bolsillo y sacó de su cartera una tarjeta de béisbol firmada así: Best Wishes, Ángel Mangual.
“Ese es mi hermano, Ángel Mangual, el primer puertorriqueño y latinoamericano en tener tres sortijas de Serie Munidal. Ganó con Oakland en el 72, 73 y 74. Jugó todos los fields, viniendo del banco y metió seis hits en series mundiales. Lo que pasa es que en Puerto Rico no me le hacen mucho caso a él. Y Pepe Mangual, su hermano, jugó con los Mets de Nueva York y con los Expos de Montreal. Desde pequeños nos criamos juntos y nos tratamos de hermanos… Espérate que me está llamando mi amigo que viene pa' acá. Ya tú sabes, si vas al Barrio pregunta por Paco”.
En la segunda mitad los gringos se sirvieron con la cuchara grande. Kenneth Faried decidió estar en todos los rincones del tabloncillo, apretaron la defensa cerrándole los triples a los boricuas y en cuestión de minutos la ventaja era de veinte puntos. Yo me pasé el resto del juego pensando, 'Coño, que no ganen por más de treinta puntos'. Ganaron por 26 nada más.
Al terminar el juego, cientos de fanáticos esperaban a los jugadores en la salida del Garden por la calle 33. Había muchos esperando a las estrellas de NBA y un grupo más pequeño y más alborotoso de boricuas esperando a sus muchachos…“¡Vaya Ricky”… “¡Galindo, qué es la que!”… “¡Huertas mira pa' acá, papi!”…
Hablé con Steven, Cano y Carlitos, tres boricuas de Nueva York que vacilaban mientras tomaban fotos con sus tabletas y teléfonos.
“Acho papi es que el Paco ese no brega”, me dijo Carlitos cuando pregunté qué pensaban del juego, en alusión al dirigente de la Selección Nacional, el español Paco Olmos. Nos interrumpió otro que pasó y gritó: “¡Vaya Ricky, donqueaste por primera vez y te lesionaste una rodilla, papá!”. Todo el corillo se echó a reír. Entonces, les tomé una foto, Cano se viró apuntando con su teléfono a los jugadores y le gritó a Galindo: “Vaya Álex, show some love!”. Carlitos me preguntó que dónde saldría la foto, le dije que quizás en Diálogo Digital, que lo “googlee” y me dijo: “Sí, sí yo me acuerdo, yo he estado en Río Piedras”. Sacó de nuevo el teléfono y volvió a la gozaera, a gritarle a sus 12 Magníficos, a los 12 Magníficos de Puerto Rico.
El autor es periodista y estudiante doctoral en Etnomusicología en la Universidad de Columbia en Nueva York.